La obra ensayística de Sergio Ramírez Mercado (Masatepe 1942), quien recientemente ganó el Premio Cervantes, es vasta y refleja una gran variedad de intereses que a lo largo de los años han ocupado al escritor. Podemos distinguir tres grandes grupos en su obra ensayística: los ensayos políticos que dominaron la primera etapa de su vida, hasta 1995 cuando se separa del Frente Sandinista y escribe Adiós muchachos (1999). Los ensayos literarios, que los empieza desde el principio de su carrera, pero se han hecho más frecuentes y profundos desde 1995 hasta el presente. Y por últimos todos sus reportajes, ensayos breves, artículos periodísticos, columnas y blogs.
Sus primeros ensayos son de carácter político, relacionados por los eventos que vivió en Nicaragua mientras era estudiante de leyes en León. Mis días con el rector (1965) recoge artículos relacionados a su trabajo con el Dr. Mariano Fiallos Gil., rector de la Universidad Nacional de Nicaragua, y principal ideólogo de la autonomía universitaria. A partir de esa lucha la Universidad agregaría la palabra Autónoma a su nombre. Años más tarde Ramírez expandirá este trabajo en una Biografía. Mariano Fiallos Gil (1997) haciéndole justicia así a una persona que fuera para él su mentor, su amigo, y también personaje de ficción en su novela Castigo Divino (1988). Su segundo ensayo fue también biográfico, tomando la figura de Abelardo Cuadra en Hombre del Caribe (1977). Esta interesante figura de la historia de Nicaragua le sirve a Ramírez para adentrase en los vericuetos de la lucha contra Somoza, y empezar a trabajar un tipo de narración que va a llegar a ser característico de su obra. Una especie de mezcla entre narración y documentación, transponiendo los planos, de forma que la historia se convierte en una narración amena, con suspenso y trama, pero sin faltar la documentación sólida, la referencia histórica textual, el detalle, y la presencia constante del archivo como fuente de información y respaldo de la narración.
A continuación, Ramírez empezó a hacer su trabajo de compilación, ordenamiento y publicación de las cartas y manifiesto de Augusto C. Sandino. Eran los finales de los años setenta. La lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza ocupaba todo su tiempo. El ideario de Sandino había sido rescatado por Carlos Fonseca Amador, pero no existía una biografía fidedigna y completa, y nunca se habían publicado sus numerosas cartas y documentos. Fue así como surgió El muchacho de Niquinohomo, ensayo biográfico sobre Sandino (1981), y El Pensamiento vivo de Sandino. 2 tomos (1981). Aparte de la enorme importancia de publicar el epistolario de Sandino y los documentos del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, en gran medida El muchacho de Noquinohomo continúa la estrategia narrativa de las biografías anteriores. La gesta de Sandino es narrada casi como una novela, con sus momentos épicos:
Treinta hombres permanecieron con él y con ellos se internó en aquellas ya conocidas soledades de las frías alturas de Yucapuca, tres días después de haberse casado con Blanca Arauz, la muchacha telegrafista de San Rafael del Norte.
Y sus momentos trágicos:
Mientras tanto, Sandino y sus dos generales lugartenientes, habían sido conducidos al lugar de la ejecución, uno terrenos baldíos en las afueras de la ciudad, cercanos al campo de aviación. Fueron colocados frente a una zanja excavada con anterioridad y allí, a la luz de los focos de un camión, asesinados con fuego de metralla y de fusiles; sus cuerpos, una vez despojados de sus ropas y objetos personales, que se vendieron al día siguiente en Managua (relojes, anillos) fueron lanzados a la zanja. El lugar de aquella tumba sería guardada en adelante en Nicaragua, y hasta hoy, como secreto de estado.
Dos años trabajó Sergio Ramírez en este texto, desde 1975 en Berlín, hasta 1977 en San José de Costa Rica. Inmediatamente después de haber escrito ¿Te dio miedo la sangre?, una de las novelas estructuralmente más complejas de toda su obra. En los años siguientes este sería un texto fundamental para el entendimiento cabal de la gesta de Sandino, ya que por primera vez se tenía acceso a toda su documentación, cartas, telegramas y reportajes, permitiendo una visión de conjunto de la ideología, pensamiento y estrategias del General de Hombres Libres. En 1984 se reeditó este libro, en dos tomos, bajo el sello de la editorial Nueva Nicaragua, con más documentos rescatados en México, y un estudio final. El ensayo y el trabajo de archivo de Sergio Ramírez fue una gran contribución a las bases ideológicas del sandinismo, contribuyendo, a la consolidación de la revolución sandinista.
