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Número 34
Autor destacado: Mario Montalbetti

Tres apuntes para pensar los poemas de Mario Montalbetti

  • por Tania Favela
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  • June, 2025

“Gracias a ese cruce, razonado-intuitivo, Montalbetti nos sitúa frente a una escritura
alerta y de gran hondura filosófica, al tiempo que mantiene el vaivén de una danza”

 

Leer un poema es otra cosa
                                            no es entretenido (casi
                                                                                        nunca)
                                                                                                          Montalbetti

  El verso escucha a su lector
                                                                                                                    Paul Valéry

 

1. La barrera sin puerta (o de la lectura)

No pienses que el sentido del koan debe ser comprendido
cuando es propuesto como objeto de pensamiento.

                                              Suzuki

Desde un principio supe que no sería fácil, pero una vez aceptado (escribir algo sobre la obra poética de Mario Montalbetti), lo importante era cómo leer, qué corte hacer, desde dónde pensar algunos rasgos de los tan variados y distintos poemas que el poeta y lingüista peruano ha ido escribiendo a lo largo de más de cuarenta años.

Un poema es como un koan (eso es lo primero que pensé): “¿Cuál es el sonido de una sola mano?” Este koan, atribuido a Hakuin Ekaku, pone a la mente en problemas. “Un koan es algo desconcertante, pues en su planteamiento los koanes echan arena a los ojos del intelecto”, señala Philip Kapleau. Un poema es también un problema y también nos desconcierta de la misma manera. En la práctica zen existen el zazen y el sanzen (menos mentado). Esquematizando: zazen es sentarse en silencio para profundizar en la quietud; en cambio el sanzen tiene que ver con palabras. En el zazen no se hace nada; en el sanzen se debe hacer algo. Tal como se dice en la Barrera sin puerta, colección de koanes, el koan debe investigarse “día y noche como si el propio cuerpo fuera por entero una enorme bola de duda”. 

En el sanzen se investiga, se indaga, se cuestiona, se piensa, se le da vueltas al koan. Taisen Deshimaru anota que el “método del koan exige el mismo entrenamiento y la misma concentración que el arte de tender el arco y disparar la flecha en el momento preciso”. Para el koan, continúa, “no puede haber más que una comprensión intuitiva”. El koan no se parafrasea, no se explica, no se interpreta, simplemente se hace algo con él o desde él. Sin ser experta en koanes, me parece que todo lo dicho arriba podría ser dicho también de un buen poema: el koan, como el poema, es un artefacto hecho de palabras que nos desestabiliza. Leyendo y releyendo los poemas de Montalbetti tuve esa misma sensación de ser “una enorme bola de duda”.

Espigando entre sus libros, encontré algunos versos que tienen la misma potencia desestabilizadora que el koan. Cito algunos de ellos, antecedidos siempre por un koan: “La corriente rápida no arrastra la luna” (koan), “La verdad reside dentro de la verdad” (M.M.), “La curva no puede incluir la recta” (koan), “El lenguaje no conduce a ninguna parte. Estoy contento” (M.M.), “Cuando Choko bebe, Rioko está ebrio” (koan), “El único lenguaje es que no abras la boca” (M.M.), “Para sentarse, cortar” (koan), “mi ojo izquierdo es el sol, mi ojo derecho es la luna” (M.M.), “El viento se ha calmado y las flores siguen cayendo” (koan), “una vez que hemos entendido todo, es que no hemos entendido nada” (M.M.), “Mu” (koan), “ti-ti, ti-ti” (M.M.). 

Me he tomado la libertad de entresacar los versos de los poemas porque según la concepción del propio Montalbetti, “en un poema las partes son más que el todo”, y siguiendo este argumento señala después: “los versos aborrecen la unidad, son esencialmente autónomos, independientes […] Los versos que apreciamos, los versos con los que nos deleitamos, aquellos con los que a fin de cuentas nos quedamos, contienen siempre un resto indomesticable” (Cualquier hombre es una isla). Tanto el koan, como muchos de los versos de Montalbetti contienen ese resto indomesticable que les da esa extraña cualidad de transparencia y opacidad a un mismo tiempo. Me parece que esa cualidad la comparten también sus poemas, más allá o más acá de estos versos que extraje. 

