Con sus libros When I Was Puerto Rican y Casi una mujer, Esmeralda Santiago cautivó a los lectores. Hoy tenemos el gusto de recibir a esta escritora puertorriqueña asentada en los Estados Unidos. Su obra habla de migración, de identidad, de una niñez que quedó en el pasado y en los recuerdos, de la pregunta que siempre asoma cada vez que llega uno a un nuevo sitio: ¿de dónde en realidad soy?
Este es un extracto adaptado de la conversación del podcast Hablemos, escritoras, a cargo de Adriana Pacheco.
Adriana Pacheco: Esmeralda, tú escribes desde Estados Unidos sobre Puerto Rico. ¿En algún momento te diste cuenta de que eras parte de un movimiento de algo que estaba pasando de manera nacional e internacional? ¿Tú dirías que este es un movimiento? ¿Qué es lo que pasa con las escritoras y los escritores de Puerto Rico escribiendo desde Estados Unidos?
Esmeralda Santiago: Bueno, yo creo que vienen buenos escritores y yo creo que también las editoriales están mucho más abiertas a encontrar voces que son distintas a las que han sido las tradicionales. Y ahora pues estamos escribiendo muchos en ambos idiomas, en inglés y en español, y se está traduciendo de español a inglés, inglés a español, así que también hay un intercambio entre los lectores.
A.P.: Tú has hablado acerca de cuál es el idioma en el que te sientes tú más cómoda para escribir. Tú prefieres escribir en inglés, ¿verdad, Esmeralda?
E.S.: Sí, llevo aquí tanto tiempo en los Estados Unidos y la verdad es que yo hablo en inglés 90% del día y de vez en cuando pues hablo con un familiar, una amiga en español, así que mi español literario no está tan desarrollado como mi inglés, que es el que yo practico casi todo el día. Así que no es una decisión de a cuál yo prefiero, sino en el que yo tengo más destreza.
A.P.: Claro. Ustedes llegaron como migrantes a los Estados Unidos cuando tú eras muy niña y vienes de una familia grande. Cuéntanos un poco de ese momento, de ese tiempo, de tu infancia, de tu comunidad de niña cuando llegaron.
E.S.: Yo me crie en un campo en Puerto Rico, se llamaba Macún. Es un barrio del pueblo de Toa Baja. Mi mamá se estaba separando de mi papá y decidió entonces irse a los Estados Unidos a New York, donde tenía familia. Yo siempre digo “Yo no me fui de Puerto Rico, a mí me llevaron”. Porque la verdad es que yo no quería irme de Puerto Rico. Yo no quería dejar a mi papá y dejar a mis amiguitas y el sitio que yo conocía, pero eso fue una decisión que ella hizo porque ella estaba mirando un futuro que yo no podía ver. Así que fue difícil, cómo te puedes imaginar llegar del campo en Puerto Rico y estar en Brooklyn, aprender idioma, aprender clima, aprender cómo vivir en una ciudad.
A.P.: Claro. Ya me imagino. Y ya en los noventa empiezas tú con un libro, When I Was Puerto Rican, que está basado en varios momentos interesantes de lo que es la historia de Puerto Rico de los cincuenta a los sesenta. Cuéntanos de ese primer libro.
E.S.: Yo empecé a escribir como a los 38 ó 39 años. Empecé a escribir ensayos personales que aparecían en periódicos y revistas y una editora de una editorial bastante pequeñita pero respetada a las afueras de Boston leyó uno de mis ensayos. Me escribió y me dijo, “Me gustó ese ensayo. ¿Tienes otros?” Le envié un montón de lo que tenía. Entonces ella fue la que me dijo que yo escribiera un libro de memorias, esa no era mi idea. Yo estaba escribiendo novelas y no me las imaginaba de otra manera. Pero cuando ella leyó los ensayos me dijo, “Aquí hay una historia que no se ha leído aquí en los Estados Unidos, especialmente en inglés”. El primer borrador de este libro tenía casi 700 páginas, porque cuando empecé a escribir no paraba. Y entonces, pues la idea fue, “Hay que cortar el libro un poco más”. Menos historias. Y entonces, cuando terminé ese libro no tenía título. Yo le decía Memorias número uno. No, no tenía ninguna idea y mi editora me dijo, “Esmeralda, we need a title… es importante tener un título”. Yo me fui a caminar cerca de mi casa a pensar, “¿De qué se trata este libro?” Y me di cuenta entonces que yo escribí un libro acerca de una niñez que ya no se podía tener en Puerto Rico. Y que no se pudo tener más en Puerto Rico hasta lo que pasó con el Huracán María.
