Bogotá: Minotauro, 2021.
Para quienes recién se enteran del crecimiento vertiginoso de la producción de ciencia ficción en América Latina en años recientes, la antología El tercer mundo después del sol capta bien la amplitud y profundidad impresionantes que ha logrado el género en el nuevo siglo. A la vez, ofrece un resumen útil de décadas de interpretación crítica sobre las características de este tipo de literatura.
Apropiadamente publicado por Minotauro, una editorial pequeña especializada en la literatura fantástica y de ciencia ficción, fundada en Argentina en los 50, este volumen posee un título maravilloso, una portada llamativa y una variedad distintiva de relatos provenientes de 11 países —todo ello sirve para poner al día a cualquier lector novato de este género, exhibiendo la alta calidad de ciencia ficción en la región—. Si en las décadas anteriores numerosas antologías dedicadas al género han ofrecido una discusión amplia sobre qué es lo que define la contribución de América Latina a este tipo de literatura, el volumen presenta una síntesis hábil de este debate en la introducción en la que el coordinador Rodrigo Bastidas Pérez ofrece un punto de partida conciso y útil sobre sus rasgos más importantes y puntos de inflexión a lo largo de los años. El acercamiento de Bastidas Pérez hace que la introducción sea una adición inusual e indispensable a la antología en lugar de obligatoria y superflua, como pueden serlo en muchas introducciones, y ello prepara el camino para la experiencia de lectura que sigue. Es más, después de cada cuento los autores brindan un comentario breve sobre qué significa la ciencia ficción latinoamericana para ellos.
Un descuido merece ser mencionado sobre la selección de cuentos: al incluir pares de relatos de Cuba, México y Argentina, excluye así textos de otros países—digamos un país del Caribe, como República Dominicana y/o Puerto Rico, y otro país de una región frecuentemente omitida, como es América Central con sus seis países—. Esta última posibilidad muestra cómo el istmo ha sido invisibilizado, de nuevo, por esta calibración del corpus, a pesar de tener una cantidad notable de escritores de calidad. Sin embargo, esta exclusión no quita el hecho de que esta antología resulta ser uno de los volúmenes más sustanciales de la región en lo que va del siglo.
El primer relato en la compilación, “La conquista mágica de América”, del chileno Jorge Baradit, exhibe precisamente lo que hace que la ciencia ficción de la región sea local: una especie de ucronía sobre el encuentro entre los pueblos indígenas en las Américas y los colonizadores, narrada en buena parte desde la perspectiva de los chamanes y medios mapuches en un plano maravilloso y mítico. Esta historia empareja bien con otra de la argentina Teresa P. Mira de Echevarría, “Les Pi’yemnautas”, que sigue a dos hermanos indígenas—ambos astronautas—en sus maravillosos viajes separados pero entrelazados por algunos agujeros negros, que tuercen y relativizan el espacio, tiempo y, sorprendentemente, género—en un relato que podemos considerar como parte de la tendencia new weird de la región—. Un cuento complementario en este registro sería “Fractura” del uruguayo Ramiro Sánchez, en el que exhibe la cualidad extraña de la visita a Lima de un narrador-escritor foráneo que deambula por la ciudad alterada fantásticamente por un enigmático domo, un artefacto que ancla la trama, junto con un alucinógeno que fractura la experiencia temporal y espacial del personaje. Tal estado estrambótico marca “Exodo X”, de Luis Carlos Barragán, que se sumerge al lector en un mundo de alteridad radical en el que la gente se metamorfosea en otra gente o animales, mientras su subjetividad permanece intacta, disolviendo así las distinciones entre identidades, razas, géneros y especies—un popurrí posthumano—.