La lectura que propongo tiene que ver, en alguna medida, con la práctica del sanzen: intenté pensar (hacer) algo con o desde los poemas.

 

2. …otra forma de obrar (o de la acción innovadora)

Una realización inapropiada de la regla ilumina

                                                                                                   Paolo Virno

En este punto tomaré de manera muy libre algunas de las ideas del texto “Chiste y acción innovadora”, que se encuentra en el libro Ambivalencia de la multitud. Entre la innovación y la negatividad, de Virno. El chiste es otro artefacto hecho de palabras que puede ayudar a entender el artefacto poema montalbettiano. Es importante aclarar que las intenciones y efectos de ambos artefactos son muy distintas, y también sus alcances, por ejemplo, la tercera vez que escuchamos un chiste este pierde su fuerza, en cambio el poema gana en potencia cada vez que lo leemos. Lo que me interesa no es hacer entonces una estrecha analogía entre chiste y poema, sino pensar la acción lingüística del poema (que nos hace gozar, que nos desestabiliza) desde algunos recursos del modus operandi del chiste (que nos hace reír, que nos sorprende). Cito a continuación algunos de los puntos de partida de Virno (donde él escribe chiste, yo estoy pensando en poema montalbettiano): 1) “El chiste es un juego lingüístico”, 2) “El chiste es el diagrama de la acción innovadora”, 3) “El chiste utiliza a pleno los éndoxa con el fin de corroerlos interiormente”, (los éndoxa unen a los hablantes), 4) “Existen muchos otros usos lingüísticos que ponen en común al bromista con su público: estereotipos, proverbios, preceptos, expresiones idiomáticas, anécdotas tradicionales. La acción innovadora aprovecha que son conocidas, pero para desfigurarlos y derribar su sentido”, 5) “El chiste abre una vía oblicua que relaciona contenidos semánticos heterogéneos, hasta allí inconexos”, 6) “Todo chiste enfoca a su modo la pluralidad de alternativas que se presentan al aplicar una norma: antes que ‘seguir por el camino’ es siempre posible ‘tomar el desvío o atravesar el campo’”. 

Leyendo a Virno, recordé una idea que José Ignacio Padilla anota en su ensayo “Montalbetti antipoeta”: “…mientras [Gertrude] Stein mostraba que en la repetición nada es igual nunca, Montalbetti está más preocupado por el error lingüístico”, y más adelante cita un fragmento de una entrevista a Montalbetti: “Creo que cuando usas formas incorrectas de hablar encuentras la dirección del lenguaje”. De ese uso incorrecto Padilla (y Montalbetti) infieren un gesto ético: arremeter en contra del todo de la gramática, en contra del todo de la Academia de la Lengua. Por su parte Virno también deriva de la acción innovadora un gesto ético que se traduce en el desplazamiento (tomar el desvío) y en el éxodo (la fuga): ante la crisis o el estancamiento la acción innovadora rompe el estado de equilibrio y cambia la gramática de una vida. Tanto el chiste como el poema montalbettiano aprovechan la incorrección, lo impropio, para imprimir una torsión singular en la lengua y desde ahí echar luz a ese fragmento de estado de excepción que toda norma contiene. Apoyándome en Virno, se podría pensar al poema montalbettiano como un discurso significante sobre la crisis de la significación, dado que subraya la independencia de la aplicación (universo del discurso que pone en acción a la lengua) respecto de la norma (sistema de signos). De todo esto se puede concluir que no es la comunicación de significados el eje del poema (como tantas veces lo ha señalado Montalbetti), sino las posibilidades que se abren al aprovechar los efectos de sus cadenas de significantes.

