LP5 editora. 2022. 80 páginas.
Existen libros que son mero pasatiempo. Que consumimos y olvidamos cual snack para matar el hambre a entrehoras. Pero también hay libros a los que hay que acercarse con cuidado, porque dejarán poso y no abandonarán nuestro pensamiento cuando hayamos dado por terminada su lectura. Los regalos y las despedidas, de Ricardo Montiel (poeta, narrador, músico y arquitecto nacido en Maracaibo, Venezuela, en 1982), es uno de esos libros.
En el prólogo que introduce la obra, Norberto José Olivar destaca la identidad como tema principal, como cuestión que siempre vuelve por las razones más dispares, redefiniéndonos y renombrándonos, adaptándonos a lo que creemos o queremos ser. Por eso, subraya que, para conocerse, hay que buscarse en lo que da miedo.
Y eso es precisamente lo que hace Ricardo Montiel en los cinco relatos que componen este volumen. El autor nos lleva al pasado, a ese momento en el que empezamos a abandonar la infancia y debemos enfrentarnos a un mundo que ya no comprendemos. En estas historias, la familia ha dejado de ser refugio y se presenta como una estructura quebradiza y desperdigada, casi como el primer obstáculo a superar en la lucha personal contra el mundo. Es en este hogar que ya no es hogar (o que quizá sí lo es, pero no como creíamos) donde el autor nos hace revivir el eterno choque entre generaciones, esa colisión entre el mundo preadolescente y el adulto que no hace sino recordarnos que en realidad no son tan diferentes entre sí. Que comparten sueños y decepciones, y a menudo chocan contra las mismas paredes.
Quizá sucede que, como sugieren estos textos, no hemos dejado nunca de ser niños. Quizá no hemos dejado nunca de tener miedo, y el paso a la adolescencia es la primera constatación de que nunca seremos mejores que aquellos que nos preceden.
Así, ya sea como rechazo hacia nosotros mismos, como expresión de rabia o como única reacción posible ante esa decepción elíptica a la que parecemos estar condenados, regresamos al deseo de romper las reglas, de oponernos al orden establecido, de rebelarnos mientras intentamos sin descanso buscar un lugar para ser comprendidos, sentirnos a salvo y al cual pertenecer.
Sin embargo, no debemos caer en la trampa de pensar que éste es un libro triste o sentimental. Ricardo Montiel teje los desengaños de Los regalos y las despedidas con una voz cercana y poética, testimonial sin serlo, capaz de llevarnos a ese tiempo en el que también nosotros, los lectores, estuvimos perdidos. Pero también es una voz comprensiva, que recuerda con cariño al niño que fuimos y que condona al yo adulto que traicionó sus sueños.
Puede que éste sea un libro que nos ayude a mirar en nuestro interior, que nos ayude a comprender aquellas partes de nosotros que, como los restos de los sueños al despertar, se nos escapan, o que se limite a hacernos sonreír con tristeza o nostalgia. Sin duda, esta es una obra a tener en cuenta, una de esas joyas a las que de una manera u otra siempre regresamos.