Los lectores de Paola Gaviria —conocida ahora por su pseudónimo, Power Paola— probablemente ya conocen su historia. El lector nuevo, el que se encuentra curioseando por primera vez entre sus cómics dibujados en blanco y negro sobre su familia, amores, viajes y ciudades, harían bien en conocerla. La autora y artista colombiana-ecuatoriana la utilizó como materia prima para su debut, la novela gráfica titulada Virus tropical (2011). Esta autobiografía dio comienzo a su carrera en el mundo de la narrativa gráfica y cuenta lo siguiente: Paola Andrea Gaviria Silguero nació el 20 de junio de 1977 en Quito, Ecuador, sus padres —un sacerdote y una mística, ambos colombianos— habían emigrado a la ciudad suramericana junto con sus dos primeras hijas poco antes de que les sorprendiera el tercer embarazo y la llegada de Paola a sus vidas. Luego, mientras Paola crece y sus hermanas mayores experimentan la adolescencia, el padre deja el clero a un lado, se divorcia de la madre y regresa a su país. La madre por su parte, para lidiar con todos estos cambios, permanece en Ecuador, busca un trabajo para suplementar el ingreso de la familia y cría a sus hijas con la ayuda de un ama de casa hasta que éstas crecen lo suficiente para más o menos independizarse. Virus tropical no cuenta cómo Paola Gaviria-la niña; se convirtió en Power Paola-la artista, pero sí estudia sus temas y técnicas, el lector nuevo sí aprenderá cómo los rasgos de esa vida han animado toda una carrera en los cómics.
Virus tropical es una novela gráfica que se desenvuelve en viñetas organizadas por capítulos. Cada uno de estos capítulos es a su vez una historia de cómic que detalla brevemente una parte del nacimiento o juventud de la artista. Estos cómics, sin embargo, no dan cuenta de la experiencia de la protagonista solamente, sino que también incluyen partes de la experiencia de sus padres, hermanas y ama de casa, vidas que rodean e influencian el proceso de formación de Paola. Este enfoque en las varias perspectivas que informan la experiencia personal es una de las cualidades que más caracteriza este debut. Lo podemos notar en su arte también, mediante la línea de dibujo y el encuadre de la acción, las burbujas de diálogo y cartuchos de narración, las cualidades que hacen del cómic un medio de expresión único y original. El estilo de arte que Power Paola estrena en Virus tropical resalta la manera en que sus cómics comunican las experiencias personales que forman el núcleo de su temática, siempre en relación con los espacios en las que estas experiencias se desenvuelven.
Para recrear con cariño minucioso los escenarios, lugares y tiempos de su vida, Power Paola emplea una línea de dibujo delgada y entintada que seguirá utilizando hasta el día de hoy. Con su estilo de arte particular llena de información visual los recuadros o panels que enmarcan la acción de sus cómics y aprovecha el arte plano y bidimensional del cómic para entretejer a los personajes con su entorno. En el mundo monocromático de Virus tropical, por ejemplo, un mínimo de sombras y muchas texturas recalcan la presencia de materiales como la madera, los textiles y el ladrillo en el trasfondo. La materialidad de estos escenarios atrae a la mirada ya que dichos lugares tienen el mismo nivel de detalle que todos los demás elementos de la página. Entonces, en estos cómics las casas, calles, escuelas y edificios de Quito (y luego Cali, Colombia) están casi tan presentes como las gentes que las ocupan o transitan, los diálogos que tienen y la narración que provee contexto. Debido a que la especificidad de estos entornos comunica al lector la esfera sociocultural que se representa, la novela gráfica subraya la localidad de sus historias mediante el aspecto visual. Ver los diferentes lares de la pequeña Paola nos deja experimentar una parte importante del proceso que llevó a la niña a convertirse en la artista de la autobiografía.
