Etimológicamente, la palabra mapuche combina la expresión mapuzungun mapu, que significa “tierra”, con che, que significa “pueblo”. En otras palabras, los mapuches se autodefinen como “el pueblo de la tierra”. La preposición en esa frase adjetiva es de especial importancia en sí misma, ya que los mapuches asumen que son personas de la tierra y no poseedores, propietarios o privatizadores, por ejemplo. Como los registros arqueológicos atestiguan, en relación con las antiguas historias orales, su cultura mapuche surgió hace unos 14.500 años, proveniente de un pueblo nómada que atravesó el tercio del sur de lo que hoy se denomina comúnmente como América del Sur continental. Durante la mayor parte de ese tiempo, los mapuches se movieron libremente desde el centro y el sur de Chile hasta el sur de Argentina, y en esa extensión practicaron cosmovisiones regionales diversas pero superpuestas, mientras se involucraban en los períodos estacionales de la caza y la recolección; creando exquisitas pinturas rupestres, cerámica y estatuas; e ideando herramientas innovadoras de piedra y madera. Sin embargo, en 1520, el rico y extenso mosaico de la vida indígena en la región se vio profundamente alterado.
Específicamente en 1520, el explorador portugués Fernando de Magallanes llegó al Cono Sur y su escriba italiano, Antonio Pigafetta, registró el momento histórico en un archivo repleto de arrogancia eurocéntrica, racismo y exotismo. Por ejemplo, Pigafetta describió a los indígenas como a los famosos tehuelches de la región, como gigantes fantásticos que se alzaban sobre los exploradores europeos, cuyas cabezas apenas alcanzaban las cinturas de los lugareños. Asimismo, escribió acerca de sus orejas como colgajos de elefante que llegaban hasta los pies, una de los cuales se usaba por la noche como colchón para dormir y la otra como una manta. Extendiendo sus proyecciones hacia el firmamento, Pigafetta relató el descubrimiento de la Cruz del Sur en el cielo nocturno, lo que significa que estaba mapeando astronómicamente una iconografía eurocéntrica cristocéntrica sobre la antigua constelación tehuelche de una mítica huella de ñandú. De esta forma comenzó la arremetida del Siglo Ⅴ, vinculada con la abyección europea, la distorsión, la deshumanización y la supresión de los pueblos indígenas de la región; con las consecuencias que incluyen la usurpación, el encierro y la europeización de las tierras mapuches, en conjunto con la denigración y desarticulación de sus estilos de vida y sus idiomas, prácticas y creencias.
Sin embargo, los mapuches siguen siendo la única comunidad indígena que no ha sido conquistada en Sudamérica, es decir, hasta el día de hoy continúan siendo independientes, después de haber resistido al Imperio incaico, a la conquista española y a múltiples intentos de exterminio, por parte de la Iglesia y del Estado, durante la Edad Media y la Modernidad, incluyendo la actual ola asesina de políticas de desplazamiento en nombre de la privatización, la globalización y el progreso. De esta compleja historia, de este mapu, surge la poeta mapuche contemporánea Liliana Ancalao. Nació en 1961, en Diadema, Argentina, en la sureña provincia de Chubut, donde casi el doce por ciento de la población es mapuche. Se trata de la antigua tierra mapuche y, como se mencionó anteriormente, los antepasados de Ancalao han caminado en este lugar durante casi 15.000 años. En el caso de Ancalao, su familia proviene de puel mapu, que significa la tierra al este de Los Andes y que se extiende hasta el Estrecho de Magallanes, la cual nunca estuvo definitivamente limitada en su territorio hasta que el gobierno argentino obligó realizar las “reducciones”, como ocurrió con la mayoría de los mapuches del último cuarto del Siglo XIX, durante la llamada “Conquista del Desierto”.
