Antonio Skármeta: Nuevas Lecturas. César Ferreira and Jason Jolley. Lima: Universidad Ricardo Palma. 2017. 206 páginas.
La reciente publicación Antonio Skármeta: Nuevas lecturas, (2017), es una nueva e importante colección de ensayos críticos centrados en novedosas aproximaciones sobre la producción literaria del reconocido autor chileno. Esta reciente compilación, reunida por César Ferreira y Jason Jolley, ofrece diez nuevos ensayos dedicados a varias facetas del amplio y variado trabajo de Skármeta. Estas nuevas lecturas de la producción narrativa de Skármeta, basadas en diversos modelos teóricos, ofrecen nuevos conocimientos sobre muchas de sus obras. También constituyen una contribución importante la cual, seguramente, abrirá nuevos espacios de interpretación y ofrecerá una comprensión más profunda no solo del vasto corpus literario de Skármeta, sino también del período post-boom de la narrativa hispanoamericana.
En el primer ensayo de la colección, “Orphans, Adoptive Afiliation and Literary Paternity in the Narratives of Antonio Skármeta”, Jason Jolley documenta cuidadosamente la idea de que Skármeta puede interpretarse como un portador del “pedigrí literario”, debido a las influencias formativas de los poetas chilenos. Nicanor Parra y Pablo Neruda son poseedores del estilo de la sintaxis. Esta tendencia se puede observar en sus historias cortas más tempranas, como parte de su transición desde el Boom hacia una nueva estética Post-Boom. Además, según Jolley, la tendencia de Skármeta de desplegar una estrategia narrativa de “filiación adoptiva” también puede verse como una constante en su trabajo. En su análisis de la novela 2003 de Skármeta, Baile de la Victoria, y Ardiente paciencia, (1985), Jolley señala la tendencia de los huérfanos a buscar activamente la paternidad como una alternativa vinculada con los linajes de la línea de sangre. Esta búsqueda constante para superar el estigma de ser un huacho, según Jolley, es un tema recurrente en Skármeta y se desarrolla en múltiples sus novelas y cuentos.
El ensayo de David Wood, titulado ” Body Politic: The Evolving Role of Sports in Skármeta’s Short Stories”, revela la importancia fundamental de la competencia atlética como espacio formativo y didáctico en las primeras colecciones de cuentos del autor. A partir de los cuentos incluidos en las primeras colecciones de Skármeta, El entusiasmo (1967) y Desnudo en el tejado (1969), el análisis de Wood se centra en el concepto de la arena deportiva como un espacio metafórico que es esencialmente didáctico y abre nuevos lugares para la trascendencia y la autorrealización de los personajes, a menudo en relación con las experiencias sexuales formativas de los jóvenes atletas. Citando varios de los cuentos de Skármeta, Wood descubre una evolución en el uso metafórico del escritor de los deportes. Mientras que las primeras historias de Skármeta enfatizan los deportes como un medio para que los personajes adquieran una nueva conciencia metafísica, las siguientes, como Enroque y Balada para un gordo, revelan cómo los deportes pueden iluminar los límites políticos e ideológicos.
En su ensayo “Geographies of Space and Time in Antonio Skármeta’s Soñé que la nieve ardía”, Cecily Raynor analiza detenidamente la primera novela publicada por Skármeta (1974) destacando la circularidad en la trayectoria del protagonista, Arturo, trazando su inicio en el activismo político después su llegada a Santiago, durante la presidencia de Salvador Allende y su retorno al hogar en el sur de Chile, después del golpe de estado que llevó a Augusto Pinochet al poder en 1973. Citando el trabajo de Michel de Certeau The Practice of Everyday Life, Raynor destaca la importancia del espacio otorgado por la pensión, en el despertar político de Arturo, quien experimenta la soledad. Aquí, en el espacio donde se absorbe el discurso político de otros, su repetida expresión de la palabra compañero o camarada lleva directamente a su total compromiso político con la Unidad Popular de Allende. Rayno también subraya la inclusión de la jerga de Skármeta y el dialecto juvenil chileno, que se incluyen en muchos de los diálogos de la novela para capturar el pulso del nuevo compromiso político de la juventud chilena en el espacio de la pensión y Santiago durante los años de Allende.
