Lima: Editorial Qwerty, 2022. 98 páginas.
Como sabemos, “antología” es un término que proviene del griego “ánthos”, flor y “logía”, selección. Se trata, pues, de una selección de nuestras más preciadas flores. No hablaremos aquí de la arbitrariedad de toda elección, sino de la buena fe depositada en ellas. Como esta antología que nos convoca, Ciertas formas de la soledad. Poesía 1992-2020, (2022), del poeta, músico, periodista, dibujante y docente, Alonso Rabí do Carmo.
Esta selección, llevada a cabo por el propio autor, se inicia con Concierto en el subterráneo (1992), cuyo título evoca al jazz como música de los márgenes y a la vida disipada de sus protagonistas: Coleman Hawkins, Thelonious Monk, Charlie Parker, Miles Davis. En “Charlie Parker está en casa”, leemos: “Charlie Parker trepó de un salto al cielo / llevándose su saxofón, una jeringa, / la foto de sus hijos / y un inmenso tazón de pop corn”. Así, Parker llega con su música y su jeringa a un cielo que no está para juzgarlo.
Una mayor variedad de inquietudes y estilos se puede apreciar en Quieto vaho sobre el espejo (1994), aunque una misma actitud. Los autores que convoca en esta ocasión no solo provienen de la música, como Chopin, sino también de la poesía, como Ezra Pound. Además, aparecen otros temas que serán recurrentes en la labor poética de Rabí, la naturaleza y el amor, y estilos que van desde poemas breves, hasta los más coloquiales. Pero se mantiene la misma actitud de admiración, nunca la de juzgar a los creadores. En “Pound”, nos dice: “Pero quedó tu voz, / Más alta que el aliento de la noche / Y la felicidad de saber, al menos, que Dante / Sí lo hubiera perdonado”.
El amor platónico es, como diría Walter Benjamin, el amor al nombre. Cuando amamos no dejamos de pronunciar el nombre de la persona amada. La divina Comedia, de Dante, puede ser leída como el amor al nombre de Beatriz. En un purísimo ramaje de vacíos (2000) el amor es esencialmente el amor al nombre, no al cuerpo de la persona amada. En “Apuntes para un movimiento triunfal”, leemos: “Aún en medio de puertos asolados / por la peste o los corsarios oiría tu nombre, / profanando dulcemente el último vocerío / de los muertos, el silencio feroz / de los escombros”. El precio que pagamos por poseer el cuerpo es el olvido del nombre. Aparecen los diminutivos en la intimidad. El amor platónico también se dejará sentir en Vago lirismo, penúltimo poemario de la antología.
“Hay una preocupación de Rabí por el ámbito propio de la poesía que se ve afectado por otros ámbitos, como, por ejemplo, el de la burocracia”
El diccionario de la Real Academia Española, como cualquier diccionario, nos da una definición del corazón en términos positivos: “Órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el ser humano está situado en la cavidad torácica”. Rabí nos brinda una serie de definiciones del corazón que nos acercan mucho más a su dimensión humana. En el poema “XIII”, de “Y un día preguntaste qué cosa era el corazón (trece estancias)”, una de las secciones de Ciertas formas de la soledad, apreciamos otra de sus definiciones: “Luz que late, ritmo ensombrecido. / Dispersión pura la de mi voz. / He ahí el corazón”.
Hay una preocupación de Rabí por el ámbito propio de la poesía que se ve afectado por otros ámbitos, como, por ejemplo, el de la burocracia. En “Cuaderno de cargo”, otra sección perteneciente al libro que comentamos, vemos un título que alude a una actividad burocrática, queda diferenciados dichos ámbitos. En “Confesión”, leemos: “Este es mi oficio: esculpir estrellas cada tarde / y con cierto desdén nombrar las cosas. / Es la única manera, digo y me digo, de olvidar: / a) Las penurias que paso en la oficina / b) El sonido de mi anexo / c) La sonrisa de mi jefe / d) La buena marcha de la empresa”. La poesía es vista como una actividad que nos resguarda de la arbitrariedad laboral, de la estupidez humana.
El paso de un colegio privado a una universidad pública, de unas relaciones sociales a otras, de la adolescencia a la adultez, el paso de una especialidad a otra, tienen como telón de fondo la época del terror en el país, a inicios de la década de los ochenta, y marcan, sin duda, la conciencia del poeta. Desde el título de la sección, “Noticia del cerco del Patio de Letras, la caída del Che y otros asuntos de la juventud del yo poético, pronto en sus cines favoritos”, Rabí nos anuncia el tono, irónico y periodístico, y el estilo, la prosa poética,con los que escribirá su texto. En el poema “IV”, enfatiza: “Ver al Che me estremeció. Ese primer día en la Ciudad Universitaria marcó en mí un antes y un después, incluyendo la hepatitis que contraje y que casi me manda literalmente a otro mundo. Luego fue una orgía de café y conversaciones interminables sobre literatura porque a decir verdad el derecho (nos) importaba un mojón. ¿Recuerdan, Mario de la Cuba, Alberto Ríos, Ricky Obando?”. Periodo formativo en el que incorpora sus visitas a la Filmoteca, sus conversaciones en los cafés del centro de la ciudad, el amor.
La crítica e ironía expuestos en “Noticia del cerco del Patio de Letras…” persisten también en la sección “Meditación sobre el heroísmo”; pero esta vez contra el sistema educativo, los símbolos patrios, la heroicidad, el poder. Sobre este último, leemos en “Crónica de tambores”: “Sardanápalo, / enfermo de gloria y melancolía, / mandó despellejar / a 100 de sus súbditos. Y con la suave piel fabricó tambores / para honrar las fiestas / Así explicaron los sabios de su imperio / el curioso enigma de la música gimiente”.Tal vez la labor del pescador sea la única afín al quehacer poético. En “Día de pesca (A modo de crónica)”, concluye el poeta: “Del mar, en realidad, sabemos poco o nada. / Apenas que abraza las orillas y a veces / nos devuelve las huellas de la muerte”.
En “Postales & retratos”, conjunto que cierra la antología, Rabí retoma su visión de la poesía a través de algunos de sus más preciados poetas, Fernando Pessoa, Juan Gonzalo Rose, Jorge Teillier, Konstantinos Kavafis. De Pessoa, el carácter demiúrgico de los nombres. De Rose, los peligros de la tarea poética y su sosiego en la soledad y el olvido. De Teillier, la permanencia en la poesía. De Kavafis, el poder visionario de las palabras, la sabiduría. En “Kavafis”, nos dice: “Para escribir leo con devoción a Kavafis: / sabiduría y contención, palabras siempre justas, / un lenguaje metáfora de un territorio, / de un país en el que la luz y sombra dialogan. Yo creo en Ítaca. / No en el viaje sino en su experiencia, / como reza el viejo en griego. / Es mejor aprender de los naufragios; / en esa soledad de las palabras / podrían llegar a ser una espada de fuego”.
“Antología”, como escribimos al inicio de esta reseña, significa, “selección de nuestras flores más preciadas”. Alonso Rabí nos da la selección más preciada de su excelsa poesía.