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BOOK REVIEWS
Número 34
versare de Diego Alegría
Por Bastián Desidel Escurra
“versare constata la singularidad de la escritura poética de Diego Alegría, y que se apertura ante las afinidades electivas y la sensibilidad del lenguaje como un terreno fértil en donde podemos vislumbrar las posibilidades del poema”
Poesía
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  • June, 2025

Chile: Ediciones Tácitas. 2024. 92 páginas

versare de Diego AlegríaAntes de concluir el año 2024 Ediciones Tácitas entrega al lector versare (2024), una nueva publicación del poeta Diego Alegría (Chile, 1994); versos inéditos que posibilitan la relectura de Raíz abierta (Pez Espiral, 2015) e y sin embargo los umbrales (Mago Editores / Cuadernos de Casa Bermeja, 2018). El presente libro se divide en tres partes, en las cuales las dos primeras corresponden a “raíz abierta” y “estancias”, mientras que la última y más concisa corresponde a “una línea de aire sobre la colina”. Como bien lo mencionan los títulos anteriores, el conjunto de “raíz abierta” sería el único traspasado a versare en su totalidad, mientras que “estancias” y “una línea de aire sobre la colina” constituyen la novedad del volumen.

Es posible aseverar que versare viene a reunir y consolidar una poética de la cual Diego Alegría ya había dispuesto las primeras cartas. El poema breve, con versos de arte menor, caracterizaron al poeta joven al momento de publicar Raíz abierta, pues, ¿qué autor reconoce y se matricula bajo la tutela genealógica de la brevedad? No es común que brevedad y juventud rimen en poesía. Allí se rescataban poemas datados de temprana edad, como “El nombre” (aparecido por primera vez en letras.mysite a sus veinte años), y que denotaban una amplia conciencia de que las palabras tienen una textura, un sonido, un peso, y que ahí es donde labra la profundidad el poeta. Raíz abierta integraba, en cierta medida, las formas poéticas y las inquietudes hechas tensión en el verso, que en diálogo con “estancias” y “una línea de aire sobre la colina” hacen de versare un libro de madurez.

El poeta Andrés Morales, en una reseña de Raíz abierta, menciona que los versos de Diego Alegría transitan desde lo “terrenal” hacia lo “celestial”. Esta poesía mantiene el revestimiento de asistir a la sacralización del elemento natural y el elemento cotidiano. No obstante, entiendo como lector que el tránsito, más que el movimiento del poeta que unifica lo “cotidiano” y lo “alto”, es el ensamble que Diego Alegría realiza de sustantivos, ausentando adjetivos o detalles del objeto en sí, fijando sus imágenes e inclinándolos hacia la búsqueda y consagración de lo que podríamos llamar “unidad prístina”. El tema de “raíz abierta” —y me atrevería a afirmar que el resto de la obra contenida en versare es consciente de esto—, refiere al establecimiento de la matriz y esencia del cual proviene la palabra: espacio del elemento depurado y perfecto que se desprende de toda forma. Eugenio Montejo, poeta y ensayista venezolano, anota en 1966: 

La palabra árbol viste para nuestros sentidos la cosa árbol y, en algunos momentos, por imbricaciones del texto, dista tanto que ya no conserva sino una muy remota correspondencia con su significante […]. Puede decirse que el poema no cosecha los frutos del árbol, sino de la palabra árbol y a veces de lo que ésta, a través de sus gravitaciones gráficas, llegue a decir. (Lo que puede distanciarse analógicamente de su concepción originaria).

Si trasponemos el sentido de esta nota a “raíz abierta”, junto con su epígrafe, casi como un ars poética, el poema ya no dibuja el océano, atiende su distancia. Cada palabra será explorada ante las propias posibilidades de significación. El elemento de Diego Alegría no es propiamente el objeto, sino lo que el lenguaje permite en la significación de cada partícula. Basta leer “raíz abierta” no como poemas individuales, más bien como la continua depuración que se consagra en ese “árbol// iluminado”.

