Desde el punto de vista periodístico, Venezuela es, en el día a día, una noticia que se mueve a la velocidad de los tiempos actuales, donde una pista es inmediatamente sustituida por otra que elimina los hechos más recientes y los reemplaza por situaciones nuevas. En tales ciclos, los lectores están informados, pero rara vez están profundamente conectados con lo que sucede, ya que si la experiencia de lectura se distancia por la cultura o la geografía que separa lo que sucede del lector, Venezuela sólo transmite la información, detallada o no, de lo que sucede. sucede Solo en ciertos casos, la literatura logra transgredir estos límites entre lo informativo y lo vivido. Es precisamente Karina Sainz Borgo, quien a través de su novela La hija de la española(Lumen, 2019) logra vincular a sus lectores, cercanos y lejanos, con lo sucedido de una manera más profunda, transgrediendo las fronteras entre la realidad y la ficción para que cada página de su novela pueda conectar no solo con un acontecimiento, sino también con una tiempo, un espacio, una mirada y una experiencia. Cuando salimos de nuestro país, siempre hay una parte de él que se mueve con nosotros a través de nuestra memoria, y en esta entrevista para Latin American Literature Today, hablamos sobre la interacción entre la memoria y la realidad.
Claudia Cavallín: Tu primera novela, La hija de la española , es excelente. En tus palabras, es “un libro impredecible, casi un incendio forestal que se ha expandido”, y es aquí donde aparece un relato dinámico y detallado sobre las vivencias de una hija y su madre, una maestra que muere tras una larga enfermedad. Inmediatamente llegamos a los vínculos entre la protagonista y la vecina muerta, la realidad de su ciudad y la crueldad en su país. En las páginas iniciales de La hija de la españolahay dos referencias llamativas, una de “El hueso pélvico” de Yolanda Pantin y la otra de “El resentimiento” de Jorge Luis Borges, donde se destaca la derrota del poder de la intimidación y el exilio. ¿Cuáles son las emociones más profundas que se adhieren a la protagonista de esta historia cuando se enfrenta a una situación límite?
Karina Sainz Borgo: Adelaida Falcón es el prototipo de mujer que vive en la orfandad. Es alguien atravesado por la rabia, alguien que quiere sobrevivir, pero se siente culpable por poder lograr esa supervivencia. Escrita con una profunda conciencia de desarraigo, suavizada por la sensación de llevar el peso de la pobreza y la muerte de un país que desaparece, esta novela hunde sus raíces en una sociedad acostumbrada a morir matando, y un mundo construido por mujeres. , que son la fuerza principal de esta historia. Las mujeres dan esencia y cuerpo a la supervivencia como acto de amor y crueldad. En La hija de la española,la madre es una fuerza casi telúrica, hirviente. La madre es la patria y en ella tenemos derecho a morir. No creo en lo más mínimo que esta historia se refiera sólo a un país y un período de tiempo. Todos los que han perdido o les han quitado su lugar en el mundo han ido a parar allí, en ella. Cuando Adelaida Falcón —esa hija sin hijos entendida por María Fasce— entierra a su madre homónima, confirma la pérdida de un país que no puede ni enterrar a sus muertos. La hija de la españolarelata la transformación experimentada por aquellos que son arrancados de una naturaleza y arrojados a otra. Adelaida tendrá que cruzar el Atlántico usando el nombre y la vida de otra persona. En ese arreglo se iluminará y, al mismo tiempo, ofrecerá un canto de furia, amor y tristeza. Es entonces la furia, la antigua furia de Aquiles, la que sostiene y nutre estas páginas.
CC: En la novela también se debate el problema de la identidad. Por múltiples razones adversas y conexas, la protagonista tiene que ajustar su papel ante la existencia de una posible fuga en otro cuerpo. Su inconsciente la delata a través de un breve sueño que llega casi al final de la historia cuando piensa y siente que otra voz le dice: “Demasiadas preguntas. ¿Quieres seguir adelante o dar marcha atrás? Es su nombre Adelaida Falcón o Aurora Peralta? ¿La mataste o ya estaba muerta? ¿Huye o roba? Melancolía, fracaso emocional, nervios, problemas económicos… ¿Es la protagonista una especie de “Madame Bovary venezolana” que, como dijo una vez Mario Vargas Llosa, también vive en el abismo entre la ilusión y la realidad?
KSB: No, me temo que Adelaida, lejos de ser Emma, no puede ni elegir la insatisfacción. Ella está muerta pero busca vivir. No tiene un puñado de arsénico en la mano; se ha visto obligada a tragar ese veneno de una sola vez. En esta historia no hay comida, ni paz, ni compasión… no hay ni la más básica compasión al enterrar a los muertos. El papel del hambre en esta novela es el de una fuerza que se desata porque ninguno de los personajes puede decidirse al respecto. Nadie puede controlar esa sensación del infierno. Adelaida se nutre de sus recuerdos. Ella intenta resistir en un mundo que se derrumba en pedazos. Todos los momentos de luz en este libro sobre este horror son recuerdos. Nací en un lugar donde hasta las flores son cazadoras y eso te condiciona cuando miras y cuentas.