Entre aquellos que fueron forzados a permanecer en las reservas, durante ese vil momento histórico, se encontraban los bisabuelos de Ancalao. Como consecuencia, los abuelos de Ancalao, como todos los niños mapuches que allí permanecían, se vieron obligados a aprender y conversar en español en la escuela pública. Esto marcó una forma de colonización del poder, especialmente siniestra y devastadora: el intento de borrar la vida y la cultura mapuche a través de la represión sistemática y el reemplazo de su lenguaje. El impacto de esta violencia lingüística resuena, hasta el día de hoy, en el reclamo del mapuzungun a través de los escritos de Ancalao, como ejemplo de una importante discusión contemporánea. En términos más generales, como se mencionó anteriormente, el enfrentamiento al mapuzungun y la vida mapuche, a finales del Siglo XIX y principios del siglo XX, también incluyó la reorganización de la vida rural por parte del Estado, en detrimento de la autonomía y el bienestar de los mapuches. Como resultado, los padres de Ancalao, como muchos mapuches, se vieron obligados a migrar a la ciudad en busca de trabajo. Esto explica la educación relativamente urbana de Ancalao en comparación con miles de sus antepasados mapuches. Hoy, desde su casa en la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia, en Chubut, aborda precisamente esas rupturas, a menudo escribiendo con elocuencia, precisión, urgencia y claridad, la poesía y prosa del desplazamiento histórico, la censura lingüística y la violencia material sufrida por los mapuches. De manera similar, emprende ese trabajo como una importante historiadora oral de su pueblo.
A través de esas prácticas culturales entrelazadas, Ancalao se esfuerza por recuperar su identidad mapuche a partir de siglos de intentos, tanto de la Iglesia como del Estado, que pretenden deformarla, desestabilizarla, desacreditarla y borrarla. Es decir, en una suerte de mapuzungun redescubierto, la escritura de Ancalao es testigo de la resistencia y el resurgimiento de su pueblo, contra la diversidad de la violencia. Es su testamento del poder, del orgullo, del equilibrio; la resistencia y la belleza de los mapuches que solo se produce después de décadas de arduo y sostenido estudio del mapuzungun, bajo la dirección de múltiples maestros. Como consecuencia de ello, su voz es tan crucial como convincente de escuchar, desde la transhistoria hasta la actualidad, ya que Ancalao continua trabajando en favor del rescate y la difusión de las historias en peligro, la cosmovisión, la música, la historia, los mitos y la mapu de su gente; esto ayuda e influye en las complejas conversaciones transnacionales sobre temas cruciales (y mancillados mutuamente) como el racismo, el sexismo, la pobreza y la contaminación, por mencionar solo algunos.
Vale la pena destacar que para Ancalao el trabajo se inicia en el lenguaje, es decir, en mapuzungun. Ancalao es conmovedoramente consciente de la tradición lingüística oral del mapuzungun; no hubo un sistema escrito para ello antes de la conquista, y no existe una codificación definitiva hasta la fecha. Así, hasta cierto punto, al escribir poesía en mapuzungun, Ancalao revitaliza un lenguaje asediado al respirarlo poéticamente en el presente, y destaca una intervención poética subversiva al usurpar desafiantemente el arma de la alfabetización escrita y blandirla críticamente contra su opresor hegemónico, la alfabetización en español. Además, en sus escritos en mapuzungun, está creando nuevas posibilidades para conmemorar, articular y concebir la vida, tanto mapuche como de otro tipo. Simultáneamente, persevera en su ayuda para restaurar un continuum cultural que emerge mucho antes de la conquista, y cada vez que habla, traduce o escucha el mapuzungun, también encarna una historia antigua viviente. De esta forma, empoderada y trabajando en múltiples temporalidades a la vez, estudia minuciosamente los registros históricos, los textos antropológicos, la literatura, la música y la producción de la cultural global “de y sobre” los pueblos indígenas, pues todo esto alimenta su vida escrita, ya sea en su poesía, historiografía, historias orales o en la defensa de su gente.
Ancalao también practica una poderosa forma de política colaborativa mapuche. Esto es evidente, por ejemplo, en su participación para la creación comunitaria Ñankulawen (1994), un grupo de mapuches en Comodoro Rivadavia quienes trabajan juntos para explorar el pasado, apoyarse mutuamente en el presente y llevar la vida mapuche al futuro. En otras palabras, Ñankulawen sirve como un nexo cultural invaluable para los mapuches, tanto en la región como más allá. Estos centros comunitarios son tan necesarios ahora como lo han sido siempre, con la finalidad de lograr la independencia y la vitalidad de los 1.7 millones de mapuches que viven entre Chile y Argentina. Hoy por hoy, ellos están siendo amenazados por los estados-nación mapeados en su mapu, en el contexto de las crisis actuales que incluye la contaminación a gran escala —por industrias nacionales y multinacionales—, los continuos desplazamientos de la población, la deforestación severa, las brechas salariales para los mapuches en la fuerza de trabajo, la desigualdad en su sistema educativo, la protección necesaria que no se destaca en las leyes federales y locales, e incluso, el asesinato directo e impune del pueblo mapuche y sus aliados, como los casos recientes de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado, por ejemplo.