“El zurcir de imágenes recolectadas por Diego Alegría en su andar poético y la ligera fricción entre sonido y silencio evidencian el control en la disposición de un poema largo constituido de versos breves.”

“y si acaso/ las palabras fueran/ palabras y no cosas”, dirá el poeta, reavivando y haciendo tangible la tensión de manera lírica en “raíz abierta”. “estancias” se registra como un poema extenso, el cual mantiene vasos comunicantes con y sin embargo los umbrales, sin llegar a ser necesariamente una corrección o segunda versión de la plaquette publicada con anterioridad. La idea de unidad en este conjunto se inicia como un movimiento oscilatorio y recursivo que invita y expulsa en cada verso a esa idea de unidad prístina: “encerrados/ bajo una telaraña/ en casas hechas de polvo/ sobre la tierra/ yerma/ una noche celeste/ un sonido oscuro/ porque todo/ vuelve a aparecer”. Descubrimiento y pérdida continua de lo inasible, una presencia refulgente. ¿Es posible una lectura metapoética de “estancias”? La voz de esta sección da cuenta de una perturbación de dicha unidad, el extrañamiento del hablante ante el lenguaje y la esencia de las cosas. Pareciera que nunca se está demasiado adentro, pero tampoco demasiado afuera. En esta tensión figurada de misterio y límite es donde asistimos a la arcana comunión permitida en el lenguaje: 

pero algo se escucha en lo informe
y sin embargo
los umbrales
como si tras
un velo negro
se escondiera
siempre otro
más profundo
el susurro lluvioso de un poema 

Cierra versare con “una línea de aire sobre la colina”, revisitando versos e imágenes ya elaboradas (“piedras/ esparcidas/ en el desierto” o “al interior/ del árbol // brota / la ceniza”, entre otros) en una concatenación de tercetos escalonados que disponen un ritmo cíclico. El zurcir de imágenes recolectadas por Diego Alegría en su andar poético y la ligera fricción entre sonido y silencio evidencian el control en la disposición de un poema largo constituido de versos breves. “El viento sopla      sin cesar      como un eco”, será el inicio del poema que abre una circularidad en la cual se acoplan elementos concretos y abstractos, como “la montaña”, “la hora”, “el peso”; y se armonizan con otros que funcionan como contenedores, siempre separados por un verso, el segundo, que señala un espacio o una cualidad y que permite la metamorfosis del elemento depurado. Ejemplo de esto pueden ser los siguientes tercetos: “el día/ más largo/ que los años” o “la montaña/ que se esfuma/ en la nube”. La evocación hacia el espacio primigenio como origen del lenguaje resalta nuevamente ante los dos últimos tercetos: “el sonido/ anterior/ a la palabra” y “la mano/ de arena/ que me escribe”. El ambiente se torna claro en su propio hermetismo, cada imagen labrada nos dirige hacia la transparencia y el delgado hilo que conecta las palabras entre sí. Sella este efecto acumulativo la referencia al primer verso: “el eco      no cesa      de soplar      como el viento”. La palabra siempre se refiere a otra. El revés del lenguaje, de las imágenes queridas y revisitadas, para constatar su metamorfosis, para hacerlas sonido leve mediante la recursividad que se significa tanto individualmente como en el diálogo establecido con “raíz abierta” y “estancias”.

A pesar de lo infrecuente que es encontrar adjetivos en la obra poética de Diego Alegría, considero que el adjetivo “leve” ilustra la senda que ha recorrido su voz poética en sus propios poemas. Presenciamos así una obra que no se recarga de estímulos ni excentricidades. Ha hecho propio el mejor hermetismo. El cotejo de la unidad mediante la fijeza y el movimiento de la palabra son las tensiones poéticas que ha indagado con un lenguaje propio. Un lenguaje único que imposibilita un entendimiento generacional, versare constata la singularidad de la escritura poética de Diego Alegría, y que se apertura ante las afinidades electivas y la sensibilidad del lenguaje como un terreno fértil en donde podemos vislumbrar las posibilidades del poema.

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