Agregándole profundidad a esta colección, aparecen dos ensayos perspicaces que exploran diferentes dimensiones de la novela de Skármeta La insurección (1982). Cabe destacar que los orígenes de la novela datan de la visita de Skármeta a la Nicaragua Sandinista de 1980, junto al cineasta alemán Peter Lilienthal, como guionista del documental sobre la Revolución Sandinista. Skármeta finalmente convierte esta experiencia en una descripción exhaustiva de la complejidad de la Revolución Sandinista de Nicaragua, que culmina en 1979. A partir de investigaciones recientes sobre la representación del papel central de la “guerrilla”, en una amplia gama de novelas centroamericanas, la lectura de José Juan Colín de la novela se centra en la representación colectiva del movimiento sandinista en León, mediante una estrategia narrativa que utiliza un enfoque testimonial; las múltiples voces de los nicaragüenses en León contribuyen a la representación de dos fuerzas contendientes del conflicto. Por un lado, se encuentra el protagonista guerrillero Ignacio, quien enfrenta a los líderes opresivos de la dictadura de Somoza, El capitán Flores y Cifuentes. Colín subraya además la importancia de las voces de las mujeres en la construcción de una nueva amalgama revolucionaria multidimensional, la cual encarna en sí misma el peso colectivo y el peso de la inercia histórica, y cuya culminación es el triunfo revolucionario de los sandinistas.
El segundo estudio que ofrece una nueva lectura de La insurrección de Skármeta, se puede encontrar en el ensayo de Esther Sánchez Cuoto “La insurrección: Victoria menor en la revolución sandinista en Nicaragua”. En su análisis, Cuoto capta y analiza los matices inherentes al personaje emblemático Victoria Menor, cuyo papel es central para la consolidación temática de la liberación de la mujer, como precepto fundamentalmente esencial en la Revolución Sandinista. El cuerpo femenino en la novela, interpretado por Cuoto como un espacio metafórico que representa a Nicaragua, lucha por la liberación en su acoplamiento con la guerrilla sandinista Leonel y, al hacerlo, borra las cicatrices de la violación sexual perpetrada por la guardia de Somoza sobre ella, como víctima, y sobre Nicaragua misma, en un sentido más amplio.
La lectura que hace Ashley Kerr sobre “La chica del trombón” (2001), sitúa a la protagonista, Magdalena, en la categoría de Bildungsroman y como una figura alegórica cuyas experiencias, y los ritos de pasaje encuentran sus paralelismos en la búsqueda de la identidad nacional en Chile, a lo largo del siglo XX . Kerr señala que aquí, nuevamente, se coloca en juego la preferencia de Skármeta por el estado huérfano, la cual sirve como una pizarra en blanco, desprovista de un origen definido, sobre la cual se puede ensamblar la construcción progresiva de Alia Emán. Después de una serie de encuentros sexuales, Alia termina dando a luz y, por tanto, alineándose simbólicamente con la Unidad Popular de Salvador Allende, en la búsqueda del nacimiento de un nuevo Chile. Finalmente, según Kerr, Alia se inserta en las fuerzas de la nueva construcción nacional y se adhiere como la encarnación del nuevo activismo de las mujeres en la fuerza política del Chile de Allende.
El ensayo de Allison Libbey Titus, titulado “Intersection between Narrative Theory and Politics in Los días del arcoíris“, se trabaja dentro del análisis basado en la relación entre la estructura narrativa y los temas básicos de la novela de 201l. La lectura de Titus se centra en un estudio reflexivo sobre la precisión y el equilibrio entre la forma y el contenido que Skármeta emplea para resaltar diversos aspectos de su novela Los días del arcoíris. Titus afirma que la complejidad narrativa, lograda en parte por el uso del cambio entre los narradores homodiegéticos y heterodiegéticos, y su uso con caracteres distintos ha sido desplegada por Skármeta para poner, en primer plano, los eventos centrales de la novela. Titus proporciona un amplio análisis estructural en su nueva lectura de este texto histórico, que se ocupa del plebiscito de 1988 y su impacto en los personajes retratados en la obra. En conclusión, Titus sostiene que, a diferencia de muchos escritores del Boom quienes, con frecuencia, tendían a enfatizar las técnicas narrativas sobre el argumento, Skármeta, es capaz de lograr lo contrario. La técnica narrativa funciona aquí como una herramienta para realzar y acentuar el impacto que tiene el plebiscito sobre los dos personajes principales, Nico y Bettini.
