Que los gobiernos totalitarios detestan a los escritores y a los intelectuales que no se doblegan ante el poder es un hecho probado. En ciertos casos este rechazo puede ser paradójico, algunos dictadores fueron grandes lectores, como Stalin y Fidel Castro. Stalin —que tenía una colección de unos 20,000 libros de todo tipo— hizo todo lo posible por acabar con la literatura rusa de su época. Castro no fue menos cruel. De sobra son conocidos los casos de Heberto Padilla, Guillermo Cabrera Infante, Reinaldo Arenas, Lezama Lima y varios otros. Por otra parte, en Nicaragua la impudicia ha hecho que la situación sea algo más grotesca. Daniel Ortega, intoxicado con el poder desde hace rato, ha hecho de la purga política su ideología y su sistema de gobierno. Sus enemigos son literalmente todos; no distingue entre disidentes, la Iglesia Católica, los estudiantes y su propia familia. Especial odio ha mostrado en contra de sus antiguos camaradas sandinistas. En su desatada razzia, dos prominentes escritores nicaragüenses, y ex sandinistas, cayeron en desgracia en febrero de 2023: Sergio Ramírez y Gioconda Belli. La dupla totalitaria Ortega y Murillo no solo los persiguió, sino que además los obligó al exilio. No contentos con eso, los despojaron de sus respectivas nacionalidades junto a otros 93 disidentes políticos. El sueño sandinista se transformó en una pesadilla con forma de mazmorra. Ni Somoza habría imaginado que Daniel Ortega y su esposa serían sus mejores discípulos; con el tiempo, incluso lo aventajarían en la carrera de los horrores de la represión política de nuestra maltratada América Latina.
Menciono todo esto porque la autora de portada es Gioconda Belli y su obra, su vida literaria y política, en 2024, no puede desligarse de las circunstancias que rodean su exilio en España producto de la persecución política emprendida por el régimen de la familia Ortega. Belli es ampliamente conocida en el mundo hispanoamericano como novelista y poeta. Es innecesario decir que se trata también de una activista política cuya vida ha estado dedicada a la defensa de los derechos humanos. Este dossier de portada lo coordinó la investigadora de la Universidad de Salamanca y editora invitada, María José Bruña y tiene por invitadas a Carmen Alemany Bay y Marisa Martínez Pérsico. Belli hace rato es una escritora consagrada. Los premios literarios que le han otorgado son innumerables. Basta con mencionar el último: el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2023, para destacar el impacto de su trabajo en la literatura escrita en español y ahora lejos de su país. Literatura y exilio son dos constantes que no cesan de aparecer en nuestro continente (bien lo supieron antes los escritores cubanos y ahora, los venezolanos). Nadie puede entender el exilio, lo que sienten los que no pueden retornar, un país que es una pregunta y una perplejidad, como lo atestiguan los siguientes versos: “¿Qué sos / sino un triangulito de tierra / perdido en la mitad del mundo?
El segundo dossier es fruto de una coincidencia. Está dedicado al escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez. La iniciativa provino de dos entusiastas de su obra: su traductora, Barbara Riess, y el académico venezolano Wilfredo Hernández. Además de ellos, participa en este dossier el escritor y académico Miguel Gomes, quien explora la multifacética obra de este autor venezolano radicado en España desde 1996. La bibliografía de Méndez Guédez es extensa y variada. Gomes destaca lo siguiente: “En el ámbito de la novela, las aportaciones de Méndez Guédez sobresalen por su cariz experimental”. Desde esa perspectiva, Gomes analiza tres de sus novelas en particular: Los maletines, El baile de madame Kalalú y La ola detenida. Por su parte, Wilfredo Hernández, en su ensayo “Los maletines, de Juan Carlos Méndez Guédez: una novela central del ciclo del chavismo”, examina cómo esta obra constituye una “representación cuidadosa, erudita y alternativa de la cultura venezolana bajo el chavismo”. La desgracia que comenzó durante los gobiernos de Hugo Chávez se ha extendido y agravado bajo el régimen de Nicolás Maduro, marcado por la corrupción y el narcotráfico. No creo exagerar al afirmar que estos dos hombres han logrado lo impensable: arruinar a un país petrolero y forzar a la mayoría de los escritores venezolanos al exilio. No hace falta un examen profundo de la realidad venezolana para entender estas palabras de Gomes acerca de Méndez Guédez: “es uno de los primeros narradores venezolanos en desarrollar una sensibilidad diaspórica vinculada a las trágicas circunstancias políticas y sociales que se inician a fines del siglo XX”. Venezuela, Nicaragua y Cuba nos demuestran una y otra vez que la revolución convertida en absoluto no es una forma de libertad ni de cambio, sino todo lo contrario: una maquinaria represiva con el rostro inhumano del totalitarismo.