A.P.: Me haces pensar en otras escritoras que han abordado precisamente esa cuestión de la identidad. Por ejemplo, Sandra Cisneros, que, por cierto, escribe un blurb para tu libro Las madres. ¿De qué manera crees tú que estos contrastes —porque además cada una de ustedes escriben desde un origen distinto, desde un heritage distinto, desde una herencia distinta—se conectan en un diálogo que es maravilloso dentro de los Estados Unidos y que necesitamos que salga también al mundo para que otros lectores las lean también?
E.S.: Eso es la verdad, es la palabra correcta. Es una maravilla que nosotras, una generación de escritoras aparece en el mundo literario como de repente, como que nosotras, como Atenea saliendo de la cabeza de Zeus, ¿verdad? Pero la verdad es que éramos mujeres intentando presentar nuestras vidas y nuestras experiencias. Yo creo que empezamos a escribir para aprender nosotras mismas acerca de lo que estábamos viviendo. Y luego, mientras más escribíamos, más cuenta nos dábamos de que esa información, esos cuentos, esas historias eran necesarias para nuestra gente porque no éramos las únicas que estábamos preguntando esas preguntas.
A.P.: Tu libro Almost a woman, otro título que me encanta y bueno, y que llega a la pantalla grande, al cine, en 2002, dirigida por Betty Kaplan. ¿Qué fue para ti este libro? ¿Qué fue para ti verlo ahí, ver la historia ahí en la pantalla, imaginar qué era lo que las personas iban a pensar y a sentir al verlo?
E.S.: Bueno, el libro Casi una mujer fue la segunda parte que mencioné, el primer borrador de cuando era puertorriqueña tenía 700 páginas. Eso fue cuando yo corté el libro en mitad. La segunda parte de Casi una mujer ya la había escrito y luego fue un proceso de reescribir esa historia desde el punto de vista de una adolescente, una muchacha que todavía está aprendiendo y madurando. Fue una gran sorpresa para mí. Una compañía norteamericana de dos señoras mayores encontró el libro un aeropuerto, me parece. Ellas vivían en Los Ángeles, estaban viajando, creo de Chicago o de Nueva York, y se pararon en una librería en el aeropuerto y ahí estaba el libro. Una de ellas lo agarró y me dijo que cuando llegó a Los Ángeles le había dicho a la otra, “Oye, esto es una película”. Y como a las dos o tres semanas, nos llamaron a mí y a mi esposo y sugirieron esta idea de que ellas tenían un contrato para hacer cinco películas para Masterpiece Theater y querían que mi libro fuera parte de esa serie. Bueno, imagínate qué emoción, pero me preguntaba “¿Pero por qué no quieren hacer Cuando era puertorriqueña?” que esta el primer libro. Pero ella estaba bien interesada en el proceso de aprender el idioma, clima, ambiente y también esta idea de que ya como la muchachita, Nelly, era más consciente de lo que estaba sucediendo, pues sería mejor que hacer una película acerca de esa niñez en Puerto Rico.
A.P.: Eso es magnífico. Algo que yo veo que hacen las escritoras puertorriqueñas y que es muy interesante es el reconocer a nuestros ancestros, a nuestras madres y a nuestras abuelas. Yolanda Arroyo tiene este proyecto de rescatar a las abuelas y de ir a nuestro árbol genealógico, especialmente del lado materno, del lado femenino. Cuéntanos un poco acerca de esta manera de ir al origen, pero el origen de una matriarcalidad, de una genealogía en donde las mujeres pasan de uno a otro y con esta pregunta pues empezamos a calentar para ya empezar a hablar de Las madres.