A través y en contra de tanta violencia saturada, Ancalao levanta la voz. Ella canta una poesía que es, al mismo tiempo, mordaz y rebuscada, urgente y atemporal. Además, no sólo canta las brutalidades históricas y las humillaciones perpetradas contra su pueblo, sino también hace referencia a su coraje, belleza, fuerza y complejidad. Ella celebra su capacidad de recuperación y creatividad. Ella comparte sus ideas sobre el bienestar ecológico, sociopolítico y espiritual. Ella critica el estado mientras que también lo imagina de otra manera. Ella examina el potencial de la vida mapuche para transformar al mundo en un lugar que sea mejor para todos.
En pocas palabras, Ancalao es una poeta que todos necesitamos. Ella nos está enseñando a reclamar nuestro (s) idioma (s) con ternura, esperanza y precisión, para aprender a respetar el de los demás. Ella nos da la lección necesaria para escucharnos unos a otros con gran atención, paciencia y compasión. Ella ejemplifica la valentía y la modestia, ya sea para excavar atrocidades históricas o para teorizar nuevas concepciones entre quiénes somos y quiénes podemos ser. A través de los tropos y las figuras de la poesía —y mediante su reclamación de mapuzungun— Ancalao está creando, para nosotros, nuevas formas de mirar al pasado, entender el presente e imaginar un futuro mejor. Así, su voz anuncia posibilidades, tanto individuales como colectivas, que existen para crear y compartir nuestro precioso tiempo, juntos en esta Tierra, este mapu, de la manera más comunicativa y armoniosa.
Por estos y otros motivos —aunque parezca paradójico— Ancalao, como artista, se lanza con valentía hacia adentro y hacia atrás, para dirigirse a usted en una conversación. En otras palabras, a través de su poesía ella está abriendo una visión del mundo mapuche desde un nuevo tipo de testimonio y está generando un novedoso e híbrido modo de interacción entre lectores transculturales y multilingües; esto, a su vez, nos anima a concebir nuestros mundos a través de una cuidadosa atención vinculada con la potencialidad del idioma (o los idiomas) para hacer posibles nuevas formas de ser. Se puede encontrar sus textos en mapuzungun, español e inglés; su lucha “con y entre ellos” es una instancia de la batalla vivida en nuestra realidad postcolonial compartida. Dicho de otra manera, esta es la manera de ser de Ancalao, quien nos inscribe sus más profundas esperanzas de que la humanidad forme comunidades diversas y más inclusivas, pacifistas e igualitarias. Esto queda claro a lo largo de su obra escrita, en la que trabaja incansablemente para crear espacios en el cuerpo político, no solo para los mapuches, sino también para todos los pueblos indígenas, mujeres, migrantes y todos aquellos que hayan sido menospreciados, minorizados y/o silenciados, amenazados de ser borrados por el Estado.
Estimado lector, acepte entonces la invitación de Ancalao y, por favor, únase a ella en el reconocimiento poético que nos lleva a escucharnos unos a otros, con más concentración, apertura y compasión. Perciba los movimientos de Ancalao rastreando nuevos y cruciales caminos hacia futuros más pacifistas y escúchela elogiando la potencialidad nutritiva de una política de inclusión basada en la audiencia radical. A través de tal reorientación, usted podría llegar a comprender la fenomenología de su poesía más fina, lo que nos lleva a entender cómo ella de alguna manera vive “seeing herself [as] a ruins on the map of dreams” [viéndose a sí misma como ruinas en el mapa de los sueños], como las “impossible flowers” [flores imposibles], perdurando en el paisaje. Es esta nuestra misión, sugiere ella: aprender a llevar las penas de la mapu y, al mismo tiempo, vivir las ramificaciones de su capacidad para producir erupciones de belleza, deslumbrantes e inexplicables.
Seth Michelson
Washington and Lee University
Traducción de Claudia Cavallín