Trabajos del reino. Yuri Herrera. Cáceres: Periférica. 2010. 127 páginas.
La crítica periodística y la académica han encomiado la obra de Yuri Herrera, cuya figura como novelista despunta en las letras mexicanas de las primeras dos décadas de nuestro siglo. Su primera novela, aquí reseñada, lo hizo acreedor de los premios Borders of Words (2008) y Otras voces, otros ámbitos (2009). El éxito de Trabajos del reino no se ha producido solamente entre los críticos, sino también en las librerías: la primera edición (2004) es del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, la primera en España (2008) es de la editorial Periférica, quien la vuelve a publicar en enero de 2010 y hace una reimpresión un mes después. Gallimard publica la primera edición en francés en 2012 y una reimpresión en 2016. Ha sido además traducida al alemán y al neerlandés.
El éxito de la primera novela no es gratuito y se ha consolidado con sus trabajos posteriores: Señales que precederán al fin del mundo (2010) y La transmigración de los cuerpos (2013). El propio Herrera ha comentado en varias entrevistas que el tema del narcotráfico que permea sus obras es solamente un motivo y no su núcleo. De este modo, quien lee Trabajos del reino desde el continente americano puede fácilmente encontrar la relación con la guerra contra el narcotráfico que cobró trágica intensidad en Ciudad Juárez, México. Sin embargo, Herrera elige con cuidado sus palabras en la novela y evita cualquier referencia directa a políticas sexenales, ciudades o personajes específicos. Para él el narco es un tema que se relaciona con otros momentos históricos y otras tradiciones literarias, no una excepción. Por ello es que el lector en España, Francia, Holanda o Alemania puede encontrar un drama que es a la vez local y universal.
En la novela hay un narrador en tercera persona que nos cuenta la historia de Lobo, un joven músico callejero que va de cantina en cantina cantando por unas monedas. El narrador es cuidadoso con sus palabras, mesurado; a veces piensa como los personajes y a veces los juzga, pero es siempre sutil y cuidadoso. Por ello el lector conoce los hechos de los personajes, pero pocas veces sus pensamientos. Lobo ve las acciones de los capos (pocas veces así nombrados por el narrador) y se da cuenta que son el Rey y su Corte cuando lo defienden de un ebrio que no quería pagarle por sus canciones. Herrera hace así de sus personajes una cultura, unas relaciones cultivadas entre los personajes, y no la restringe exclusivamente a la narco-cultura. Puede ser una cantina en Ciudad Juárez, pero también puede ser una corte europea, donde el trabajador es protegido por el rey y este combate otros reinos y los más afortunados viven y se bañan en gloria, mientras que los demás son engullidos por el olvido.
El narrador sigue a Lobo por la Corte (donde se le llama el Artista) mientras el joven aprende los mecanismos del Reino y recibe a la Niña, una joven de la Corte cuya mano el Rey le otorga. Sin embargo, oscuras nubes se ciñen sobre el Reino y parece que una guerra se aproxima. Algunos capos parecen haber traicionado al Rey y el futuro es incierto, pues la violencia ha llegado ya al Palacio con el asesinato de algunos cortesanos. El Artista confía ciegamente en la habilidad de su otrora defensor para defenderlos de otros reinos, pero varios cortesanos ven como inminente la caída del Rey. El propio protagonista de la novela nota que navegar en el Reino no es tan fácil, pues se enamora de la Cualquiera, hija de la Bruja, quien no estaba destinada para él y por lo tanto termina por romper el orden de la Corte. Uno tras otro, los eventos de la novela van anunciando la zozobra, pero el Artista no la ve y acepta ir a cantar a otro reino a manera de espía. El protagonista dice las palabras inadecuadas en un descuido y eso termina por desmoronar no solo su relación con el Rey, sino el Reino entero.
Al final, los destinos del Rey, la Cualquiera y Lobo se reformulan en función de cómo lograron adaptarse a los cambios durante la guerra entre los reinos y el gobierno. Lobo ve el mundo exterior con una mirada renovada, por lo cual se ha llegado a llamar Trabajos del reino un Bildungsroman. Lo que es innegable es que, más que una novela de la frontera, es una novela limítrofe, que participa de la novela del narco, del Bildungsroman, de personajes desdibujados que por ello mismo son más reales, aunque menos realistas. Yuri Herrera rompe así la dicotomía entre narrar una realidad local y una literatura que llegue a un público amplio, entre el nuevo periodismo y la tragedia de personajes primigenios. Herrera presenta un drama individual inseparable de la realidad histórica y social, pero con un sujeto capaz de moverse en esa realidad y aun escapar de ella.
Rodrigo Figueroa O.
Texas Christian University