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Número 36
Poesía

Cinco poemas de Aguas servidas

  • por Carlos Cociña
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  • November, 2025

1. El primer fragmento
(emisión oral primera)
“Estructura de la mirada”
(Fragmento)

Entre todo,
la mano busca la piel
la piedra
el agua y la tierra.

Por la palma se deshacen los contornos.

El tacto desordena la textura
y por poner la voz
se desentraña la forma del agua.

La tengo en las manos.
La amaso en las manos.

Con los dedos cierro el párpado.

Desde lo negro a lo blanco
cambian los matices
los objetos
la piel
la boca
las manos
y puedo
y miro el ojo.

El ojo en su agua se retrae,
entre las paredes.

 

1 C


Casi no camina el agua en estos confines que nacen de ser desterrados
en la propia patria. Es en este punto donde queremos recuperar
los pequeños actos ceremoniales que nos amarran el cuerpo a este pedazo
de la tierra, con el cual el único vínculo será finalmente el feroz
deseo de gritar la canción nacional. Es esto lo que pretendemos recuperar
en este desesperado intento por reencontrar la palabra que sea
el exabrupto verbal de esta realidad que no se puede nombrar en la
palabra quebrada. Es mucho más allá la fuerza que nace del inmenso y
pequeño acto de estar vivos. Es absolutamente atentatorio mostrar
a viva voz la cara escogida entre las caras para ser lo vivo en las
mañanas sin posibilidad; sin embargo, estar vivos y saberlo y decirlo y
repetir sin olvidar que es el salto en la cuerda floja quien permite
la risa del fornicio y los hijos y el poder decir mañana en el día
de ayer, cuando no había ninguna posibilidad de asegurar la escritura
de la tribu.

 

2 A

Todos los ojos empiezan a fijarse limpiamente para que se arreglen
los objetos posibles de serlo. Es todo más tranquilo tanto en
la superficie como en la mirada de la muchedumbre que se puede individualizar
]en cada una de las córneas transparentes de limpieza
no precisamente matinal, sino en la conversión del nervio óptico,
inmaculadamente retorcido para poder acercarse a realidades tan simples
como es el trozo de muralla que nos separa de otras miradas,
en absoluto penetrantes, pero sí posibles de vislumbrar por
los olores del cuerpo acostumbrado al trabajo de los músculos que permiten
centrar la mirada en el punto exacto de la infinitud de posibilidades
que da el espectro de visualización y los matices
de la luz en desintegración y en la presencia y ausencia
de los cuerpos.

 

2 B

Cuando irrumpe el mundo de los ojos en las bocas de aquellos
que somos los posibles hombres de la retaguardia en la mayoría
de las prevenciones tomadas para evitar nuestro presente dislocado
en ojos abismados de la propia presencia de las córneas o el tejido
que forma todo el glóbulo que nos permite ver más allá de las manos
que no dejan de refregar los párpados por no estar cegados
y gritar que queremos ver y que podemos ver y que vemos más que nadie
cuando todos creían que estábamos ciegos, pero no es así,
pues aunque no se pronunciara nuestra palabra eran nuestros ojos
quienes iban acumulando todos los posibles contornos de cada
objeto que nos fue negado y la mirada no fue hacia adentro sino
hacia afuera y de frente a esos objetos para poder ver de reojo
las sensaciones que sistemáticamente se nos quitó creyendo que
fijando los ojos en un objeto de matices no íbamos a poder vernos
en el espejo de ese semejante que siempre era posible vislumbrar,
a pesar de las prohibiciones que recayeron sobre cualquiera que
mirara sin gafas ahumadas. Y qué decir de los que pasaron a cegarse
tanto tener los ojos sin ojeras y sin anteojos que permitieran
olvidar que siempre seguimos mirando en una actitud que se nos hizo
tan natural como respirar este aire con sabor y olor al cuerpo
de cada semejante de este ojo que debía ser mirado con toda
la exactitud que es posible con los ojos descubiertos simulando dormir
o estar limpiando las gafas o poniéndoselas, cuando en realidad
estábamos mirando a ese otro que sí éramos nosotros, siempre
miradores y mirados en la acción de mirar los actos de nuestras
manos, y el acto de mirar lo que íbamos siendo y haciendo en este
tránsito al despeje total de la mirada que pasa a transformarse
en tocar, en hacer, en ser el verbo mirar conjugando en acto todos
sus posibles.

 

2 C

Tú sabes que sin mirar, ves mucho más de reojo de la presencia de cada
uno de nosotros, simples posibles obstáculos a la luz o la ausencia
de la misma en el horizonte que abarca la mirada en un retorno a
la posibilidad de ver y dejar de ver el ojo en la cavidad orbital
por tratar de irse al agujero óptico, pero tú también sabes que
no es posible revolver los caminos e irse al reverso de la cuenca
pues las glándulas y vías lagrimales están aferradas a los conductos
del hueso, con lo cual toda posible dirección es el camino de
la arteria central de la retina y dirigirse directamente por
el cuerpo vítreo, disparado por el cristalino y la córnea al único posible
encuentro con uno mismo en la plenitud de la mirada que es
en el afuera que llega en la luz del reflejo de los semejantes,
en la mirada donde tu ojo es sólo el reflejo de una luz que esquiva
la sombra de su dimensión cuando encuentra que su explicación
está más allá de su concavidad y ve que la explicación está en
las miradas de cada uno de los posibles miradores y hacedores de
lo asequible de mirar en este visible encuentro con lo que todos construimos.

Foto: Carlos Cociña, poeta chileno, por Loreto Varas Bordeu.
  • Carlos Cociña

Photo: G0 Ediciones

Carlos Cociña is one of the most important contemporary Chilean poets. Recently, his work has garnered more attention, receiving awards such as the Santiago Municipal Literature Prize in Poetry (2014), the Lifetime Achievement Award at La Chascona Poetry Festival (2017), and the Circle of Art Critics of Chile Poetry Prize (2017). His first book, Aguas servidas, is widely considered to be his most important, and one of the most significant of the years of Chilean dictatorship. A translation of a selection of his poetry, Gardens, has been translated to English by Ian Lockaby and published by Cardboard House Press (2021). He is also active in digital poetry, running the website poesiacero.cl, which contains some of his digital poetics.

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