5
Ideal loco
Un arquero quiso cazar a la luna. Noche tras noche, sin descansar, lanzó sus flechas hacia el astro. Los vecinos comenzaron a burlarse de él. Inmutable, siguió lanzando sus flechas. Nunca cazó a la luna, pero se convirtió en el mejor arquero del mundo.
17
Arte marcial
Una vez le preguntaron a un guerrero invencible por qué se paseaba por las calles con un aire tan humilde. Mostró una mano extendida y contestó: “Mis dedos son cinco señores. Estos cinco señores se inclinan ante mí”. Fue cerrando la mano hasta convertirla en un puño. “Mientras más humildes se hacen, más fuerza me dan”.
22
Adán, poeta
Quiso decir “fuego”, le salió una llamarada por la boca. Con terror dijo “abejas”, vomitó un enjambre. Ya más cauteloso murmuró “trigo”, la lengua se le cubrió de semillas. Estuvo tentado de decir diamantes, perlas, oro, pero aquello se le mezcló con tarántulas, tigres, excremento. Después de horas de mudez, concretando sus ensueños, exclamó “¡Eva!”. Le vino un dolor atroz a las mandíbulas, la boca se le fue abriendo de más en más. Mientras una cabeza provista de abundante cabellera comenzaba a surgir partiéndole los dientes, fue perdiendo la respiración y luego la conciencia. El cuerpo de la hermosa mujer, formada con los huesos y la carne de aquel primer hombre, surgió de la piel vacía.
29
Ser y parecer
Aquella sombra trabajó esforzadamente la mayor parte de su vida, privándose de lujos y placeres. Al fin reunió la suma que necesitaba para comprarse un cuerpo de carne y hueso. Con gran orgullo se lo pegó en los pies y lo obligó a hacer todo tipo de actividades inútiles sólo para lucir su posesión ante las demás sombras que, cansadas de manejar tantos años sus cuerpos, los movían siguiendo un diagrama de gestos banales y fáciles de ejecutar.
42
La libertad
El hombre libre tenía junto a su camino mil otros caminos. Aunque podía elegir cualquiera de ellos, no lo hizo. Siguió por donde iba.
50
Pesadilla
El viejo sabio se despertó lanzando un alarido. Había soñado que la realidad era real.
54
Un cobarde
Para esconderse de su enemigo caminó toda su vida detrás de él.
55
Cuento de hadas
Una rana que lleva una corona en la cabeza le dice a un señor: “Béseme, por favor”. El señor piensa: “Este animal está encantado. Puede convertirse en una hermosa princesa, heredera de un reino. Nos casaremos y seré rico”. Besa a la rana. Al instante mismo se encuentra convertido en un sapo viscoso. La rana exclama, feliz: “¡Amor mío, hace tanto tiempo que estabas encantado, pero al fin te pude salvar!”.
56
Inversamente proporcional
Un señor utiliza sus energías en coleccionar objetos. Otro decide eliminar los que tiene. Cuando no le quedan objetos materiales, comienza a eliminar movimientos, ideas, recuerdos, sentimientos, que considera innecesarios. Llega a una inmovilidad completa. El coleccionista lo recoge para colocarlo en un gran armario entre sus otros objetos.
63
Dentrofuera
Iba atravesando el desierto. No sabía si el cuerpo que lo llevaba era suyo. No necesitaba darle órdenes: avanzaba en línea recta, dando pasos regulares, siempre con el mismo ritmo. La extensión de arena llegaba hasta el horizonte. Sentía la garganta reseca y la lengua hinchada, pero ese dolor no era suyo. Se había despertado bruscamente dentro de un organismo ajeno que marchaba desnudo por el desierto. Quizás durmiéndose otra vez lograría escapar. Trató. Imposible. Quiso que los pasos cesaran. Tampoco pudo. Luchó por concentrarse en un solo átomo para tocar cada vez menos aquella prisión de carne. Así lo hizo. Al cabo de recorrer innumerables kilómetros, el cuerpo estornudó. Salió disparado por la nariz. Millares de millones de metros cúbicos de arena lo tragaron. Ahora, su cárcel era ese desierto infinito, plano, sin plantas ni animales, con un solo cuerpo humano recorriéndolo en línea recta.
65
Ausencia
—Maestro, ¿dónde está Dios?