En su ensayo “No pasó nada de Antonio Skármeta: entre exilio, penurias y aprendizaje”, Germán Castillo ofrece una lectura perspicaz de la famosa novela No pasó nada de Skármeta. Carillo sitúa a la novela dentro de la tradición Bildungsroman/ entwicklungroman, usándola como un marco que se aplica, no solo al desarrollo del personaje central de la novela, Lucho, sino también a la propia experiencia personal de Skármeta en el exilio extendido desde su Yugoslavia natal, hacia Chile y Alemania. Aquí los temas del exilio, del crecimiento personal y del compromiso político se aplican a Lucho cuando enfrenta problemas en su propia vida y en la dictadura de Pinochet, desde su casa en Berlín. Carrillo señala varios eventos claves para el desarrollo de Lucho, que eventualmente lo llevaron a lograr una agencia personal a través de un compromiso político definido: su relación con la familia Kumides —exiliada de Grecia en Alemania—, y su enfrentamiento con Michael Kruger, un joven alemán quien más tarde se convirtió en su aliado en la cruzada anti-Pinochet, con la que colaboran en Berlín.
El ensayo de César Ferreira, “Antonio Skármeta y el Post-Boom: Lectura de El Cartero de Neruda” (Ardiente paciencia), es un análisis en dos partes que, primero, sitúa el trabajo de Skármeta en su relación con las obras narrativas totalizantes y ambiciosas prevalecientes durante el Boom. Como bien señala Ferreira, Skármeta, junto con el escritor argentino Manuel Puig y entre el resto de los escritores latinoamericanos, fue uno de los precursores que optó por distanciarse conscientemente de los anteriores autores del Boom, como Gabriel García Márquez y José Donoso. Al hacerlo, Skármeta se replantea y explora nuevos espacios narrativos que Ferreira define en parte como una “nueva vitalidad urbana”, que emplea el lenguaje cotidiano y las referencias a la cultura popular pero, al mismo tiempo, abre nuevos compromisos políticos y una actitud más libre y abierta hacia sexualidad.
En la segunda sección del ensayo, Ferreira, ofrece una lectura de El cartero de Neruda, de Skármeta, como la de una obra que se centra en Mario, el cartero rural e inexperimentado, y la experiencia del aprendizaje transformacional que percibe con la ayuda de su mentor, el poeta galardonado con el premio Nobel, Pablo Neruda. En la lectura de Ferreira, el rol de Mario como aprendiz literario del maestro Neruda se extiende a su iniciación en el rol de la poesía y en su noviazgo con Beatriz. En conclusión, el trágico final para Neruda, y para el presidente Salvador Allende como resultado del golpe de 1973, deja el legado de la libertad de expresión y la poesía, encarnado ahora por el discípulo Mario, como una de las víctimas adicionales de la dictadura de Pinochet.
El último ensayo de la colección “Erase una vez: La narrativa infantil de Antonio Skármeta“, de Jorge Avilés Diz, arroja una nueva luz sobre la prolongada propensión del escritor a incluir a los niños como protagonistas en su narración. A partir de una amplia gama de trabajos de Skármeta como La composición, (1998) Chispas, (2008) Insomnio (2002) y Galletas chinas, (2008) Diz concluye que la presencia de los niños en la obra de Skármeta debe verse como un continuum que, de manera diversa, nos permite comprender la totalidad de la producción del escritor chileno. Además, como acertadamente señala Diz, los principales temas que aparecen constantemente en la escritura de Skármeta, es decir, el compromiso político, el exilio y las posturas éticas, también constituyen el núcleo temático de sus obras, el cual se centra en los niños como personajes. A menudo, la descripción de los niños se sitúa dentro de ciertos bordes y límites de la relación que experimentan con sus padres, con un resultado, según Diz, anticlimático, pues niños como Chispa, incluido en la historia del mismo nombre, luchan por ayudar al padre indigente e intentan avanzar dentro de un mundo de pesimismo y angustia.
En general, esta colección toca una amplia gama de temas y estilos inherentes al trabajo de Skármeta. Visto en su totalidad, uno encuentra varios temas recurrentes que se destacan y aparecen repetidamente. Primero, está el esfuerzo consciente de Skármeta para distanciarse de los modelos que predominan en el Boom, como ambos editores, Ferreira y Jolley, señalan en sus respectivos ensayos. Otro modelo recurrente en la narrativa de Skármeta es el Bildungsroman, como afirman varios colaboradores. Los ensayos de Germán Castillo, Ashley Kerrr y César Ferreira apuntan a este tema recurrente en el trabajo de Skármeta. En cuanto a la sintaxis y el registro estilístico, su obra también abre nuevos espacios lingüísticos como parte de la estética del Post-Boom, de la forma en que lo documentan acertadamente los ensayos de Jolley y Cecily Raynor. En su totalidad, Antonio Skármeta: Nuevas Lecturas, es una serie diversa y recomendable acerca de las nuevas lecturas sobre el trabajo del prolífico escritor chileno.
William Clary
Traducción de Claudia Cavallín