Buenos Aires-Londres, Equidistancias. 2022. / Buenos Aires-Londres, Equidistancias. 2024.
Una antología, ante todo, supone un recorte. Este puede obedecer a uno o varios criterios. Las dos antologías que ofrece la editorial Equidistancias tienen en común la intención de mostrar qué están escribiendo las y los poetas hispanoamericanos que hoy residen fuera de sus países de origen. En los dos casos en una lengua que no es la propia, con todas las implicancias que eso supone. La primera en ser editada fue Voces equidistantes. Poetas latinoamericanos en el Reino Unido y la segunda Voces periféricas. Poetas latinoamericanos en Alemania.
Las preguntas que subyacen en ambas antologías son las siguientes: ¿cómo se escribe? ¿Qué es lo que vive en las escrituras de quienes migraron? Cada una de estas escrituras es una forma de respuesta individual con todo lo colectivo que tiene cada individualidad. De época, generación, cultura, etnia. Y lo que ofrecen es una variedad de tonos, registros, de afiliaciones más o menos evidentes o conscientes. A la vez, todas comparten algo en su historia. Y lo más interesante es ver cómo se despliegan esas escrituras, de qué manera conviven con la cultura en la que se encuentran, si luchan, dialogan o danzan; ver cómo establecen la relación de pertenencia en su doble cara de abandono y acogida. Abandono en tanto que algo se deja y de alguna manera se extraña; acogida en tanto nuevo espacio en el que se desarrolla esa escritura y en la cual, en mayor o menor medida, se desea ser leído. Escrituras que están siendo producidas, que intentan circular y que a la vez cuentan con una tradición que dio libros como París, situación irregular de Enrique Lihn. ¿Escrituras bifrontes?
En la antología del Reino Unido la intención fue la de dar cuenta de diferentes estéticas y abarcar distintas generaciones “sin ceder en esta selección a la presión de los criterios ‘políticamente correctos’ que imponen las corrientes de moda en ámbitos de debate que no son el de lo estético, por muy mediáticos y generosos que se presenten: no hay ‘cuota’ ni ‘discriminación positiva’, ni ‘poscolonial’, ni ‘de género’ ni de la que sea, que me valga a la hora de juzgar a la poesía”, aclara Enrique Zattara en el prólogo. Nos encontramos con dieciséis escrituras que muestran un amplio abanico en la forma de trabajar el verso en cuanto a su extensión, a sus cortes, a los espacios en el blanco de la página. También en la variedad de tonos y registros. De lo íntimo a lo irónico; de lo coloquial a lo formal. Las temáticas son variadas, algunas se centran en el cuerpo, otras en la relación con la lengua y el espacio en el que viven.
Juana Adcock (México), que abre la antología ordenada por orden alfabético, despliega en este conjunto de poemas, que va de lo íntimo a lo social, una escritura en la que el entorno, siempre presente, en algunos poemas acecha. Y probablemente esa sea la manera de leer la utilización del inglés como recurso expresivo en Tengo una idea para una novela: “Y en este tumulto encontraré lugar para el pathos, / repeating elements, la illusion of unity y una resolución tan espectacular / it will soften the eye: // un ojo de agua, a word made into flesh”.
La forma en que el entorno aparece en la escritura de Sebastián Montes (Colombia) es distinta; en London Warning escribe: “Es la hora en que la reina toma el té / y hay un niño nepalí / que ve girar el mundo en una lavadora, / los blancos trenes del progreso humean en la lejanía / con sus vientres repletos de banqueros, / las botas de un soldado rubio / acarician dulcemente / las mejillas de una viuda afgana”. En este caso el tono irónico predomina. O esta otra relación con el lugar y la lejanía que Xaviera Ringeling (Chile) expresa así: “desde esta isla de menguantes garantías / a miles de kilómetros de distancia // suavizamos culpas con modestas transferencias electrónicas”, en el poema En terreno ajeno.
Este es solo un eje de los muchos que pueden rastrearse. La selección de poemas realizada nos brinda un panorama de lo amplio, viva y diversa de la producción poética en ese rincón cosmopolita.
“Las voces que abarcan estas antologías se despliegan en el tiempo en el que el exilio se transformó mayoritariamente en América Central y del Sur en migración y desplazamiento”
La antología de Alemania cuenta con veinte poetas. Y pone su acento en la circulación actual en la escena literaria independiente. Muestra de “gestos combativos que transforman la marginación en un arma para generar cierto ruido en el mainstream de la literatura alemana”, escribe Timo Berger en el prólogo de esta edición que lo tuvo también como antólogo, y afirma que el panorama de la literatura hispanoamericana en Alemania, con fuerte centro en Berlín, es “heterogéneo y volátil”. Nos encontramos con poemas que trabajan en el espacio de la página de una manera muy distinta. Esa es una gran diferencia con la antología del Reino Unido. Los espacios en blancos, la disposición de los versos, adquieren otra plasticidad; encontramos poemas visuales imposibles de reproducir aquí.
Pero en muchos de ellos desde lo temático seguimos encontrando la cuestión migratoria. En el chileno Tomás Cohen estos versos del poema De un trago lo evidencian: “Masqué la última avellana que guardaba de mi patria y la vertí, traducida por mi sangre, en la boca de la encinta que tragó. Nutría yo también con mi cuerpo, con algo compuesto de mi país digerido”, o “desde qué casa esa casa / que casa en esta boca que palabra / que ruina sin historia que testamento / sino el huevo de la paloma”, de la poeta Ramona de Jesús (Colombia). O también del chileno Israel Encina: “Tu país es un jardín fértil, / primero se quemaron libros, / luego hombres. / Aunque ya no se distingue / la persecución de la compañía, / sabes que tu lengua es agujazurciendo las cosas rotas”.
Quizás lo que de alguna manera más velada y en otras más explícita esté es el sentimiento que expresan estos versos de la argentina Giuliana Kiersz: “salgo a conocer una ciudad / que decidí hacer propia”. Y las variantes formales, de perspectivas y otras parecen girar alrededor de ese “decidí” que es inestable en las horas, los días, los años y de “ciudad” que contiene a la que se dejó atrás y a la que se habita en lenguas distintas.
¿Escrituras bifrontes? ¿Es a eso a lo que se enfrentan todas estas voces? ¿Cuánto importa o puja en ellas la pertenencia? Estas palabras de Eduardo Milán nos ofrecen un acercamiento: “El exilio transforma el origen en lengua. Y ahí viene la disyuntiva: o intentar crear una personal lengua del exilio o elegir la poesía, que es el exilio de la lengua”1. Las voces que abarcan estas antologías se despliegan en el tiempo en el que el exilio se transformó mayoritariamente en América Central y del Sur en migración y desplazamiento; la disyuntiva reformulada sigue ahí: crear una lengua personal de la migración o elegir la poesía que podría pensarse como lengua desplazada.
1 “La lengua del origen – Eduardo Milán”, entrevista publicada en el blog Los grandes de la literatura rioplatenses de Andrés Aldao.