En otras secciones de este nuevo número hay novedades. Una de ellas son los artículos de Daniel Zavala y Miguel Ángel Benítez, ambos autores seleccionados en nuestro II Concurso de Ensayos 2024. Nos alegra mucho publicar a escritores que apuestan por un género como el ensayo y lo hacen con nosotros. Me detengo brevemente en este tema. El ensayo surge junto con la modernidad. Han pasado ya un poco más de 400 años desde la publicación de los Essais de Montaigne, y el ensayo sigue vivo: oculto, marginado, poco apreciado, si se quiere. Sin embargo, este concurso que organizamos cada año en LALT nos confirma que el ensayo sigue su propio camino, de espaldas —con todo hay que decirlo— a otras formas del pensamiento escrito, especialmente a esos informes académicos llamados papers, que alguna vez intentaron sustituir al ensayo y, por qué no, al pensamiento latinoamericano.
En el terreno de las entrevistas, destaco el trabajo de Juan Camilo Rincón. Para este número, ha preparado una conversación con una promesa literaria: la colombiana Andrea Mejía. En otra entrevista, el poeta Francisco Véjar habla en extenso sobre el trabajo de Jorge Teillier como traductor, el origen de sus intertextualidades y varias lecturas desconocidas. Leyendo esta entrevista se tiene la impresión de que hay un Teillier que va más allá de la idea de “el poeta lárico”. Por otro lado, en este número, como siempre, incluye artículos publicados originalmente en World Literature Today (WLT) que, por primera vez, ven la luz en español. Lo mismo sucede con Hablemos, escritoras, que en esta ocasión nos ofrece entrevistas con la argentina María Negroni, la mexicana Margo Glantz y la venezolana-boliviana Magela Baudoin.
Entre las primicias, me gustaría destacar el ensayo de Indranil Chakravarty sobre la visita de Julio Cortázar a Nueva Delhi en 1963, cuando Octavio Paz era embajador en la India. Un texto repleto de la apasionante intrahistoria de la literatura latinoamericana. En la sección de adelantos, publicamos fragmentos de los trabajos de Marília Arnaud, Lolbé González Arceo y Yásnaya Elena A. Gil, además de varios textos que reflexionan acerca de la traducción. En este número no falta nada: las secciones de poesía, ficción y ensayo vienen cargadas de novedades, con mucho que leer y numerosos textos inéditos.
El 2025 está a la vuelta de la esquina, lleno de promesas e incertidumbres. Nadie sabe qué sucederá. Esperemos que la palabra literaria continúe siendo incómoda para el poder, especialmente para los gobiernos totalitarios de toda índole. Claro está que estamos bastante lejos de habernos librado del totalitarismo en la región. Basta ver que incluso en el siglo XXI, los escritores siguen siendo perseguidos por sus ideas.
Volvamos a la literatura en estos tiempos de desasosiego. “La poesía es un respirar en paz / para que los demás respiren, / un poema es un pan fresco, / un cesto de mimbre”, escribió el poeta chileno Jorge Teillier. No es una respuesta, no es una forma de salvarse: es un recordatorio de que toda gran literatura oculta una realidad secreta a la que los dictadores de turno jamás podrán echar mano.
Quizás de eso se trata todo, quizás de eso también se trata LALT.
Esperamos que a nuestros lectores les guste este último número del 2024.