—Aquí mismo.
—¿Dónde está el paraíso?
—Aquí mismo.
—¿Y el infierno?
—Aquí mismo. Todo está aquí mismo. El presente, el pasado, el futuro, están aquí mismo. Aquí está la vida y aquí está la muerte. Es aquí donde los contrarios se confunden.
—¿Y yo dónde estoy?
—Tú eres el único que no está aquí.
71
La segunda visita
Extrajo palomas del sombrero de copa sin ser prestidigitador. Al nuevo Mesías, para que no lo asesinaran, le era imposible existir sin hacer milagros, se había disfrazado de mago circense. El público aceptaba que transformara el agua en vino y multiplicara peces y panes, porque creía que eran trucos.
73
Las reliquias
Murió el santo y no se pudrió. Le cortaron un pie, la lengua, le extrajeron el páncreas y varios huesos, para enviar esas reliquias a diversos templos. El cadáver comenzó a sollozar, interminablemente. Se hizo tan intenso ese lamento que los sermones y las misas ya no pudieron oírse. Se vieron obligados a ir de iglesia en iglesia para tratar de recuperar los pedazos. Lo que originó verdaderas batallas porque los feligreses se negaron a devolver tan venerados restos. El páncreas, en medio de una pelea, cayó al suelo y fue devorado por los perros. El cadáver imputrescible no se pudo completar. Así mutilado siguió lamentándose. Lo amordazaron, pero sus intensos murmullos hicieron temblar los muros. Acabaron vistiéndolo de diablo y colocándolo a la entrada del templo, encadenado bajo el dominante pie de una Virgen de piedra. Los creyentes, al entrar, le lanzaban insultos y basuras.
76
El espía
A dondequiera que fuese, ahí estaba él. Se cansó de que Dios lo estuviera siempre vigilando. Necesitaba tener un poco de vida privada. ¿Cómo? “Me voy a ir haciendo transparente, hasta que ya no me pueda ver”. Cesó de pensar, de sentir, de recordar… ¡Inútil! Allí estaba Él, siempre, mirándolo. Llegó a la conclusión de que la única vida privada que podía tener era la de no ser. Desapareció. Dios también.
86
El imposible encuentro
Si corre tras la luna, ella se escapa. Si huye de la luna, ella lo persigue. Si se detiene y la mira de frente, ella es él, pero él no es ella.
88
Encuentros
Fue rápido, alcanzó a la Muerte. Fue lento, la Muerte lo alcanzó. Caminó normal, se dio cuenta de que él era la Muerte.
89
El inmortal
Viajó por todo el mundo, leyó, estudió, rezó, cambió sus programaciones mentales, experimentó fórmulas alquímicas, hasta que al fin obtuvo lo que tanto quería: la inmortalidad física. “¡El Tiempo me otorgará su sabiduría, las generaciones futuras me admirarán, seré dueño del planeta!” Fueron pasando los siglos. La humanidad continuó su evolución: los cuerpos se estiraron, las mandíbulas se estrecharon, los cráneos aumentaron de tamaño, los huesos perdieron peso y los omóplatos se convirtieron en alas. El inmortal vagaba pegado al suelo, provocando muecas de asco en la humanidad volante.
91
Pretensión
Una radio transmitía música, pensando: “¡Qué gran compositora soy!”. De pronto un gato se puso a jugar con el cordón y lo desenchufó. La máquina suspiró, quejumbrosa: “¡Estoy idiota, no puedo crear nada!”.
100
Karma
El arquero, haciendo un esfuerzo grandioso, tensó la cuerda del arco y lanzó su última flecha. La vio alejarse y perderse en el horizonte. Esperó, inmóvil, hasta que vino a clavársele en la espalda.
102
El símbolo
—Maestro, he analizado su traje: cada prenda tiene un profundo significado. Pero hay un detalle que no he podido interpretar. ¿Qué significa su cinturón?
—Significa que los pantalones no se me caen.
106
Rivales
El loro y el mono se acusaban mutuamente, con desprecio, de imitar al hombre.
113
Amor maternal
Como tengo ganas de cuidarte, enférmate para que yo sea feliz.