Por falta de espacio me es imposible citar poemas completos, así que me detendré de nuevo en algunos versos para mostrar esas desviaciones y fugas, esas torsiones singulares (incorrecciones, inversiones, trastoques de palabras o de frases conocidas), que Montalbetti imprime en sus poemas para arremeter en contra de la lengua, valiéndose, precisamente, de esa puesta en común de la lengua de la que habla Virno: “se está respirando de vida y vuelta”, “que no se somete al mejor pastor”, “invierte en malas raíces”, “tirar hace al monje tirar hace mucho que hace al monje tirar piedras”, “daré mi mente a torcer”, “donde nadie se ríe / dos veces en el mismo baño”, “el desierto es mi pastor todo me faltará”, “puede hacer frío si tú lo estás”, “compañeros esto no es una ribera del ebrio”, “madre de dos elévese móvil a la dignidad del fascinado”, “los animales son perros a la intemperie”, “Todo lo que consideraba establo es un caballo”, “su luces su luces el sol”1, “rompido por la mitad rompo la lengua hablo una lengua rompida en dos”, “Yo verás al ángel (lloverá)”, “Llantos Elíseos”, “Son de quemar”, etc. La lista de versos, y hacia el final de títulos de poemas, podría seguir varias páginas más; basten, sin embargo, estos ejemplos para continuar la reflexión. 

“Es evidente que tanto el poema como el ensayo se in-forman mutuamente, sin embargo, no es solo una cuestión de ideas, argumentos o géneros, sino de procesos de pensamiento distintos que posibilitan estrategias escriturales y movimientos diversos.”

Los versos anteriores se resisten a seguir la ruta que el uso establecido, producto de la repetición y el adiestramiento, señala como el orden convenido. Las torsiones que Montalbetti imprime a la lengua, con humor e ironía, revelan su agilidad sonora-mental. Se trata, me parece, no solo de razonamientos voluntario-disruptivos, sino de un trabajo de escucha, seguramente en ocasiones involuntario, que descubre, de pronto, en la superficie de la lengua (en su materialidad / marca sonora), la insinuación de posibles asociaciones en potencia2. Y aquí sigo con Virno, citándolo y parafraseándolo al mismo tiempo: la ausencia de premeditación (lo involuntario) atestigua el retorno a una regularidad en la que la palabra se liga —todavía de nuevo— con la expresión originaria, natural de la sensación. […]. La acción innovadora (el poema) retrocede hacia la articulación entre percepción y discurso […]. El regreso a la pulsión implica la posibilidad de elaborar la lengua de otro modo, de llevarla a otra forma de obrar. La regularidad que señala Virno podría tener que ver con el lenguaje como objeto biológico del que Montalbetti ha hablado en distintos textos y conferencias, haciendo una diferencia importante entre lengua y lenguaje3. Este último, señala el poeta peruano, “es un objeto biológico, es parte de la dotación genética con la que el ser humano viene al mundo y nos provee de instrucciones para el ensamblaje de unidades lingüísticas, dispositivos de articulación, esqueletos de organización formal, lo que, simplificando, podemos llamar sintaxis”4. Para Virno, esta regularidad (lenguaje biológico) antepuesta a todo sistema de reglas (lengua histórica), positivamente determinado, es la vida humana a punto de asumir una u otra forma. Desde esta perspectiva se podría sugerir que el poema montalbettiano, o por lo menos algunos de sus poemas, muestran esa “articulación entre pulsiones y gramática, entre la vida en general y la vida lingüística”. Se podría decir, nuevamente con Virno, que: “en el principio era la aplicación, solo después vino la regla”. En suma, la obra poética de Montalbetti nos advierte que antes que seguir por el camino conocido, en ocasiones es posible tomar el desvío o atravesar el campo.

 

3. Escribir como tendencia (o de la práctica)

                                                    La teoría nunca es más que la extensión de la práctica.

