De este lado del cielo: Nueva antología de poesía peruana. Mario Pera. Santiago de Chile: Descontexto Editores, 2019. 512 páginas.
Si la poesía peruana comienza con Manuel González Prada, José María Eguren y José Santos Chocano y se actualiza con Miguel Ildefonso, Victoria Guerrero y José Carlos Yrigoyen como ocurre con la antología De este lado del cielo, compilada y prologada por Mario Pera -también poeta- entonces podemos hablar de un largo ejercicio cuyo lenguaje creativo urde con la innovación y la historia textos que genuinamente se pueden disfrutar.
Si entre principio y fin, articulan la cadencia Blanca Varela, Carlos Germán Belli o Rodolfo Hinostroza, bueno, uno se va entusiasmando en llevar el compás con la mirada y, decididamente se quedará a un evento feliz estando la obra -trágica, pero feliz para nosotros, sus lectores- de César Vallejo, entonces usted comprenderá que estamos ante un evento mayor.
Son 132 años desde el nacimiento del primer autor hasta el último de los 69 que componen la muestra. Para cualquier país, un siglo basta y sobra, en el caso puntual, pienso que más sería aún mejor. Esto, porque Mario Pera aclara en su prólogo las etapas, los procesos y los protagonistas de la historia poética de la nación peruana. La dependencia colonial que un virreinato deja en el calcio del lenguaje, herencia que fricciona, va astillando con cada nueva promoción, las fracturas de vanguardia, definiéndola con sus contradicciones. Como nos sugiere Sebastián Salazar Bondy “mi país es una intensa pasión, un triste piélago, un incansable manantial / de razas y mitos que fermentan”. Eso que una gran poesía es: universal en un universo propio.
El formato amplio del libro también nos permite apreciar, precisamente, textos de largo registro, donde el desarrollo de las diversas propuestas estéticas aterrizan en el poema, lo que es un gran acierto de quien realiza el proceso curatorial. Quizás por ahí nos acercamos al criterio de selección, pues, aunque la historia finalmente va canonizando nombres y propuestas, no es menos cierto que el antologador puede y debe hacerse cargo de un ejercicio de reflexión que, al menos, distinga la o las líneas que mejor definen una obra.
Ahora bien, a pesar de la extensión, o a propósito de ella, es conveniente repasar esta larga lista porque de hecho es la línea principal. Ocho autores nacieron antes de 1900: Manuel González Prada, José María Eguren, José Santos Chocano, Abraham Valdelomar, César Vallejo, Juan Parra del Riego, Gamaliel Churata y Alberto Hidalgo. Magda Portal inicia su vida justo el 1900. Con Vallejo sabemos que hay un antes y un después o un después y un después. Le siguen en estricto orden cronológico César Moro, Enrique Peña Barrenechea, Xavier Abril, Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Raúl Deustua, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy, Julia Ferrer, Efraín Miranda, Alejandro Romualdo, Blanca Varela, Washington Delgado, Carlos Germán Belli, Francisco Bendezú, Juan Gonzalo Rose, José Ruiz Rosas, Pablo Guevara, Cecilia Bustamante, César Calvo, Walter Curonisy, Guillermo Chirinos Cúneo, Juan Cristóbal, Luis Hernández Camarero, Rodolfo Hinostroza, Antonio Cisneros, Javier Heraud, Manuel Morales, Enriqueta Beleván, Juan Bullita, Juan Ojeda, Jorge Pimentel, José Watanabe -también fallecido, como la gran mayoría de los antes citados, pero que va dando cuenta ¿o desde Hinostroza? que hay una generación firme y sostenida en la poesía contemporánea de Perú. Le siguen Óscar Málaga, Juan Ramírez Ruiz, Mirko Lauer, Carmen Ollé, María Emilia Cornejo, Enrique Verástegui, Yulino Dávila, Carlos López Degregori, Giovanna Pollarolo, Marcela Robles, Mario Montalbetti, José Morales Saravia, Roger Santivañez, Magdalena Chocano, Dalmacia Ruiz Rosas, Eduardo Chirinos, Mariela Dreyfus, Juan de la Fuente, Rafael Espinosa, Rodrigo Quijano, Monserrat Álvarez, Martín Rodríguez-Gaona, Miguel Ildefonso, Victoria Guerrero y José Carlos Yrigoyen. La variedad, la expansión se va dando en la medida el concepto de lenguaje va complejizando la incorporación de sus elementos visibles en la composición del texto, así, autores como Lauer, Ollé, López Degregori, Montalbetti hacen otra vuelta de tuerca hacia un poema que habla de sus composiciones más que de un ser peruano, pasando, por así decirlo, hacia un cielo donde caben todas las estrellas.
Esta (pre)disposición, también permite apreciar los cambios históricos en el desplazamiento de la escritura. De la central Lima hacia los barrios periféricos, hacia la provincia que intuye su propio decir. De las individualidades vanguardistas hacia las agrupaciones conceptualmente reflexivas como Hora Zero o más adelante el Movimiento Kloaka, historia, esta última, que aún permea el presente. Así, el goce lector va perfilando un modo de leer los procesos culturales o contraculturales en este caso y, sus quiebres en el complejo entramado que deja la poesía peruana.
Década atrás, por ahí, en el 2008, gracias a la antología Fuego abierto de Carmen Ollé, se hablaba de la prevalencia de las ideas sobre poéticas reproductoras de la anécdota que denominamos realidad, sí y no. Sí, en cuanto existen antecedentes de experimentación desde aquel vanguardismo andino de Churata, los 5 metros de poemas de Carlos Oquendo hasta Montalbetti pasando, claramente por el Contranatura de Hinostroza. No, porque los personajes (incluso en el Hinostroza posterior) y la historia pasada y presente del Perú, siguen siendo parte fundamental de la escritura: la poética social de Manuel Scorza, la “estética virtuosa” de Blanca Varela, el sarcasmo de Montserrat Álvarez, devienen del estar leyendo en alerta el cuerpo social y biográfico de las referencias vitales. Mario Pera logra sintetizar bien esta cadencia en su extenso prólogo y justificar al mismo ritmo la lectura de esta obra, pues defender ciertos criterios es una cosa, mas ejemplificarlos es otra, en palabras del mismo Pera: “Estos pasan por la representatividad e influjo de algunos poetas en su época, así como el valor estético de su obra, el valor histórico para abrir nuevas formas de expresión poética o –a mi criterio– formas mejor logradas en las mismas. Por último, intento poner en evidencia las aristas de la poesía escrita en el Perú, las que convergen o divergen según las circunstancias.”
Para nosotros ha sido una feliz oportunidad de reencontrarnos con autores que se leen en su individualidad, el misterio propio, y que finalmente componen un todo persistente en el tiempo. Un arraigo por porfía, cuyo resultado es una obra sólida, histórica y, a la vez, llena de matices. De este lado del cielo, la antología de Mario Pera es sin duda, un libro para leer en cualquier lado.
Sergio Rodríguez Saavedra