117
El imitador
Un hombre comienza a perder la vista. Antes de entrar en la sombra memoriza todo lo que hay en su pieza. Estudia los textos, las ilustraciones y la ubicación de los libros en la biblioteca. Cuando ya está ciego, invita gente y haciéndose el que ve les muestra su cuarto. Ofrece sillas, abre tomos, lee en voz alta, describe grabados, fabrica cócteles. Su simulación es perfecta, pero olvida encender la luz y sus visitas asisten a esa comedia en la oscuridad.
118
El ocaso de un poeta
Su propia sombra se lanzó contra él, convertida en látigo. Las palabras, sin querer salir, aferradas como arañas, se le acumularon en la garganta. El cráneo se le abrió semejante a un observatorio astronómico y el cerebro huyó hacia el cielo desplegando sus circunvoluciones hasta parecer una alfombra que se hizo barca de buitres. La sangre se le escurrió por la planta de los pies y caminó desnudo dejando huellas rojas. La ciudad, que había dormido cuatrocientos años, despertó y comenzó a perseguirlo. Huyó a las montañas: las laderas vomitaron casas. Atravesó ríos: con sus patas nerviosas los puentes unieron las orillas sepultando al agua. Se ocultó en los bosques: largos yataganes, las avenidas entraron en la espesura. La piel se le escurrió como un abrigo viejo y pronto la dejó amarrada a un palo, flameando al viento convertida en bandera. Así, expuestos a la intemperie, sus músculos y vísceras despertaron la gula de los tábanos. Hecho sólo un paquete de huesos, se dijo: “Mi situación no puede ser más triste. Tengo que reconocer que algo anda mal”. Pero unos segundos después encogió los hombros y se fue a beber otra botella de vino.
123
Dar y recibir
—Maestro, sólo podemos dar lo que llevamos dentro. ¿Tengo razón?
—Nadie puede dar sólo aquello que lleva dentro. El pedido del otro lo insemina. El don se crea entre dos.
135
Lo mío es mío
Dios les envió una lluvia de estrellas de oro. La pareja se puso a discutir sobre quién de ellos había provocado el milagro. Furiosos, se arrojaron las estrellas a la cara. Él perdió media nariz y ella un ojo.
145
Koan
—Maestro, me es imposible decir si este vaso está medio vacío o medio lleno. ¿Qué hacer?
—¡Rompe el vaso!
147
La meta
—Tengo miedo de no poder llegar.
—No te preocupes de “llegar” sino de “avanzar”. Ir avanzando es estar llegando.
148
Invulnerabilidad
—Maestro, ¿qué debo hacer para que el fuego no me queme?
—¡Conviértete en el fuego!
151
Un artista
—Si eres un gran pianista y te cortan las manos, ¿qué haces?
—Me convierto en un bailarín.
—¿Y si te cortan las piernas?
—Me dedico a cantar ópera.
—¿Y si te arrancan la lengua?
—Tomo entre los dientes un pincel y dibujo.
—¿Y si te matan?
—Con mi piel hacen un tambor; con mis huesos, flautas y con mis tripas, cuerdas de violín.
163
Noche de bodas
Ella se quitó la peluca, entonces él se quitó el bisoñé. Ella se quitó un ojo de vidrio, entonces él se quitó otro. Ella se despegó una oreja de caucho, él también se despegó una. Ella se sacó la dentadura superior, él se sacó la dentadura inferior. Ella se desatornilló el brazo y la pierna izquierdos, él el brazo y la pierna derechos. Dando pequeños saltos, se ayudaron a caer en la cama. Allí, pegados el uno al otro, sintieron que, gracias a su gran amor, formaban un solo ser.
164
El premio
—Te concedo un solo deseo. Piensa bien y pide lo que quieras.
—Que ese deseo sea yo el que pueda concederlo y que seas tú quien lo pida.
174
Maestro inútil
Caminó por esa ciudad en la que todos los habitantes se apresuraban a entrar temprano en sus casas para que no los sorprendiera el toque de queda. Tenía infinitas respuestas, pero no encontró a nadie que quisiera hacerle una pregunta.
176
Después de la guerra
El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.
194
Misterios del tiempo
Cuando el viajero miró hacia atrás y vio que el camino estaba intacto, se dio cuenta de que sus huellas no lo seguían, sino que lo precedían.
De El tesoro de la sombra, una colección de textos cortos de Alejandro Jodorowsky