CC: Isaiah Berlin nos dejó su reflexión sobre la conexión entre libertad e igualdad, que se encuentran entre los objetivos básicos que el ser humano ha estado buscando durante muchos siglos. Según él, la libertad absoluta para los lobos significa la muerte para los corderos; la libertad absoluta de los poderosos y de los talentos no es compatible con el derecho a una vida digna de los débiles y menos dotados. La protagonista de la novela recuerda haberle contado a su madre la existencia de los límites: “Por eso te hablaba de los bandos, del que roba y del que hace la vista gorda. Del que mata sin matar.” En tu novela, ¿quiénes podrían haber sido los lobos? ¿Y quiénes los corderos? ¿Existe en cada uno de ellos una aporía de libertad e igualdad?
KSB: Crecí en una sociedad muy violenta, donde la vida tiene tan poco valor que puedes morir porque alguien quiere quitarte algo tan básico como un par de zapatos. Esa fue una de las cosas que me llamó la atención cuando tenía diez años. Una sociedad cuya relación con lo importante, con la vida, con un ser humano, es intervenida haciendo daño, violando. El problema es que la violencia se transformó en un elemento político. Eso genera en ti la sensación de que estás en medio de una guerra en la que no hay tanques, no hay misiles, pero estás en una guerra por la supervivencia. Para mí la muerte es algo muy natural y es uno de los temas que más me fascinan. ¿Cómo puede la muerte dominar una sociedad, cómo puede configurar esa sociedad? Como dice la novela, “más que funerarias, la ciudad tenía hornos porque la gente entraba y salía como pan”, o “ella no vivía en un campo, sino en una picadora de carne”. La vida vale poco; no hay cifras oficiales. Los verdugos son alegorías, como La Mariscala o la fantasmagoría de la Revolución… todos son víctimas, incluso el lector. El problema, el verdadero problema de fondo, es la forma en que esa víctima, atenazada por el castigo y la desesperación, es también un depredador.
CC: En La hija de la española cuando la protagonista, adherida a su doble identidad imprescindible para salir de Venezuela, ya está en el avión, sus pensamientos se describen con estas frases, que son como comparaciones semánticas y gramaticales: “Me subí al avión y tomé mi asiento. Apagué mi teléfono y con él mis nervios. Miré por la ventana. Era de noche y una electricidad de miseria y belleza recorría la ciudad. Caracas brillaba tentadora y terrible a la vez, el nido caliente de un animal que seguía mirándome en la oscuridad con sus fieros ojos de serpiente. Sólo una letra separa ‘partir’ (partir) de ‘parir’” (dar a luz). ¿Es el poder de las palabras lo que separa la novela de la realidad? ¿Hay una estructura invisible detrás de lo visible?
K.S.B: In La hija de la española, I aspire to induce the same sensation that books such as Esperando a los bárbaros by Coetzee produce in me. I read that book when I was very young and it moved me. I wanted to write a good novel and I felt that I was mature enough to be able to tackle this subject that pierces me, being uprooted, being far away. The worst thing is the survivor’s guilt. The survivor has to overcome violence and harassment, so that this can be transformed afterwards. If (the novel) is political, it is because it poses a fundamental question: what happens to the individual in a totalitarian society? Something very large imposes itself and ends up blurring you. In this long path toward tragedy and death, I was enlightened by the clairvoyance of Cormac McCarthy’s The Road. That book’s reality is a debate between the hell of the present time and the evocation of the possible country, the lost country, the one that aspired to progress and found itself yearning for it in the middle of nothingness, in the middle of complete destruction.
C.C: Let’s leave your novel aside for now but continue talking about Caracas and your publication Diario Barbitúrico, which we can read through Zenda, a space in the Spanish journal XLSemanal, distributed by 23 leading journals and which has been conceived as a “territory of books and friends.” Using your “Barbitúricos Ciudadanos,” we read about diverse situations such as the immense collapse of the electrical system in all of Caracas, or about the effects of dark theater chairs as a kind of blank page. Here we connect with the disappointing reality and with other critical situations that are sadly usual in Venezuela. Do you believe that we can rely on the power assumed by a literature linked to journalism to bring us closer to the brief everyday stories, so that readers can begin to feel in a more personal and profound way the suffering of those who live in Venezuela? How should we do it?
KSB: El periodismo es literatura. No los separo. No los segrego. Así como Ian McEwan dice que escribe para saber adónde va, yo hago tanto con la prosa periodística como con la ficción.
CC: Finalmente, reitero que usted es un maravilloso narrador y un destacado autor. Atento a su enfoque periodístico de cuestionar más que de responder, ¿qué pregunta le gustaría plantear a los lectores de Latin American Literature Today ( LALT ), quienes regularmente van más allá de los límites entre lo real y lo imaginario para ahondar en lo que sucede en ¿Venezuela?
KSB: ¿De qué tamaño es el mapa de su idioma?
Traducido por Rosario Drucker Davis