Moronga. Horacio Castellanos Moya. New York: Literatura Random House. 2018. 336 páginas.
De muchas formas, la nueva novela Moronga, de Horacio Castellanos Moya, sigue un modelo temático parecido al de sus novelas más recientes. Sin embargo, mientras la representación de los salvadoreños desplazados y traumatizados por la guerra civil en su tierra natal hace más de 30 años se mantiene presente en sus novelas La diáspora, Donde estén ustedes y El sueño del retorno, en Moronga, su última novela, se abren nuevos escenarios en los que sus dos protagonistas atraviesan espacios desconocidos del medio oeste de los Estados Unidos. Este entorno nuevo le permite a Moya explorar nuevos contextos interculturales y que sus dos protagonistas, José Zeledón y Erasmo Aragón, naveguen las idiosicracias del desarraigo cultural en Merlow City, ciudad típica del medio oeste. Ambos personajes, enstancados en un pasado lleno de los traumas de la pos-guerra, son incapaces de borrar por completo las cicatrices psicológicas se su participación directa en la guerra civil salvadoreña, suceso que marcó su generación.
Cada una de las tres secciones de la novela podría valerse por sí misma, pero en su conjunto forman parte de un cuerpo narrativo completo y único. Mientras las primeras dos indagan exclusivamente las vidas de los protagonistas José Zeledón y Erasmo Aragón, la tercera, y última, escrita en forma de “informe policiaco oficial”, relata la escena culminante y sirve para compaginar las narraciones de las secciones previas. Tal vez el aspecto más destacable de la novela de Moya es su capacidad de crear una atmósfera predominante de ansiedad y paranoia, y el sentido constante de “ser vigilado” que se atraviesan, en distintos grados, durante las tres secciones de la novela. Este ambiente de miedo surge, en su origen, del contexto de la guerra civil; los escuadrones de la muerte, el miedo de ser reprimido, vivir en la clandestinidad, siendo todas estas realidades de la guerra de la década de los ochenta en El Salvador. Este clima de ansiedad implacable constituye la piedra angular del legado duradero de traumas de la pos-guerra, traumas que Moya entreteje habilmente en las texturas densas de su novela.
Mientras el reencuentro en Merlow City entre Zeledon y Rudy, ex-compañero en la guerra en El Salvador obstaculiza su adatación al ambiente de la ciudad, revela, a otro nivel, una inconformidad subyacente y deseo de ayudar al otro ex-compañero, “El Viejo”, como guardaespaldas en actividades turbias como vender armas y asociarse con pandilleros. La renuencia de Zeledón por desligarse de su pasado es representada con fluidez por Moya en su descripción de seis recuerdos específicos de su tiempo como guerrillero en la guerra de los ochenta. Dentro de las texturas de estas escenas recordadas surgen temas de ambivalencia que lo atormentan: la lealtad a una causa superior, acciónes heroicas, y también, inevitablemente, un remordimiento cada vez mayor por su nivel de participación en el conflicto. Siguiendo la alianza con “El Viejo”, Zeledón decide acompañarlo en un operativo relacionado con “Moronga”, un informante protegido por la DEA. Sin planteárselo en términos explícitos, “El Viejo” espera que Zeledon le sirva de sicario y que asesine a Moronga. Que Zeledón se niegue a participar en el crimen realza la dimensión ética de la lucha de el FMLN, y que su lealtad a la “causa justa” sigue fuerte y ha quedado intacta a pesar del tiempo transcurrido desde la guerra.
La trayectoria del otro personaje, Aragón, revela ciertos paralelos con la de Zeledón. Aragón, quien ocupa el primer plano en la novela El sueño del retorno, consigue un puesto académico en la Universidad en Merlow City. Sin embargo, demuestra síntomas mucho más agudos de inestabilidad psicológica relacionados con su pasado. A los traumas latentes de los años de guerra en El Salvador se le acentúa un sentido de paranoia creciente. Su consumo de alcohol en exceso y otras obsesiones, como la de ser acechado incesantemente, lo llevan al borde de un colapso en las últimas secciones de la novela. Como Zeledón, sus lazos con El Salvador son inextricables, y decide rescatar su carrera de periodista por medio de un proyecto de investigacion cuyo objetivo es esclarecer las dudas sobre el asesination del poeta de la izquierda Roque Dalton, quien fue asesinado sospechosamente por supuerstos aliados guerrilleros en El Salvador en 1975. Un conjunto de circunstancias; avances en la tecnología de vigilancia, su examinación de documentos recién desclasificados, y un miedo nacido de sus interacción con dos personajes femeninos, lleva la ansiedad y miedo de Aragón de ser traicionado al punto de ruptura. La habilidad narrativa de Moya sobresale exponiendo el deterioro acelerado de Aragón; su semana en Washington D.C. se presta a monólogos interiores extendidos que permiten atisbos detallados de su sentido de derrumbamiento psicológico inminente, los cuales crean un nivel de tensión y paranoia en Aragón parecido al que se logra en su novela Insensatez.
En las narraciones largas se ejemplifica el análisis profundo de la psique inestable de Aagón, revelando así los niveles de sus propias dudas y sentido de engaño. El estado de ansiedad que padece Aragón también se enlaza, por medio de una serie de flashbacks, con su experiencia directa con la guerra civil; el haber presenciado la desaprición de uno de su mejores amigos y de haber sido víctima de hostigamento injusto por el ejército durante una excursión al campo en El Salvador. El estado paranoico de Aragón se acentúa por la atmósfera que lo envuelve mientras observa el nivel de vigilancia en Washington D.C. Todo llega a su extremo inesperadamente cuando se ve envuelto en un plan de extorsión tramado por Calin, pandillero y hermano de Amando para que los dos se vuelvan a unir. Amanda, una joven guatemalteca que vive en la misma casa que Aragón alquila, amenaza con acusarlo de abuso sexual si no cumple con las demandas de extorsión de su hermano, cuyas demandas acaban llevando a Aragón al colapso psicológico.
Dentro del context de la problemática centroamericana contemporanea de pandillas y narcotrafico y su impacto sobre los Estados Unidos, en Moronga el poder creativo de Moya construye realidades narativas de distinta índole que convergen en la última escena de la novela. Es más, el cambio abrupto de tono en esta sección, la que se relata en el estilo de un informe policiaco, desvela los detalles que dan conclusión a la novela. A través de la novela se logra mantener una atmósfera de paranoia, conlleva la huella inconfundible de indagación y vigilancia, dejando claro la envergadura del poder investigatorio del estado y su impacto en los personajes.
William Clary
University of the Ozarks