Bolivia: Editorial Heterodoxia. 2023. 162 páginas.
La cotidianidad que damos por sentada y consideramos inamovible, en cualquier momento puede cambiar y alterarse, obligándonos a actuar por instinto, dejando que el animal que anida dentro de cada uno tome el control y nos ayude a sobrevivir. Cuando la realidad es desgarrada por la irrupción de un elemento ajeno puede desencadenar una violencia que irá escalando. Un hombre despechado se va a trabajar al campo para olvidar esa relación tóxica y el bienestar que le proporciona la rutina del trabajo duro se ve interrumpida por una plaga de cujuchis (roedores parecidos a los topos y conocidos como “tuco, tuco”, que habitan en el centro-oeste de Sudamérica.), cuyo exterminio trae consecuencias catastróficas. El parto del primer hijo, esa experiencia transformadora que ha traído felicidad y bienestar a tantas mujeres, toma un giro desagradable e inesperado para la protagonista, haciendo de la experiencia algo desastroso.
Todas las preparaciones y precauciones que toman una familia para cuando llegue un virus nuevo que asola a otras ciudades, al final no sirven para mucho. Recuperar un alijo de drogas robado no sale bien para un grupo de adolescentes. Tener un escritor de vecino no resulta para nada en algo bueno. Estas son algunas de las historias (nueve en total) que componen Las desapariciones, el primer libro de la periodista boliviana Mónica Heinrich V., publicado por Heterodoxia, una “editorial clandestina y marginal que hace culto del perfil bajo”, en sus propias palabras, que publica ensayo, historia y biografías principalmente.
“Hay ciertas versiones del fantástico y del horror que ya están bien trabajadas en Bolivia; lo interesante de la obra de Heinrich es que es una versión nueva, más bien apocalíptica o postapocalíptica, con un lenguaje propio, crudo y cercano al registro oral, que se opone a la solemnidad de cierta forma de entender lo literario”, dice el escritor Edmundo Paz Soldán.
Heinrich comienza cada cuento de forma pausada, describiendo alguna situación corriente (el desastre de una ruptura amorosa, el instante en que una mujer rompe fuente, la rutina de una madre al comprar huevos, etcétera) para muy pronto y sin pausa mostrar la irrupción de una violencia que arrasa todo y no termina hasta concluir el cuento. Para ser su primer libro, se nota un manejo del ritmo y la tensión admirables.
“LOS FINALES SON ADECUADOS Y PRECISOS, DEJAN AL LECTOR ASOMBRADO, ATERRADO, ALIVIADO Y TRISTE PORQUE LA HISTORIA HAYA TERMINADO Y LA MAYORÍA DE LAS VECES CON GANAS DE UN PAR DE ESCENAS MÁS, DE UNA ÚLTIMA SECUENCIA”
Heinrich agarra pronto al lector y lo obliga a leer sin parar. Una obligación más que placentera, ya que es un deleite lo sorpresiva que resulta cada historia, la forma cómo avanzan y concluyen y lo diferentes entre sí. “La cosa” podría enmarcarse en la ciencia ficción, “Lucecitas” y “Happy ending” en el terror psicológico; “El niño” y “Paralelo 33” en el misterio. A medida que avanza el lector no sabe qué esperar ni con qué va a encontrarse en el siguiente cuento, y el deseo contradictorio de terminar de leerlo todo y mesurar la lectura para que no se termine tan rápido luchan en el interior de cada uno. Sobra decirlo, pero no todos los escritores son capaces de lograr algo así, y menos con la primera obra. Los finales son adecuados y precisos, dejan al lector asombrado, aterrado, aliviado y triste porque la historia haya terminado y la mayoría de las veces con ganas de un par de escenas más, de una última secuencia. Dice Paz Soldán:
Heinrich sabe dónde comenzar un cuento y dónde terminarlo: esos finales que parecen abiertos, esa vuelta de tuerca que de veras sorprende (“Happy ending”), son marca de su estilo. Desde la primera línea hay tensión, y esta no decae hasta el final. Es una narradora muy visual, ahí quizás se note su larga relación con el cine y la televisión (es crítica de cine, tiene una productora), con un gran sentido de construcción del espacio y la atmósfera del relato (“Lucecitas”, “El entierro”). Trabaja de manera ecléctica los géneros populares, los mezcla hasta fundir uno con el otro. Y es una narradora política, como se puede ver en “Contacto”, donde hay una crítica fuerte a los grupos de poder de derecha que mandan en Santa Cruz.
Las desapariciones, además, cuenta con una edición bellísima: láminas con ilustraciones realizadas por Bear Brothers que encapsulan lo significativo de cada cuento y que producen desasosiego al verlas por primera vez y una sonrisa cómplice al entenderlas luego de leer la respectiva historia. Heinrich V. fue columnista de El Deber y Página Siete, y fundadora y directora de la revista de arte y cultura Aullidos de la calle. Es una nueva autora de la cual estaré esperando con ansias nuevas publicaciones, una favorita más en la lista de narradores bolivianos interesantes como Giovanna Rivero, Maximiliano Barrientos y el propio Paz Soldán, de los cuales son imperdibles sus nuevas obras. Ustedes, lectores, también deberían apuntar este nombre en sus listas y conseguir lo más pronto posible un ejemplar de Las desapariciones.