Su siguiente libro de ensayos fue Balcanes y volcanes (1983). El ensayo titular sin embargo había sido escrito diez años antes y había sido publicado en un libro colectivo, en México, por Siglo XXI, titulado Centroamérica hoy. La primera parte, “Cultura y caficultura” desarrolla un análisis que, partiendo del modo de producción, establece paralelismos con la producción cultural de los países centroamericanos, discute la recepción de esa cultura por parte de los extranjeros, y la forma en que se ha representado, en forma estereotipada, al sujeto centroamericano. “Ese buen salvaje, haragán y feliz, es el cabal antecedente del cromo turístico y literario que representa siempre al campesino dormido bajo una palmera, o tocando la guitarra, disfrutando de su arcadia cuando logra sobrevivir”. En el segundo artículo de este libro de ensayos, Sergio Ramírez empieza a desarrollar sus ensayos literarios, que se van a extender por muchos libros más, cubriendo una gran variedad de temas y aspectos culturales. En “La pluma bajo el sombrero” Ramírez desarrolla su visión del campo literario en la Centroamérica de finales del siglo XIX, y explica la oposición entre costumbrismo y modernismo, ambos movimientos marcadamente europeos. Luego pasa a proponer el modernismo de Darío como el elemento constitutivo de la poesía centroamericana, aunque los ejemplos que cita son propiamente nicaragüenses. Señala que la poesía de Salomón de la Selva representa a la nueva poesía nicaragüense en la segunda década del siglo XX, y termina con unos comentarios sobre el grupo de Vanguardia de la ciudad de Granada. En gran medida el análisis literario de esta época de Sergio Ramírez está dominado por el pensamiento materialista e histórico de la literatura. Los fenómenos literarios los explica —no incorrectamente— por medio de los fenómenos económicos y sociales en que se engastan, siguiendo la tradición de Ángel Rama, con sensibilidad hacia los fenómenos literarios, pero privilegiando los factores de clase social, desarrollo económico y medios de producción.
Por eso no es de sorprender que el siguiente ensayo, “Musa paradisíaca” gire en torno a las bananeras y la organización de estado en base a la producción masiva de este producto para la exportación a los Estados Unidos, con la consecuente influencia de la United Fruit Company en todos los aspectos del estado. Ramírez hace un retrato veraz y deprimente de la situación de las naciones centroamericanas, del folclor de sus dictadores, y de la limitación de sus instituciones culturales, para luego hablar de la novela de las bananeras y terminar en Miguel Ángel Asturias. Es en este período que surge en Nicaragua Augusto C. Sandino, quien según Ramírez, “elaborará con los rudimentarios instrumentos que afila al golpe mismo de la lucha, una visión por primera vez integral y popular de la nación centroamericana”.
La segunda parte de Balcanes y volcanes recoge una serie de ensayos sobre literatura. El primero, “Seis falsos golpes contra la literatura centroamericana” son notas para un seminario que dictó en Costa Rica sobre arte y sociedad en Centroamérica. Este trabajo inicia una serie de ensayos que publicará Ramírez en el futuro basados en los cursos que dictó en la Universidad de Maryland y en otras instituciones. Los “Seis falsos golpes” problematizan presupuestos bastante discutidos en América Latina en la segunda mitad del siglo XX: la relación entre realidad y lenguaje, la importancia de la ficción en la percepción de la realidad, el papel de la novela y de la imaginación, y la importancia de la literatura en el panorama mundial. Todos temas importantes y, en ese tiempo, muy vigentes en la literatura centroamericana. En esa época, el compromiso político del escritor era tema de debate tanto en el contexto de la revolución sandinista que empezaba a ganar mucha fuerza, como en las propuestas de Jean Paul Sartre y la izquierda internacional. Sergio Ramírez retoma el tema en su discurso “Los intelectuales y el futuro revolucionario” pronunciado en el Primer encuentro de trabajadores de la cultura, en 1980. En parte por el contexto en que se presenta este discurso, en parte por el momento de fervor revolucionario que vivía en ese momento Sergio Ramírez, el ensayo peca de populista y condena la forma en que se había desarrollado la cultura antes de 1979. Las cinco propuestas que estructuran el ensayo resultan hoy sin duda dogmáticas, y el mismo autor probablemente renegaría de ellas. Este ensayo revela a un Sergio Ramírez que cita a Antonio Gramsci, que habla de la autenticidad de la cultura revolucionaria y del hondo contenido popular que debe tener la cultura. Excesos en los que Sergio Ramírez no volverá a caer.
