Edición bilingüe, traducida por Honora Spicer. Phoenix, Arizona: Cardboard House Press, 2023.
Y de pronto solo bailaba es un título in media res que cumple o, más bien, supera la promesa de introducirnos directamente a una escena en curso. Algo pasaba, o muchas cosas pasaban, cosas que tenían al sujeto poético yendo de un lado a otro y que movieron o mueven su cuerpo. Cada poema trae un compás temático y material únicos. Todos, sin embargo, vibrátiles. Todos despiertan la curiosidad de la audiencia por el ritmo, la pista y la coreografía improvisada y emocionante de la poeta y artista peruana Tilsa Otta (Lima, 1982).
La “Y” del título es poderosa: no sabemos qué hubo antes, pero aquí estamos. El título coloca frente a nosotros un cuerpo cuyos brazos ondean, cuyas piernas requiebran, cuya cabeza se lanza para atrás mientras los ojos se cierran. O nada de eso. Quizá otros pasos que no tienen que ver con avanzar ni con hacer figuras evocativas de nada, sino con solo bailar. Con ser en movimiento.
En su escritura, Otta propone pensar en el destino poético hacia el cual se dirigen todos los sucesos. Hay un cielo nuevo, hay oscuridad hormonal, un atardecer, ayeres, mañanas, lunas y el Caribe. Todo un universo de placeres y devenires que podrán ocurrir por pura pulsión del deseo: “Si tu órgano sexual gira / como un satélite del tiempo / orbita a través del espacio / da vueltas sin sentido / tarde o temprano se estrellará contra el mío”. Como en el baile, las palabras de Otta nos recuerdan que es posible soñar con las coincidencias y correspondencias que ayudan a seguir teniendo fe en cosas tan resbaladizas y deformes como la felicidad o el amor.
“ESTE LIBRO APUNTA A UNA ENTREGA DEL CUERPO ANTE LA VASTEDAD DEL MUNDO Y SUS RITMOS: LAS REGLAS, LOS ÍCONOS, LA ANIMALIDAD, LOS CUERPOS Y LAS POSIBILIDADES ENTRE TODAS ESAS COSAS”
Los poemas de Otta son recomendables para quienes aceptan que hay estabilidad en el desequilibrio, para quienes encuentran paz en la contradicción: para esos que se encuentran a menudo flotando en el vacío figurativo de los deberes-seres y los poderes-seres que las reglas de este mundo cambian con frenética velocidad. Para quienes escogen lanzarse a órbitas imaginadas sin querer aferrarse a nada excepto al movimiento, a la aceleración o a una fugaz sensación en algún punto de la piel o en alguna profundidad del esternón. Este libro es para quienes entienden lo bello del desorden.
La traducción de Honora Spicer, tal como explica ella en su nota de la traductora en el libro, entiende el fluir corporal de la poesía de Otta, un fluir que no quiere decir una suavidad o sedosidad como podría sugerir la palabra. Spicer entiende que para transportar el movimiento de la autora peruana a un código nuevo –el inglés– tiene que acoplarse, como se haría en un baile, y esto no implica espejar los movimientos, sino seguir el doble ritmo: el del sujeto poético de Otta y el del mundo en que se mueve ese sujeto.
Si Tilsa usa la x como indicador de doble género (“Gente que cree en unx y por eso somos posibles”), Honora se asegura de incluir esa marca en la misma zona, de forma que se cumpla la misión original de intervenir las palabras, de desestabilizar y hacer extrañas las páginas en una actitud de transgresión: “Folx who believe in you and that’s why we’re possible”.
La traducción de Honora atiende el movimiento –el perreo, el contonear, el sobrevuelo, los deslices– de Tilsa y lo sigue para corporalizar la energía única e irrepetible en tiempo, espacio y carácter de la autora al desdoblar una historia de amor o un relato de creación de un mundo, como en el poema El nuevo cielo donde construye con palabras un espacio de redención desprendida de toda filosofía enredada, proponiendo así su propia ética de lo que ha de ser eterno: el gozo. Dice: “Aquí conocerán a sus bisabuelos / celebrarán reencuentro con todos sus perros”.
Spicer replica inteligentemente el tono de las extensiones y formas de los versos originales, entiende la no rigurosidad o ceremoniosidad del español de Otta, quien se preocupa más por jugar y sorprender en los requiebres de sus cambios de velocidad y de tono, por producir un ambiente literario estroboscópico más que por la regularidad poética. Y eso es, precisamente, poético: esa arbitrariedad que está hecha para nuestro deleite y deseo. Para que la sigamos de un lado a otro abriendo la boca, sintiéndolo todo en alguna parte del cuerpo.
Cuando Tilsa Otta dice “Renuncié a un gran momento de amor una vez más e / inicié una secuencia sin sentido”, declara que fue su elección de abandono lo que le puso fin a algo. Esto habla de la agencia de cada uno de descubrir las formas que tiene alrededor. Este libro apunta a una entrega del cuerpo ante la vastedad del mundo y sus ritmos: las reglas, los íconos, la animalidad, los cuerpos y las posibilidades entre todas esas cosas. Una entrega que, cabe aclarar, no es una derrota, sino una estrategia de vida.