                                                                                          Charles Bernstein

En su libro, La preparación de la novela, Roland Barthes hace una diferencia entre “escribir como tendencia” y “escribir algo”, y toma a Marcel Proust como punto de partida para su reflexión por su vacilación y oscilación entre el ensayo y la novela. Para Barthes, no se trata de qué se escribe (novela, ensayo, cuento, poema), sino de la escritura en sí misma: cuando el objeto se borra en beneficio de la tendencia, la división de géneros resulta obsoleta. El escribir como tendencia, anota Barthes, “quiere decir que los objetos de escritura aparecen, brillan, desaparecen; lo que queda, en el fondo, es un campo de fuerzas”. En la obra poética de Montalbetti, la oscilación entre el pensamiento poético y el pensamiento ensayístico aparece desde el inicio: en Perro negro. 31 poemas (1978) y Quasar / El misterio del sueño cóncavo (1979) de forma discreta, y se acentúa abiertamente a partir de Cajas (2012); sin embargo, aunque podamos hablar (y acá lo hacemos) de poemas, poemas-ensayos, ensayos-poemas y ensayos, me parece mucho más productivo pensar su obra poética desde ese “campo de fuerzas” que se despliega, es decir, desde las tensiones que ambas formas de pensar y escribir implican, y generan. Si Barthes toma a Proust como punto de partida de esa vacilación; a mí me gustaría tomar, para el caso peruano, La casa de cartón de Martín Adán, por su oscilación entre el relato, el poema y el ensayo. Incluso me parece ver un guiño a este respecto por parte de Montalbetti en Notas para un seminario sobre Foucault, poema-ensayo o poema-seminario, al colocar en medio del libro al poema “Antisidro”, a la manera de los “poemas underwood” de Adán, que también divide su libro, poniendo en jaque al lector. 

Más allá de este posible gesto hacia su tradición, en un make it new poundiano, lo que acá me interesa es apuntar a un par de consecuencias de ese trasvase poema-ensayo en la escritura de Montalbetti. Es evidente que tanto el poema como el ensayo se in-forman mutuamente, sin embargo, no es solo una cuestión de ideas, argumentos o géneros, sino de procesos de pensamiento distintos que posibilitan estrategias escriturales y movimientos diversos. En palabras de Montalbetti: 

Lo que te da el ensayo es esta especie de razonamiento casi silogístico, donde hay un argumento que mueve y dirige hacia adelante. […] Por otro lado, el poema ofrece algo que no te puede dar el ensayo, que es la interrupción, la cesura, la idea que un verso se corta y sigue en el verso siguiente, y lo primero que te da eso es justamente un desfase entre el sonido y el significado. El poema te rompe eso y creo que juega, sobre todo con este desfase que se da de muchas maneras. Una de las formas más evidentes es el corte del poema en versos.5

Gracias a ese cruce, razonado-intuitivo, Montalbetti nos sitúa frente a una escritura alerta y de gran hondura filosófica, al tiempo que mantiene el vaivén de una danza. Los argumentos y las digresiones, propios del ensayo, se filtran en el poema; mientras el corte de los versos, los acentos y ritmos, y el juego con los significantes, se vuelven parte esencial del pensamiento ensayístico: desviar, desplazar, avanzar, postergar, suspender, interrumpir, son operaciones que mueven al poema por encima de lo semántico, posibilitando eso que Montalbetti denomina sentido, es decir, la dirección a la que apunta un poema. La correlación ensayo-poema trastoca las invariantes de construcción y de género de cada uno, y genera, al liberarse de esos marcos, un juego distinto. Como ejemplo de lo anterior podemos tomar la construcción sui géneris de este falso (pero bello) silogismo en su libro Cabe la forma: “El color rojo es el color del cliché. / El color rojo es el color de la letra cursiva. / La letra cursiva seduce al pensamiento”, que rompe la lógica de la identidad propia de los silogismos y por lo tanto su lógica argumentativa, desplazado los términos hacia lugares insospechados; o bien, los cortes que rompen la línea argumentativa en Notas para un seminario sobre Foucault, al escandir los siguientes versos: “También me viene a la mente un verso de Arquíloco / apoyado en mi lenguaje, bebo / es conmovedor, / De sus palabras depende el pan / de sus palabras depende el vino // Arquíloco bebe apoyado en su lenguaje / …es lo que le da de comer y de beber // Ah, nos veremos el próximo martes entonces”. En donde encontramos estas hermosas simetrías, que cierran con un verso alejandrino: “También me viene a la mente un verso de Arquíloco” (13 sílabas, ritmo: 2,4,7,9,12), “Arquíloco bebe apoyado en su lenguaje” (13 sílabas, ritmo: 3,5,8,12), “…es lo que le da de beber y comer” (13 sílabas, ritmo: 5,8,12), “apoyado en mi lenguaje, bebo” (10 sílabas, ritmo: 3,7,9), “De sus palabras depende el pan” (10 sílabas, ritmo: 4,7,9), “de sus palabras depende el vino” (10 sílabas, ritmo: 4,7,9), “Ah, nos veremos el próximo martes entonces” (14 sílabas, ritmo: 1,4,7,10,13). El silabeo, el fraseo de las líneas, apoyadas (esta vez) en el oído del poeta, fluyen sonoramente, seducen el oído de quien lee, obligándole a prestar atención a la materia de los versos, a su realidad verbal, a su forma.

