Madrid: Instituto Cervantes/Diputación de Jaén. 2023. 188 páginas.
La colaboración entre el Instituto Cervantes, la Diputación de Jaén y la Fundación Legado Literario Miguel Hernández de España ha dado como resultado una colección antológica que establece diálogos entre el poeta de Alicante y otros escritores. Editado por César Ferreira, Miguel Hernández y César Vallejo. Versos en convergencia es el más reciente volumen de dicha colección y reúne a dos figuras fundamentales de la poesía, permitiendo así que los lectores observen la conexión entre ambos, a nivel poético y vivencial. Esta edición cuenta con prólogos e introducciones de Luis García Montero y César Ferreira que se complementan entre sí y que brindan una visión panorámica de la poesía de Hernández y Vallejo, así como de su contexto histórico y político.
Hay innegables conexiones entre Hernández y Vallejo: ambos poetas comparten un origen rural. Hernández vive en carne propia la realidad conservadora y provinciana de Orihuela, en Alicante, mientras que Vallejo tiene una experiencia similar en Santiago de Chuco, alejado pueblo en la región andina del Perú. Pese a que crecen en la periferia, alejados de los centros intelectuales, ambos encuentran no solamente solaz sino sobre todo una gran pasión en la creación literaria. La poesía, para estos autores, es una forma de reivindicar la voz del pueblo. De hecho, tanto el poeta peruano como el español se caracterizan por sus sólidas convicciones sociales, presentes en su poesía pero también en su quehacer cotidiano. Ellos rescatan la posibilidad de transformación del hombre y defienden una sociedad con justicia y solidaridad. Sueñan con un futuro mejor.
En Vallejo, la angustia existencial se manifiesta en Los heraldos negros (1919) con temas como el sufrimiento, el dolor, la orfandad y el desamparo. En 1920, tras un altercado en Santiago de Chuco, Vallejo es acusado de haber incendiado una casa comercial; es detenido y encarcelado en Trujillo desde fines de 1920 hasta comienzos de 1921. No obstante, a pesar de las terribles condiciones carcelarias, Vallejo inicia allí la escritura de Trilce (1922). Este segundo poemario está caracterizado por su lenguaje experimental y por sobrepasar los límites de la palabra. Vallejo es consciente de los cambios que trae la segunda década del siglo XX y, por lo tanto, utiliza un lenguaje poético enteramente novedoso. De manera paralela, la caída de Wall Street en 1929 socava la confianza en el capitalismo y refuerza las preferencias por el marxismo. No debe sorprender, entonces, que el pensamiento marxista sea adoptado por los poetas.
“Se comprueba una vez más que para Vallejo la única forma de vencer al dolor y la muerte es forjar una sociedad basada en la solidaridad, la unión fraterna y la esperanza”
En 1923, Vallejo deja Perú y se traslada a Francia. Su interés por el marxismo aumenta, así como su compromiso con los ideales revolucionarios. Entre 1928 y 1929, Vallejo viaja por la Unión Soviética, compartiendo sus observaciones en el libro Rusia en 1931: Reflexiones al pie del Kremlin (1931). La militancia política causa dificultades en la vida personal de Vallejo, pero aun así logra establecerse en París, junto son su pareja Georgette. El inicio de la Guerra Civil española en 1936 consolida el compromiso revolucionario de Vallejo, quien en su faceta de periodista es testigo del conflicto en España. Al año siguiente, César Vallejo participa en el Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, y es allí donde conocerá a Miguel Hernández. En 1938, Vallejo fallece en París. Su viuda, Georgette, colabora con la edición póstuma de Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz. En estos dos últimos poemarios, se comprueba una vez más que para Vallejo la única forma de vencer al dolor y la muerte es forjar una sociedad basada en la solidaridad, la unión fraterna y la esperanza.
La infancia de Miguel Hernández se caracterizó principalmente por la influencia católica, así como por el aspecto rural de su entorno; de hecho, las demandantes labores del campo impiden que Hernández termine de estudiar en el colegio. Para Hernández, el campo y la naturaleza son fundamentales, no solamente en su vida personal sino también en los primeros poemas que escribe. Perito en lunas (1933) será el primer poemario de Hernández y, aunque el libro tiene un tiraje muy reducido, será un importante y promisorio primer paso. Vale la pena destacar que tanto Vallejo como Hernández comparten un origen humilde y tirajes iniciales muy reducidos de sus libros; sin embargo, gracias a la originalidad de sus voces poéticas, ganan la admiración de sus lectores. En 1934 Hernández va a Madrid, en donde colabora con revistas y otras publicaciones. Luego de conocer a Pablo Neruda, Hernández se vincula con los poetas de la Generación del 27, ganando amigos como Vicente Aleixandre.
Aunque en una primera etapa coexisten en Hernández sus creencias católicas y su fascinación por los misterios del mundo natural, eventualmente la religión pasará a segundo plano y se acentuará más una cercanía ideológica con la izquierda. Con El rayo que no cesa (1936), Hernández se consolida como una de las más importantes voces poéticas de España. En este poemario, se hace evidente el dominio de las diferentes expresiones poéticas, así como una perspectiva en la que se entrelazan la actitud trágica y la pasión del hombre. Otro tema recurrente en la obra es el amor y las complejas relaciones interpersonales. El rayo que no cesa incluye “Elegía”, un extraordinario e inolvidable poema sobre la intempestiva muerte de Ramón Sijé, uno de los más cercanos amigos de Hernández.
Con el inicio de la Guerra Civil española en 1936, Hernández formará parte de las Milicias Populares en calidad de voluntario. Hernández apoyará a los milicianos republicanos en la vida real y en sus poemas, aunque recordará en todo momento el dolor y la destrucción ocasionados por la guerra. En 1937, después de conocer a Vallejo, Hernández viaja a Rusia y escribe sobre sus experiencias. Este periplo por la Unión Soviética es otro punto en común entre ambos poetas, así como sus experiencias carcelarias. En 1939, tras el triunfo del general Francisco Franco, Hernández es arrestado por cruzar la frontera con Portugal y termina en prisión. Haber estado encarcelado en Huelva, Madrid, Palencia y Toledo deteriora excesivamente la salud de Hernández, quien finalmente fallece en 1942 a causa de tuberculosis. Su viuda, Josefina Manresa, colabora con la publicación póstuma de Cancionero y romancero de ausencias. Hernández y Vallejo oscilan entre el dolor y la esperanza, pero se trata siempre de un dolor que puede ser insumo de la poesía así como catalizador del cambio. Ambos comparten, hasta la muerte, el sueño de un mundo más justo y solidario.
Miguel Hernández y César Vallejo. Versos en convergencia presenta una cuidada selección de poemas que abarca los más importantes periodos y títulos de ambos autores. Gracias a ello, el lector puede observar de qué manera sus propuestas poéticas se desarrollan a lo largo de las décadas. De igual forma, la información ofrecida en la introducción proporciona el contexto necesario para entender cabalmente la motivación literaria de estos poetas, así como las consecuencias reales de un compromiso social infatigable. Finalmente, dicha introducción analiza los poemas más emblemáticos de ambos. Cualquier lector, desde el más exigente a nivel académico hasta el más neófito, puede no solamente leer los poemas incluidos en este libro sino también enriquecer dicha lectura, contextualizándola gracias a los aportes previamente mencionados.