Por otro lado, la poca cantidad de sombras mencionada arriba también puede aplanar la realidad representada en su trabajo. Esta es una de las formas en el que el diseño de personajes de Power Paola favorece más la caricaturización envés del realismo cuasi-fotográfico. Otra manera en que podemos apreciar esta característica es en su forma de dibujar cuerpos. La anatomía de sus personajes trae a la mente las cualidades del muñeco o cartoon, con sus caras formadas por un mínimo de rayas y cuerpos que se comportan de maneras irreales, pero expresivas. Cuando lloran, los ojos se inundan de gotas gruesas; cuando gritan, las lenguas se alargan hasta ser como las de una serpiente. La caricaturización de la expresión facial, sin embargo, sirve para hacer ahínco en las emociones y experiencias de los personajes. En otras palabras, el diseño de rostros de sus personajes sacrifica el simulacro naturalista para aprovechar envés un sentido de intimidad e inmediatez al máximo, atrayendo al lector a la caricatura y permitiéndole identificarse con lo que supone ser la experiencia de un desconocido. Los dibujos de Power Paola juegan de estas maneras con el cuerpo humano, imbuyen de emoción las escenas y crean un lazo de nostalgia afectiva y que comunica la perspectiva de la infancia y la escena doméstica. El lector de Virus tropical experimentará desde esta perspectiva el crecimiento de una niña, asimismo las vidas que la rodean, las de su familia y ciudades. El arte de Power Paola por ende transmite la importancia de esta red de interrelaciones simbióticas para que el enfoque en lo personal de la trama tenga resonancias con el todo de la obra. Esta novela gráfica expande así el cerco temático, transformando lo que podría ser un simple bildungsroman en una reflexión sobre la cotidianidad de la familia latinoamericana que emigra y los discursos sociales que la constituyen.
Las novelas gráficas de Power Paola —entiéndase Virus tropical, pero también QP: éramos nosotros (2014), Todo va a estar bien (2015) y Nos vamos (2016)— comparten un interés similar en subtemas de espiritualidad, clase, etnia, género y sexualidad. No obstante, los temas solo despliegan la relación que aguardan estas preocupaciones con los datos autobiográficos de la trama en su subtexto. En la Virus, la religión del padre, por ejemplo, no entra en conflicto directo con el misticismo de la madre, sino que ambos reiteran el gran número de saberes y perspectivas que podrían formar a la persona, sugiriendo al lector que las experiencias personales de la pequeña Paola son tan únicas como universales. Entrelazado con el estilo de arte, esta manera de explorar lo personal y cotidiano en conexión con lo universal define hasta ahora una gran parte del corpus de la artista. Consecuentemente, las previamente mencionadas novelas gráficas brotan como flores del árbol que es ese primer libro. Consideradas en conjunto, revelan además un proceso de evolución artística que vale la pena comentar brevemente y en conversación con ese debut.
Primero, todos estos textos, incluyendo Virus tropical, tienen una fuerte entrevena diarista. Una gran parte de los cómics individuales que llenan sus respectivas páginas llevan la fecha del evento que se representa (o la fecha de cuando fueron plasmados en el papel), el nombre de la ciudad donde ocurrió y/o un subtítulo. Pero, como episodios de una vida capturados para una televisión que solo sintonizamos de forma arbitraria, presenciamos los momentos de la vida de Paola en y fuera de orden. La cronología de estas novelas gráficas es una que cambia, pero siempre está presente. Además, aunque a estos episodios siempre los guía el ímpetu de grabar las pequeñas interacciones que forman el día a día, rara vez están enfilados hacia la creación de tramas singulares que se imponen. Parecido a Virus tropical, las demás obras funcionan envés como acumulaciones de incidentes formativos reunidos alrededor de unos pocos temas recurrentes.
