Valparaíso Ediciones: Granada, España, 2024. 92 páginas.
La gran aporía de la época moderna es que el “desarrollo” científico y tecnológico es directamente proporcional a la crueldad de las fuerzas hegemónicas y violentas alrededor de la tierra. En otras palabras, a pesar de que ahora se produce suficiente comida para alimentar a 1.5 veces la población de la tierra, también es cierto que por lo menos el 10% del planeta sufre de hambre. Mientras en unos lugares del mundo la obesidad mórbida se convierte en un problema de salud pública, en otras áreas hay niños que mueren de hambre y de sed. Las multinacionales y megacorporaciones, que dominan el comercio global e influyen en las elecciones de los gobernantes, insisten en fomentar la desigualdad. Incapaces de compartir el planeta —que es de todos— los seres humanos hemos asistido a un proceso de globalización de la crueldad, a la transnacionalización de la barbarie. ¿Qué puede hacer un poeta frente a esta certidumbre? Antes de intentar una respuesta a esta pregunta que es también la premisa de mi lectura transversal del poemario Si lo hubiera sabido… de Gustavo Gac-Artigas, propongo que la llamada “poesía ante la incertidumbre” ya no existe. De ella nos quedan los ecos de algunas antologías bien intencionadas que han terminado por ser pasajeras. Para los estudiosos, para los historiadores de la literatura, esas antologías son el testimonio de una época en la que todavía se podía dudar de la crueldad humana. Las voces de los poetas que allí aparecen se habían formado en el proceso transicional entre la época de las utopías beligerantes y la instauración de un capitalismo global y post-humano. Lo único que caracterizaba a todas esas voces era su compromiso con la palabra poética, con la práctica cultural de la escritura y con la reivindicación de su derecho a existir a pesar de la reconfiguración tecnológica, económica y política del planeta.
Si lo hubiera sabido… de Gustavo Gac-Artigas abre un nuevo capítulo que se entronca al proceso anterior. Su propuesta —diría yo— es la poesía ante la certidumbre de la crueldad humana y post-humana. Este libro doloroso y verdadero hasta el tuétano comienza con una invocación: “llamo a que las risas de los niños ahogadas por las bombas / salgan a correr por mis versos”. No se trata de escribir la misma poesía “comprometida” de siempre. Tampoco se trata de mencionar las obviedades del sentido común sino de convertir la escritura en un acto de creación y resistencia colectiva, en que la voz poética y la persona que lee se suman una a otra para resistir a esa crueldad. Así leemos: “y si alguna vez callaste ante el horror / hoy levanta tu verso / y añádelo a la página en blanco / aquella que aún está por escribirse // comencé este escrito un día de navidad / en que las bombas caían en tierra santa / en que el mundo ardía en tierra santa” (“and if you have ever remained silent in the face of horror / today, raise your verse / and add it to the blank page / the one yet to be written // i began this writing on a christmas day / when bombs were falling on the holy land, / when the world was ablaze in the holy land”).
Al principio pensé que se trataba de una referencia tímida a la situación del pueblo palestino en Gaza, pero a medida en que mi lectura avanzaba descubrí que me encontraba ante una cartografía universal del horror; una poesía escrita con la elocuencia de una voz valiente y humana, una voz poética y ética que resiste a la nueva certidumbre de la crueldad en nuestra época: “a ti, / lector, / te invito a viajar por este mapamundi del horror // a ti, / inmolado, / perdóname por sacarte del olvido” ( you, / reader, /i invite you to travel through this map of horror // you, / the sacrificed one, /forgive me for bringing you out of oblivion”).
Dividida en siete cantos, esta cartografía del horror incluye referencias explícitas a lugares y conflictos alrededor del planeta. Entre los topónimos del horror se mencionan: afganistán, alemania, argentina, caracas, chile, colombia, españa, gaza, nicaragua, pakistán, polonia, ruanda, rusia, ucrania y turquía. Todos escritos con minúscula como un gesto que parece igualar la crueldad alrededor del mundo. Los siete cantos pueden leerse también como una historia moderna de la crueldad y la codicia humana. Las referencias históricas van desde la llegada de los europeos a América en el siglo XVI, pasan por las guerras de independencia, las revoluciones socialistas, las guerras mundiales, los conflictos del Medio Oriente y hacia el final —de manera explícita— el séptimo canto habla del conflicto actual entre el Estado de Israel y la población de Gaza: “el manto blanco y azul / la estrella de las seis puntas / se tiñó de rojo // el ojo por ojo inhumano / desatado por un líder // en defensa de la vida / se transformaron en verdugos / en defensa de sus intereses / hicieron llover muerte” ( “the white and blue mantle / the six-pointed star / was stained red // the inhuman eye for an eye / unleashed by a leader// in defense of life / they became executioners / in defense of their interests / they made death rain down”).
La imagen de la bandera del Estado de Israel, la mención velada al líder de su gobierno y la imagen de la lluvia de muerte son el camino por el que se llega a revelar la mega deformación de la ley del talión que antes decía ojo por ojo y ahora —nos dice la voz poética— es “ojo por mil” (“an eye for a thousand”), un genocidio.
