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Número 7
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Cinco poemas

  • por Eugenio Montejo
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  • July, 2018

Los árboles

Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.

Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no sé cómo anotarlo.

 

Terredad

Estar aquí por años en la tierra,
con las nubes que lleguen, con los pájaros,
suspensos de horas frágiles.
A bordo, casi a la deriva,
más cerca de Saturno, más lejanos,
mientras el sol da vuelta y nos arrastra
y la sangre recorre su profundo universo
más sagrado que todos los astros.

Estar aquí en la tierra: no más lejos
que un árbol, no más inexplicables;
livianos con otoño, henchidos en verano,
con lo que somos o no somos, con la sombra,
la memoria, el deseo, hasta el fin
(si hay un fin) voz a voz,
casa por casa,
sea quien lleve la tierra, si la llevan,
o quien la espere, si la aguardan,
partiendo juntos cada vez el pan
en dos, en tres, en cuatro,
sin olvidar las sobras de la hormiga
que siempre viaja de remotas estrellas
para estar a la hora en nuestra cena
aunque las migas sean amargas.

 

Tiempo transfigurado

A Antonio Ramos Rosa

La casa donde mi padre va a nacer
no está concluida,
le falta una pared que no han hecho mis manos.

Sus pasos que ahora me buscan por la tierra
vienen hacia esta calle.
No logro oírlos, todavía no me alcanzan.

Detrás de aquella puerta se oyen ecos
y voces que a leguas reconozco,
pero son dichas por los retratos.

El rostro que no se ve en ningún espejo
porque tarda en nacer o ya no existe,
puede ser de cualquiera de nosotros,
—a todos se parece.

En esa tumba no están mis huesos
sino los del bisnieto Zacarías,
que usaba bastón y seudónimo.
Mis restos ya se perdieron.

Este poema fue escrito en otro siglo,
por mí, por otro, no recuerdo,
alguna noche junto a un cabo de vela.
El tiempo dio cuenta de la llama
y entre mis manos quedó a oscuras
sin haberlo leído.
Cuando vuelva a alumbrar ya estaré ausente.

 


La Tierra giró para acercarnos

La tierra giró para acercarnos,
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño,
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo,
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del Simposio.




Para mi 80º aniversario

El año ochenta de mi vida está tan lejos
como la hora en que nací.
A la distancia se borran sus relojes,
pero esta noche abro la casa a mis amigos,
quiero que vengan todos
para que a mi lado lo celebren.

Sólo mis biógrafos pueden ser exactos
con lupas tenebrosas.
Y aunque su astucia mañana me corrija,
doblo mi edad sobre su horóscopo
y me anticipo al sol futuro.
Es lo mejor: los dioses son avaros,
no sé cuánto me quede.

En esta noche de pronto me envejezco,
tal vez sobre mis sienes no ha nevado,
soy de un país sin nieve.
La vida entre mis huesos rodó tanto
que no pesa,
la edad me hizo liviano,
me fui poblando de vacío
sin llegar a ser sabio,
—son pocos años mis ochenta.

Sólo las lupas de mis biógrafos
restituirán las cifras de los días
hasta fijar la cantidad de sombra
en sus cuadrantes de ceniza.

El año ochenta ya es un límite impreciso
en que me veo y no me veo,
se halla tan lejos de esta hora,
es tan incierto,
que aunque ningún amigo falte
tal vez yo entonces sea el ausente.
Pero alguien (puedo jurar que estoy mirándolo)
me hará memoria alzando alguna copa
a pesar del silencio, la soledad, la muerte.
Y en ese instante seré él,
y su creencia acerca de la vida
es mi creencia;
aunque no haya nacido todavía
y lo separen de mi casa
leguas de mar y polvaredas de camino,
sé que no faltará a mi aniversario,
lo he invitado a mi fiesta.

 

Un cuaderno de Eugenio Montejo. Foto: Martha Viaña.
  • Eugenio Montejo

Eugenio Montejo (Caracas, 1938 - Valencia, Venezuela, 2008) was a poet, essayist, editor, and diplomat; his verse collections include: Élegos (1967); Muerte y Memoria (1972); Algunas Palabras (1976); Terredad (1978); Trópico Absoluto (1982); Alfabeto del Mundo (1986); Adiós al siglo XX (1992); Partitura de la cigarra (1999); Papiros amorosos (2002) y Fábula del escriba (2006). The majority of his essayistic work is collected in two volumes: La ventana oblicua (1974) and El taller blanco (1983). He also published many books under alternative names: El cuaderno de Blas Coll (1981);  Guitarra del horizonte (by Sergio Sandoval, 1991); El hacha de seda (by Tomás Linden; 1995); Chamario (by Eduardo Polo,  2004), and La caza del relámpago (by Lino Cervantes, 2006). Among other honors, we was awarded the National Literature Prize in 1998 and the Octavio Paz International Prize for Poetry and Essay in 2004. An important volume of critical writing has been published on his work, which boasts a significant number of re-editions, extensions, and anthological volumes in several countries and in various languages.

  • Peter Boyle
peterportrait

Peter Boyle is a Sydney-based poet and translator of poetry. He is the author of seven books of poetry, most recently Ghostspeaking which won the 2017 Kenneth Slessor Prize and was shortlisted for the Adelaide Festival Award for Poetry. A new book of poetry Enfolded in the Wings of a Great Darkness is due out in early 2019 from Vagabond Press.

As a translator of poetry from Spanish and French he has had seven books published. His translations of poetry by Eugenio Montejo, José Kozer, Marosa di Giorgio, Olga Orozco, and René Char, among others, have appeared in anthologies, magazines and journals in England, the United States and Australia. Recent books as a translator include Jasmine for Clementina Médici by Marosa di Giorgio, Three Poets from Argentina and Uruguay and Índole/Of Such A Nature by José Kozer. In 2013 Peter received the New South Wales Premier’s Prize for Literary Translation. 

Peter has recently completed a Doctorate of Creative Arts at Western Sydney University, focusing on the relationship between the tradition of heteronymous poetry and poetry translation.

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