E.S.: Es muy interesante para mí lo que acabas de mencionar de que todas estamos bien interesadas y queremos escribir acerca de nuestras ancestras. Yo creo que es porque somos mujeres criadas por mujeres fuertes, muchas de ellas que no tenían muchos recursos, pero con lo que tenían encontraron cómo darnos esas ambiciones y esa idea de que hay que luchar. Pero no quiere decir que te vayas a dar por rendida porque es difícil, sino que mientras más difícil, más ahínco. Es interesante que todas podemos hablar acerca de nuestras mamás, sean madres o abuelas que nos criaron y eso es definitivamente es el caso mío, que para mí mi mamá fue y sigue siendo la musa en mi obra.
A.P.: Maravilloso lo que dices. Tu libro Conquistadora, que fue una total revelación para muchos y ahí entras en la literatura histórica, una novela que está ficcionalizada, que hace una genealogía desde el punto de vista histórico. Cuéntanos un poco de Conquistadora.
E.S.: Conquistadora, o la idea de Conquistadora, empieza con conversaciones que yo tuve con mi papá y con mi mamá, yo los grabé en los últimos años de su vida y les pregunté muchas cosas que nadie en la familia se les había ocurrido preguntarles. Así que yo les pregunté cosas que quizás ellos nunca hubieran revelado a nadie, pero yo las tenía ahora en tape. Y mientras más escuchaba esas historias, más interesada estaba yo en la vida de ellos, en la época cuando ellos crecieron, donde se criaron. Y luego empecé a imaginar a sus ancestros.
A.P.: Y bueno, pues tengo acá en mis manos este preciosísimo libro, esta edición de Las madres. Qué libro tan necesario, tan conciliador con la amistad, tan adentro de la solidaridad y el cuidado. ¿Cuánto tiempo te tardaste en escribir este libro tan bonito y tan importante?
E.S.: Muchas gracias. Sí, Las madres empieza con una escena que surgió de yo no sé dónde. Creo de tres mujeres en el techo de un edificio en el Bronx durante los fuegos artificiales del 4 de julio del 2017. Esto surgió después del huracán María. Yo sabía que tenía una idea de escribir algo basado en los eventos en Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017, pero todavía no había decidido en qué dirección y estaba todavía investigando y leyendo y hablando con gente de Puerto Rico y aquí, pero de repente un día me levanté en la mañana y tenía esa idea y empecé a escribir. Y me preguntaba “Pero, ¿quiénes son y por qué están hablando así?” Y esa familiaridad desde el principio. Yo sentí que había una relación íntima entre estas mujeres, pero no estaba segura. Entonces seguí explorando y yo creo que el primer capítulo completo lo escribí en uno o dos días fue una escena en la que Graciela, que es una de las nenas, está manejando desde el Bronx después del cuatro de julio hacia su casa en Maine.
A.P.: Increíble.
E.S.: Un proceso que es interesante para mí. Alguien me preguntó que si es fácil escribir. ¡No! Escribir es difícil. Yo lloro mucho, yo tiro cosas contra la pared, yo tiro las puertas cuando salgo de mi oficina a veces, pero hay veces que me siento y escribo algo y digo, “Guau, guau. ¿De dónde salió eso?” Yo no sé, alguna musa está hablando, ¿verdad? Pero no soy yo. Es un proceso fascinante.
A.P.: Gracias por tu honestidad. Muchísimas gracias por tu generosidad y por dejarnos tan emocionados y tan motivados de seguir tu trabajo y el de todas tus colegas de generación, de nacionalidad, de región que han escrito tantas cosas sobre Puerto Rico.
E.S.: Muchas gracias. Nos veremos pronto, ojalá.
Puedes escuchar y leer la entrevista completa
en la página de Hablemos, escritoras.