El ensayo “Salarrué: El ángel del espejo” lo escribió como prólogo a la edición de Ayacucho de la obra del escritor salvadoreño. Un ensayo que selecciona acertadamente lo mejor de la amplia obra de Salarrué y sabe justipreciar sus aciertos y sus fracasos. Su opinión sobre Cuentos de barro resume en pocas frases la riqueza y valores de este libro, “seduce por su capacidad de concretar artísticamente todo un mundo de raíces populares a través de una exaltación mágica del lenguaje”. Y en ese análisis del lenguaje se va a demorar Ramírez demostrando los procedimientos por medio de los cuales Salarrué logra revelar la belleza del mundo indígena y campesino salvadoreños. Señala con acierto los recursos metafóricos y la función de la memoria en la obra de Salarrué, relaciona su narrativa con su pintura y con su afición por el espiritismo, y sitúa muy bien la época en que le tocó vivir, y las tendencias artísticas en las que se desenvolvió. Es por tanto un modelo de ensayo literario, y un ejemplo brillante de rescate y selección de la obra de un hombre polifacético, desigual y fascinante.
Esta línea de pensamiento y de crítica literaria la continuará desarrollando en numerosos artículos y ensayos, pero especialmente en Mentiras verdaderas (2001), donde recoge las charlas en la cátedra Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara en 1997, en el Centro Cultural Consolidado de Caracas en 1995, y en el Congreso Internacional de Lengua en la Universidad de Zacatecas en 1997. Para esta época Sergio Ramírez había dejado definitivamente la política y decide dedicarse enteramente a la literatura. El tema central de estos ensayos es la relación entre escritor y lector, la naturaleza misma del acto de contar, y la relación, –como lo apunta su título– entre verdad y mentira. Muchas de las ideas y afirmaciones que encontramos en estos ensayos no son nuevas ni originales, han sido formuladas antes por numerosos escritores, teóricos y críticos de la literatura, y los ensayos no tienen un aparato de referencia prolijo que atribuya las ideas a sus autores originales; pero son ensayos muy bien escritos, se leen con gran placer y sorprenden al lector por la sinceridad con que el autor habla de su oficio. Para demostrar sus hipótesis recurre a los libros clásicos de la narrativa mundial: Las mil y una noches, El Quijote, los libros de caballería, La Odisea, las Crónicas de Indias, los Evangelios, Les liasons dengereuses, la obra de Conan Doyle, La vorágine, Guerra y paz, las ideas de Italo Calvino, Kafka y Borges; pero incluye también In Cold Blood, Pulp fiction, Walt Disney y Star Treck. Vemos pues que se mueve con soltura por diferentes períodos y estilo de narrar para aducir ejemplos, contrastar estilos, deslindar conceptos, y en algunos casos demostrar generalizaciones que podrían ser discutibles.
El punto central de los cuatro ensayos iniciales es esa elusiva relación entre verdad y mentira. Mario Vargas Llosa ya había publicado un libro en torno a este asunto titulado La verdad de las mentiras (1990). Sabemos que Sergio Ramírez ha sido discípulo del Nobel peruano tanto por la ingeniería de sus novelas como por su fascinación con el poder, a esto podemos ahora sumar su concepción de la literatura y la relación entre realidad y ficción. Para demostrar su punto de vista Ramírez recurre entre muchos otros ejemplos a la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. Ramírez afirma: “Bernal pretende ser veraz, apegado en escrito rigor a la verdad, pero esta es, de todas maneras, una tarea imposible. El solo puede contar lo que vio; hay otros que también estuvieron junto a él y vieron de manera distinta, contradictoria”. Porque para narrar algo verídico no solo es necesario haber estado ahí, sino entender que esa realidad puede tener diferentes interpretaciones, puede ser narrada desde diferentes puntos de vista, puede ser vista como diferente, y por tanto no hay una sola verdad ni una sola historia. Hay mentiras verdaderas y hay mentiras falsas. Según Sergio Ramírez, “Las mentiras falsas son, muchas veces, consecuencia del apuro y de la improvisación para salir al mercado” y cita como ejemplo las novelas de caballería. “Así se creó, hasta los finales de la Edad Media, un cliché, un molde consabido en el que vaciar la trama, que para el lector entrenado no depara ya sorpresas porque contiene mentiras inverosímiles por su deliberada exageración”. Estas ideas son muy importantes cuando las leemos en el contexto de la obra novelística de Ramírez, para quien la realidad y los detalles de la realidad son muy importantes. Sus personajes no beben una gaseosa, beben Kola Shaler; y no usan gomina, sino Glostora. El detalle, el contexto de la realidad comercial y la precisión histórica, tienen una gran importancia en su obra, y eso les da verosimilitud, las hace mentiras verdaderas.