“Los versos diáfanos, bien pausados que permiten la reflexión, las estrofas precisas y secuenciadas que entremezclan información e imágenes construyen una verdad dura pero poéticamente bella.”
Una característica distintiva de este libro es la inclusión de cifras específicas, referencias históricas y fechas que pueden corroborarse. Así leemos “érase el año de desgracia 2024 / en gaza han muerto 36000 palestinos” (“in the year of disgrace 2024 / 36,000 palestinians have died in gaza / as potential victims”) […] “lavanda nombraron al programa / que identificó a 37000 palestinos / víctimas potenciales / el militar no escogió la víctima / 17000 ganaron la lotería de la muerte” ( “lavender, they named the program / that identified 37,000 palestinians / as potential victims // the military did not choose the victim / 17,000 won the lottery of death”) y más adelante “érase el año de desgracia 2023 / 1200 judíos fueron asesinados / 240 judíos fueron secuestrados” (in the year of disgrace 2023 /1200 jews were murdered / 240 jews were kidnapped”). La voz poética se levanta contra la crueldad en todas sus formas; en otra parte del libro al hablar del terrorismo en el Medio Oriente, leemos: “la esclavitud sexual tiene diferentes mantos // lo sé / no es la primera vez / las esclavas sexuales del imperio del sol naciente / las mujeres confort de los soldados / a las 200000 cubrían sus bocas con el manto de la guerra” (“sexual slavery wears different mantles / i know / it’s not the first time / the sex slaves of the empire of the rising sun / the comfort women for the soldiers / 200,000 had their mouths covered with the mantle of war”).
Esa voz que toma partido en contra de la crueldad revela que hay violencias en todos los rincones de la tierra. Algunos versos pueden leerse como aforismos aplicados a toda la crueldad de la época moderna, también revelan su fatídica evidencia; así se lee: “el autoritarismo iguala a las víctimas / se nutre de la misma sangre // fueron 20 millones / fueron 10 millones / fueron 6 millones / fue un millón / fueron millones las víctimas de la revolución cultural / fueron millones los que murieron en los hornos de la muerte / fueron cientos los enterrados en fosas comunes / fueron decenas los arrojados al mar” (“there were 20 million / there were 10 million / there were 6 million / there was one million // there were millions of victims of the cultural revolution / there were millions who died in the death furnaces / there were hundreds buried in mass graves / there were dozens cast into the sea”). Otros versos parecen versiones literarias de un estudio sobre el concepto de populismo casi al estilo de Ernesto Laclau: “siempre el mal viene de afuera / de un enemigo externo / de otra idea // se acostumbra a abonar el camino al horror / culpando a otro / justificarse / culpando a otro” (“evil always comes from outside / from an external enemy / from a differing idea // it becomes customary to pave the way to horror / by blaming someone else / to justify oneself / by blaming someone else”).
Hacia el final del volumen aparece una sección titulada “El ruego del poeta” (“a poet’s plea”). Este poema prepara el desenlace del libro y pasa de la invocación a la invitación a la persona que lee el volumen. No es un llamado a la militancia sino a la autenticidad, es decir, nos invita a reconocer nuestras convicciones y a expresarlas componiendo poemas. La voz autorial del volumen reconoce que más allá de las militancias están las convicciones de cada ser humano. De la misma forma en que al inicio de este texto nos referimos a la certidumbre de la crueldad de la época, ahora vemos que Gustavo Gac-Artigas también profesa una certidumbre en los valores humanos expresados a través de la palabra poética: “desde mi dolor / a ti lector te imploro / escribe tu verso // haz que tu alma cante // pinta tu mundo // rechaza los colores dominantes // crea tu propia paleta” (“from my pain / to you, reader, i implore you / write your verse // make your soul sing // paint your world / reject the dominant colors // create your own palette”).
En un acto consecuente con la propuesta poética presentada en los Siete Cantos, como en los poemas invitación y el ruego del poeta, el libro termina con una página para que la persona que lee el volumen escriba sus propios versos, para que cree su propia paleta y pinte su mundo.
Esta estructura en cantos, junto a la fluidez y musicalidad del lenguaje confieren un carácter épico al poemario. Los versos diáfanos, bien pausados que permiten la reflexión, las estrofas precisas y secuenciadas que entremezclan información e imágenes construyen una verdad dura pero poéticamente bella. La voz que canta estos versos es madura y sabe medirse, no se apresura, tampoco se anticipa, sino que fluye de forma constante pues, a medida que avanza, la lectura se convierte en una gesta colectiva. En el fondo, Si lo hubiera sabido… de Gustavo Gac-Artigas es una invitación a volver a creer en las acciones colectivas como suma de individualidades. Este último detalle es clave, se trata de una búsqueda de la igualdad construida sobre el respeto a la diferencia y la participación de todos. En otros lugares he afirmado que cada acto de lectura es también un hecho de creación; no obstante, este libro lleva ese postulado al plano de la acción, pues todo lector es invitado a completar el libro con sus propios versos. Al cerrar el volumen, pienso en la multitud de poemas que se escribirán en respuesta a la invitación del poeta Gustavo Gac-Artigas.