El escritor mexicano Alberto Chimal ofrece “El gran experimento”, una ficción climática espeluznantemente familiar que está estructurada en forma de una lista que va de uno a cien, comenzando con un mundo hiperpolarizado en el cual numerosas naciones ilegalizan la inmigración justo antes de que los polos árticos se derritan y provoquen olas masivas de refugiados climáticos (y con esto, solamente se llega al número 20). En “La sincronía del tacto”, su compatriota Gabriela Damián propone una historia provocadora que toma como su novum una flor inusual que induce no solo un estado psicoactivo para quienes la ingieren, sino que también provoca una comprensión de la realidad interconectada de todos los seres humanos y no humanos. En “Un hombre en mi cama”, de la ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, se narra una historia que abunda en temas que surgen de un globo sobrecalentado, lo que obliga a la gente a encerrarse y provoca un mundo ultra-mediado que padece de una alienación social muy generalizada que solamente puede ser aliviada por la adicción, el escapismo y la necesidad profunda de dormir.
El brasilero Fábio Fernandes proporciona un relato titulado “Amor: una arqueología”, que recuerda a los senderos que se bifurcan de Borges por imaginar un aparato 30 años en el futuro que permite que dos hermanas visualicen cronologías alternativas de su padre y cómo algunas elecciones tomadas por él resultan en vidas distintas para él mismo y, en última instancia, para ellas. En “Slow Motion”, la escritora y académica cubana Maielis González propone una narradora que es un ser de inteligencia artificial que se encuentra enredada en una especie de historia de espías que plantea una ya conocida oposición entre los humanos y la I.A. en la que las traiciones abundan. Combinando bien con este, “A través del avatar” de Laura Ponce se alinea muy bien con la estética cyberpunk de los 90—hackers, cyborgs, el deterioro urbano, la vida de la calle, los videojuegos, la adicción, y el tropo bien conocido de una línea borrosa entre la realidad virtual y la realidad—y pone en el tapete una protagonista femenina ineludiblemente atraída a una experiencia completamente nueva. “Other Voices”, de la boliviana Giovanna Rivero, postula una historia neogótica densamente narrada de fantasmas, amor y almas torturadas, ambientada en la Manhattan del 11 de septiembre del 2001; la narrativa se respalda en una tecnología especulativa orientalista y está empapada de un tono de desafección joven inspirado por la canción epónima de The Cure.
Uno de los relatos más originales, “Constelación nostálgica”, del peruano Juan Manuel Robles, contempla una nanotecnología que borra las memorias traumáticas dentro de una narrativa que evoca la ciencia ficción dura y militar pero ambientada en el espacio interior. La venezolana Susana Sussman produce “Dos migraciones”, que consiste de dos cuentos breves aparentemente no relacionados en sus personajes y escenarios, pero cuya conexión reside en el tropo de almas que ocupan cuerpos, uno de los cuales ocurre en otro planeta; juntos, estos cuentos demuestran cómo el modo mágico-realista puede coexistir de manera fluida con ambientes ciencia-ficcionales. En esta misma clave aparece “Khatakali”, escrito por la cubana Elaine Vilar Madruga, que cierra la antología; se trata de una joven que posee un cuerpo deformado y se encuentra en un mundo regido por una jerarquía severa y normativa y poblado por personas sin discapacidades. El escenario de este mundo social es uno en el que los hologramas y cyborgs coexisten junto a formas de conocimiento que incluyen la alquimia y la magia. Es más, estas últimas dan lugar a la hibridación de las matemáticas y del lenguaje para crear un remedio para sanar las deformaciones que es a la vez una nueva forma de la comunicación y quizá una ciencia.
Si esta breve descripción resulta chocante, debería ser así, dado que “Khatakali” exhibe un rasgo central para la ciencia ficción latinoamericana como un conjunto: a menudo problematiza las fronteras rígidas del género literario que por lo tanto cuestiona las nociones occidentales sobre qué es la ciencia y cómo se crea el conocimiento. En otras palabras, desafía las conceptualizaciones tradicionales sobre qué constituye tanto la ciencia ficción como la ciencia, tal y como las entiende el Norte. Con todo, el volumen consistentemente ofrece relatos innovadores y sorprendentes que son muestras contemporáneas de lo mejor de la región.
Stephen Tobin