“La máquina del tiempo” es un ensayo magnífico que analiza la posmodernidad en América Latina, utilizando la literatura como lente a través de la cual mirar la realidad. Enfatiza en la capacidad de la ficción para viajar en el tiempo, desde Time Traveller de H. G. Wells, hasta las computadoras de finales del siglo XX, época en que escribió el ensayo. Ramírez recorre la historia de América Latina comparando la modernidad y la posmodernidad del primer mundo, con la premodernidad de muchas regiones de Nicaragua y de América Latina. Entre sus proyecciones para el siglo XXI señala: “[…] antes de soñar la quimera de la posmodernidad, será ser modernos primero en la democracia, la democracia en su corte vertical, no en sus adornos superfluos. No el neocaudillismo neoliberal…”. La literatura, que sirve para analizar el pasado y para prefigurar el futuro, sirve también, fundamentalmente, para inventar la identidad, la idea de nación, la imagen de panamericanismo o latinoamericanismo, según sea la ideología de cada quien. Sin embargo, el ensayo termina en una nota pesimista, considerando los efectos homogeneizantes de la globalización, y la dificultad que tendremos todos los seres humanos para conservar nuestra especificidad en el siglo XXI.
Muchos libros de ensayos y artículos periodísticos ha publicado Sergio Ramírez en estos años, y no tendré espacio en este artículo para señalarlos todos. Con una disciplina similar a la de Vargas Llosa, Ramírez publica una novela y un libro de ensayos cada dos años, manteniendo así un ritmo de creación impresionante y de gran calidad. Como el mayor interés de esta revista es la literatura, terminaré estas notas comentando rápidamente dos libros, La manzana de oro. Ensayos sobre literatura (2012) y A la mesa con Rubén Darío (2016), dos libros que a pesar de partir de la literatura, demuestran la amplitud de intereses, erudición y habilidades de Sergio Ramírez.
La manzana de oro recoge veintitrés ensayos que giran únicamente en torno a la literatura, desde “Señor de los tristes” que trata, como es de esperarse, sobre Don Quijote, hasta “Los verdaderos juicios se adquieren temprano” que gira en torno a las primeras lecturas de un escritor y la sensualidad de leer. Uno de los ensayos más valiosos del libro es el que trata de la relación entre José Martí y Rubén Darío, titulado “Hijo y padre, maestro y discípulo”. El tema es, por supuesto, el único encuentro entre los dos grandes escritores el 24 de mayo de 1893, en Nueva York. El autor empieza hablando en una segunda persona del plural que parece representar a todo el pueblo de Nicaragua: “Nos quedamos esperando por José Martí en Nicaragua desde el año 1877”. Sin embargo, la ilusión de esta colectividad se desvanece ya que pronto el autor pasa a asumir su punto de vista narrativo. Este es un encuentro de titanes, Martí y Darío, los dos fundadores del primer movimiento literario latinoamericano, y Ramírez prepara el momento manejando el suspense con maestría. Narra las dos vidas resaltando los principales momentos de sus respectivas aventuras, resaltando los puntos de contacto, las mutuas alusiones a sus obras. Darío ha incluido a Martí entre sus raros, ha anunciado varias veces su profunda admiración. Martí ha leído Azul… y lo tiene en alta estima. Al final estos dos autores no se volverán a ver en vida, pero sus obras continuarán influyendo e informando la literatura hispanoamericana por muchos años.
El último libro que deseo comentar es totalmente diferente. A la mesa con Rubén Darío es un híbrido que incluye narraciones de las comidas y banquetes de Rubén Darío, sus gustos y sus tradiciones, las múltiples referencias que aparecen en su obra a la alta cocina y a la cocina cotidiana, sus apetencias y sus disgustos. El libro incluye también recetas de sus platos favoritos y platos exóticos que tuvo la oportunidad de degustar. Este libro singular en la obra de Sergio Ramírez se acerca mucho a los estudios culturales donde la cocina ha alcanzado una particular importancia. Ramírez logra con este libro entretener al lector con anécdotas literarias, comparaciones sorprendentes, fuentes inusitadas y sentido del humor.
Vemos pues que el espectro de temas e intereses en la obra ensayística de Sergio Ramírez va desde la política local nicaragüense, hasta el papel de América Latina en el tinglado internacional. Sus ensayos literarios cubren muchos aspectos de la historiografía literaria de Nicaragua, pero dialogan constantemente con muchas tradiciones de la literatura universal. Algunos parten del periodismo y la crónica, pero llegan hasta el ensayo propiamente literario y didáctico. El panorama de su obra ensayística se completa con sus numerosos artículos periodísticos, reportajes y blogs, que han sido recogidos en varios volúmenes. Cuando consideramos esta prolífica producción ensayística junto a sus novelas y cuentos tenemos una obra vasta y compleja, una obra sólida del escritor más importante de Centroamérica y entre los más destacados de América Latina.
Nicasio Urbina
Universidad de Cincinnati