Por otro lado, y para cerrar este último apunte, me parece que la nueva ecuación de Bernstein: “la teoría nunca es más que la extensión de la práctica”, que cambia los polos propuestos por Creeley-Olson (“La forma nunca es más que la extensión del contenido”), se adecúa más a la apuesta escritural de Montalbetti. En una entrevista realizada por Damián De La Torre Ayora, el poeta comenta: “Lo que me interesa es el lenguaje, donde creo que la poesía es lingüística y es una investigación constante. La poesía nos permite entender la experimentación y explorar los límites de la lengua”6. La respuesta pone en claro que sus exploraciones lingüísticas, sus ensayos y sus poemas, son parte de una misma investigación, y que es su práctica poética la que le permite llegar a lugares en los que el pensamiento teórico duro no podría adentrarse. Es su práctica poética, justamente, la que le permite ciertos hallazgos, la que va alimentando y propulsando su reflexión teórica y su imaginación sonora. Son los desfases entre sonido y significado, esos intersticios poéticos, los que abren nuevos caminos desde dónde pensar la lengua y distintas trayectorias que recorrer tanto para el poeta como para el lingüista. 

 

1 En su ensayo sobre Montalbetti, José Ignacio Padilla señala que esa frase imita el fraseo incompresible de los niños y niñas peruanos al cantar el himno nacional.
2 En “El verso proyectivo”, Charles Olson, habla de la rápida relación entre el oído y la mente en la construcción de la sílaba.
3 Para adentrarse en la idea de lenguaje, recomiendo leer el capítulo (7) Chomsky del libro Geometrías variables del lenguaje de Mario Montalbetti, del Fondo Editorial PUCP. La relación que propongo entre regularidad y lenguaje biológico es sólo una conjetura, ya que no tengo las herramientas ni el espacio necesario para seguir a fondo esta idea y sostenerla, si la incluyo es porque me parece posible y sobre todo muy sugerente.
4 El colapso del lenguaje – Mario Montalbetti | Valparaíso 2024. 
5 Lucas Sánchez entrevista a Montalbetti.
6 Damián De La Torre Ayora entrevista a Montalbetti.

 

Image: Los nuevos alfabetos by Luis Verdejo.
  • Tania Favela

Tania Favela is a poet and essayist. Her most recent publications include La marcha hacia ninguna parte (Komorebi, 2018), Remar a contracorriente: Cinco poéticas: Hugo Gola, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Roger Santiváñez, Gloria Gervitz (Libros de la Resistencia, 2019), La imagen rueda (Libros de la Resistencia, 2022), franja de luz lejana / Streifen fernen Lichts (bilingual edition, translated by Silke Kleemann, Hochroth Heidelberg Verlag, 2023), and La trama ininterrumpida: Ensayos en torno a Hugo Gola (Peregrinatur, Argentina, 2022). She is co-founder of Salto de Mata press. She is currently a full-time academic at the IBERO.

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