Bogotá: Himpar Editores. 2022. 216 páginas.
Imagina que rompes todo, el primer libro de Lina Munar Guevara, es una novela de crecimiento y aprendizaje que plantea la pregunta de si es posible recuperar la inocencia, es decir, si los seres humanos podemos transformarnos y si tenemos la capacidad de ponerles fin a los ciclos generacionales de violencia y dolor. La novela está ambientada en un barrio ficcional de Bogotá, Colombia, llamado Corpus Cristi, un agujero negro de recuerdos terribles de los que la protagonista, una adolescente de 17 años llamada Melisa Noriega, logró escapar tras mudarse con su tía Anahí (antes conocida como Roberto) a un área más acaudalada de la ciudad. Cinco años después y habiendo rearmado su vida, Melissa se ve obligada a regresar a Corpus Cristi cuando su madre, quien la abandonó para mudarse a otra cuidad, reaparece sorpresivamente.
Apenas Melissa regresa, se hace evidente que ella no sólo quería escapar de Corpus Cristi, sino también de la chica cruel y violenta que supo ser cuando vivía ahí. A las pocas horas de haber vuelto a su antiguo barrio, golpean brutalmente a Melissa como represalia por un hecho atroz que cometió cuando era niña, pero al día siguiente es ella quien propina los golpes a una vieja compañera de escuela, aunque su primera intención era disculparse con ella por sus errores. La novela es un “tira y afloja” dinámico entre las aspiraciones de una jovencita y las fuerzas de su pasado. A lo largo de un fin de semana, el lector entiende claramente no sólo las circunstancias desafiantes que convirtieron a Melissa en quien es hoy, sino también lo determinada que está a convertirse en una persona que enorgullecería a su tía.
“LA FORTALEZA MÁS GRANDE DE IMAGINA QUE ROMPES TODO ES LA CAPACIDAD QUE TIENE LA AUTORA PARA NARRAR HISTORIAS COMPLEJAS, ES DECIR, LAS ÁREAS GRISES EN LAS QUE VIVE LA GENTE REAL Y EL HECHO DE QUE NO EXISTEN RESPUESTAS PERFECTAS EN MUNDOS IMPERFECTOS”
Lo que hace que Imagina que rompes todo sea un libro inolvidable es la combinación de la personalidad de Melissa y su voz. No sólo es de esas pocas protagonistas que externaliza su ira, gracias a la cual literalmente ataca primero para no ser el blanco de los demás, sino que también es una narradora en primera persona brutalmente honesta, graciosa, consciente de sí misma y capaz de relatar momentos realmente desgarradores y perspicaces sin dejar de lado la crudeza de la jerga propia de Bogotá. En un fragmento particularmente emotivo, por ejemplo, expresa lo mucho que la hirió el abandono de su madre al contar que fantasea con desgarrarle la camisa a su progenitora en medio de una cena para mostrar el tatuaje chabacano de Piolín que esta quería ocultar:
Quería correr a la sala y arrancarle la manga a mamá para que ese tatuaje inmundo de Piolín que tanto odiaba quedara al descubierto. “A que no se lo esperaban, malparidos, que debajo de esa ropa bonita está esta mierda”, les diría […] Sí, porque no importaba qué ropa nos pusiéramos, cuánto nos maquilláramos, ahí debajo ella llevaba su Piolín, y yo, mi morado, no importaba lo que hiciéramos, llevábamos las cagadas clavaditas en la piel, para siempre, para no olvidar que seguíamos siendo las mismas personas de antes, las de siempre, ella y yo, porque la gente no cambia, solo miente.
Al fin de cuentas, la fortaleza más grande de Imagina que rompes todo es la capacidad que tiene la autora para narrar historias complejas, es decir, las áreas grises en las que vive la gente real y el hecho de que no existen respuestas perfectas en mundos imperfectos. Así como Melissa está decidida a ser una mejor persona a pesar de no ser ninguna santa, el final de Imagina que rompes todo es una sabia meditación sobre la ambigüedad que sobrepasa cualquier expectativa que alguien podría tener para su primera novela. Lina Munar Guevara nos ofrece una visión tan sutil del sufrimiento duradero pero soportable que la gente y las familias se provocan entre sí, de las heridas que quizá debamos asumir para poder seguir adelante, que es imposible no entusiasmarse por su próxima obra.