QP: éramos nosotros cimienta el estilo y formato que Virus tropical inauguró. En esta su segunda obra, Power Paola presenta al lector un diario de viajes y estadías largas en el extranjero llevadas a cabo entre 2006-2012 con quien era su pareja en aquella época, un hombre llamado Quique. Esta historia es de una Paola adulta, una que lidia con las expectativas de una relación adulta y sus ganas de tener una vida itinerante. Algunas de sus historias son a color, pero la mayoría siguen siendo en el mismo arte blanco y negro de antes. En esta además aparece una técnica recurrente en el trabajo de Power Paola, los retratos de una página. En uno de estos, Quique aparece con un brazo enyesado sujetado por un cabestrillo. Como vemos en un cómic anterior, se hirió bebiendo y bailando con Paola en uno de sus muchos viajes juntos. Mirando el horizonte, aislado del contexto de la historia y su incidente, su rostro también sirve para recordar la presencia de otras experiencias imbricadas en la vida de Paola.
Todo va a estar bien por su parte es un libro que, aunque tiene un tema similar al anterior, llama la atención por su materialidad. La primera tirada de esta novela gráfica es para manosearla. La imagen de la portada es un dibujo a lápiz por la artista en el que la caricatura de una Paola adulta da un paso hacia adelante desde un risco, flotando en el aire como hacía Wile E. Coyote, enemigo del Correcaminos, antes de caer al vacío. A su alrededor, el cielo es todo gris —efecto de sombra que se logra con frotar un lápiz en la página— y las letras del título, en forma de nubes blancas, cuelgan en el tope. Es un libro de portada suave, del tamaño aproximado de una revista y páginas tamaño legal dobladas en el centro y hacia adentro, impresas por ambos lados y sujetadas a la espina con pega. Todos estos elementos hacen de esta novela gráfica un objeto-libro ya que, debido a su portada y el grosor de sus páginas, parece una libreta de la adolescencia, un documento lleno de imágenes y secretos cerca el corazón. Debería ser enrollado y cargado en el bolsillo trasero de un pantalón, una mochila llena de libros, lápices y bolígrafos o debajo del brazo para releerlo mil veces. Parecido más al Syllabus (2014) de Lynda Barry o Playground (2013) de Berliac, Todo va a estar bien es la versión Power Paola de historias como la del filme Y tu mamá también (2001), en donde las vivencias agridulces de la adultez se mezclan con el viaje y el sexo en un tipo de ensayo visual.
Los colores de Nos vamos son la primera señal que este libro señala una transición en los cómics de la artista. En vez de estar impreso con la tinta negra de los anteriormente mencionados, las líneas de sus dibujos aparecen en rosado, anaranjado, verde y otros, todos con tonalidad neón. Los colores dan nueva vida a los sujetos explorados, viajes por Argentina, Bolivia y Perú que no tan solo incluyen las habituales conversaciones que la artista gusta capturar, sino que también dan paso a apuntes sobre rastros históricos de culturas Inca y preincaicas. Aunque Nos vamos incluye cómics de hasta tan atrás como el año 2013, en esta novela gráfica también podemos notar cómo la artista comienza a desmontar un poco la forma del diario que normalmente organiza su producción. Esto es porque Nos vamos tiene aún más viñetas que desmontan la narrativa, cómics que flotan en el éter y retratos de desconocidos, escenas que subrayan los temas del libro o sugieren otros para luego esfumarse, ventanas que se vuelven anatemas de la trama organizada en actos. Juntos, ambos el uso del color y la estructura narrativa más suelta, relajada o descocida, podrían considerarse indicadores de lo que está por venir de Power Paola.
Virus ha sido publicada en Colombia, Perú, Brasil, Chile y España, entre otros países, ha sido traducida al inglés y francés, y ahora cuenta hasta con una adaptación al cine animado que comenzó a presentarse en festivales internacionales en octubre del 2017. La artista por su parte se dedica a publicar más cómics, dar talleres sobre el tema y ayudar a difundir el trabajo de otros. Si los últimos cinco años de su carrera son indicio, no da señales de parar haciendo diarios-cómics de su estadía en el mundo.
Iván Pérez Zayas
Northwestern University