Nota del editor: Esta es una de las tres reseñas ganadoras del I Concurso de Reseñas Literarias de LALT (2023). Nos complace compartir las reseñas ganadoras en el presente número de la revista.
Un mundo que se puede explicar no es narrable.
Byung-Chul Han, La crisis de la narración
Barcelona: Anagrama. 2023. 400 páginas.
Dos acontecimientos de 2023 se imponen por su pertinencia: al mediar el año, el fenómeno cinematográfico Oppenheimer, del director inglés Christopher Nolan, volvió a poner en circulación diversas reflexiones sobre la bomba atómica; en tanto que, en vísperas del 2024, recibimos la noticia de que la prominente revista Nature proclamó al ChatGPT el mayor avance científico del año, lo que marca un hito por cuanto esta vez le concede preeminencia a un agente no humano. Cualquier lector haría bien en pensar que estos eventos no son materia ajena para los escritores latinoamericanos, quienes a menudo son encasillados en ficciones sobre el narco o sobre las mascotillas de Stalin de las abundantes repúblicas bananeras, pero sobre todo haría bien en leer Maniac (2023), la más reciente novela del escritor chileno Benjamín Labatut, donde la bomba atómica y la inteligencia artificial son dimensionadas desde una óptica novísima.
Venido a este mundo en Países Bajos, en 1980, pero afincado en Chile desde sus años de adolescente, Benjamín Labatut dio sus primeros pasos como autor con la publicación del volumen de relatos La Antártica empieza aquí (2010), donde predominan historias extrañas con una nítida predilección por las enfermedades y la locura. En 2016, apareció su siguiente libro: Después de la luz, una obra que se desliza de cualquier clasificación genérica, un rasgo fronterizo que, en adelante, se ha convertido en una marca identitaria de su literatura. Con la novela Un verdor terrible, publicada en 2020, Labatut se granjeó insospechados elogios y copiosos reconocimientos a escala global. Seguidamente, vio la luz el ensayo breve La piedra de la locura (2021), en el que, bajo la guía de H.P. Lovecraft, David Hilbert y Philip K. Dick, el autor discurre sobre la pérdida del sentido en el mundo actual y sus incidencias en la política y en las diversas esferas de la cotidianidad.
Maniac, el quinto y nuevo libro de Labatut, emprende el periplo abarcado por la ciencia y la tecnología en el convulsivo siglo XX, tomando como personaje nuclear de su narración al genial matemático húngaro John von Neumann. La historia se sirve del suicidio del científico austriaco Paul Ehrenfest tras haber asesinado a su hijo, para internarse mediante un coro de voces en las zonas de luz y de sombras de la ciencia y la tecnología representadas por Von Neumann, una de las mentes brillantes de la historia cuyos aportes comprenden las bases de la mecánica cuántica, el diseño de la bomba atómica, la teoría de juegos y el prototipo del computador moderno.
Maniac es la ejecución de una novela total, que no sólo vuelca la vista hacia la revolución de la ciencia y la agitación política del siglo XX y somete el presente a un escrutinio, sino que indaga sobre el porvenir…
El ADN de Benjamín Labatut corresponde al de la particularísima genealogía literaria del Jorge Volpi de En busca de Klingsor (1999), del Edmundo Paz Soldán de El delirio de Turing (2003), y del Diego Vecchio de La extinción de las especies (2017), todo un remarcable y poco habitual conjunto de autores del vasto suelo latinoamericano cuyas ficciones absorben y moldean todo cuanto la praxis de la ciencia y la tecnología propicia, bien sea para, pongamos, narrativizarlo en clave detectivesca, en un thriller político o en un sucinto recuento de la evolución de las especies y del planeta, entre otras posibilidades a tiro.
A no dudarlo, otra fuente que le reposta combustible a la escritura de Labatut es su coterráneo Roberto Bolaño. La mirada del lector atrapa este influjo en la ausencia del color local en Maniac y en sus atributos genéricos pertenecientes a la biografía, sobre todo al vincularse ésta con un ángel luciferino, todo lo cual, en principio, nos remite al inicio de las publicaciones de Labatut. Ejemplar de ello es La Antártica empieza aquí, relato inaugural que dialoga con el universalismo y la modalidad biográfica de La literatura nazi en América (1996), e incluso conversa con la novela póstuma 2666 (2004), cuyo escritor desaparecido Archimboldi resuena en la figura del marginado poeta Karol Vasek.
En su iluminador ensayo Los hábitos secretos de los genios (2022), Craig Wright nos recuerda que dos dimensiones consustanciales a la genialidad son el toque de locura y una energía que suele degenerar en daños colaterales. Digamos que el autor chileno firma una creación que cabe denominar “la poética de los científicos malditos”, en virtud de que orbita alrededor de científicos venidos a menos o que, en el peor de los casos, son liquidados por la tragedia, dioses y héroes humanos, demasiado humanos. En resumidas cuentas, la lectura de Maniac, lo que vale de igual modo para Un verdor terrible y La piedra de la locura, nos garantiza un encuentro con la cara oculta y tenebrosa sobre la que se cimienta el progreso de la especie humana.
Ya quedó dicho que a la obra de Labatut le resulta esquivo el proceso conceptual de clasificación con el que funciona nuestro sistema genérico. En Maniac operan las secuencias narrativas tanto en coordenadas ficcionales como en referenciales del tipo biográfico, así como a ratos se activa un orden discursivo argumentativo al servicio del ensayo. El lenguaje, a su vez, puede estar cargado emocionalmente o tomar su respectiva denotación dentro del campo semántico de la ciencia que trate. El siguiente extracto sobre el aspecto de la bomba atómica del proyecto Trinity ejemplifica plenamente la apropiación de la ciencia por parte del registro literario, siempre portador de emociones e intertextos: “Le daban un aspecto enternecedor, como si fuese un pequeño Frankenstein, un monstruito lleno de remiendos, algo casi frágil. Dios mío, las estupideces que uno piensa…, pero estoy siendo sincero”.
Conviene recordar la preocupación por el abismo que se ensanchaba entre la literatura y la ciencia que primero atormentó a Aldous Huxley, en Literatura y ciencia (1963), y posteriormente a George Steiner, en Extraterritorial: ensayos sobre la literatura y la revolución del lenguaje (1971). Para ambos escritores, se hacía insoslayable que la literatura dejara de darle la espalda a la ciencia y que los escritores lograran articular un lenguaje que pudiera comunicarle el saber científico al lector literario. El escritor Benjamín Labatut supera esta barrera, puesto que su obra no sólo narrativiza el quehacer científico, sino que, por lo demás, vierte luz sobre los puntos de contacto entre la ciencia y la literatura, o acaso genios de la estatura de Von Neumann y Shakespeare no desafían el pensamiento de su tiempo hasta la incomprensión más feroz y absoluta, por lo que deben mantenerse a la espera de que otra época asimile sus propuestas y las normalice. Los genios de ambos bandos son rebeldes que fuerzan a sus contemporáneos a ver y pensar el mundo de manera harto distinta. No hay mejores lugares en los que cobre forma aquello que entrevió Jonathan Swift sobre la cofradía de necios que arremeten contra el genio.
Acabaré apuntando que Maniac es la ejecución de una novela total, que no sólo vuelca la vista hacia la revolución de la ciencia y la agitación política del siglo XX y somete el presente a un escrutinio, sino que indaga sobre el porvenir, por eso enfoca su lente hacia los espinosos e insondables laberintos de la ciencia, allí donde, en este justo momento, diseñan el mundo que vendrá.