España. Pre-Textos, 2023. 118 páginas.
En el 2023 la editorial española Pre-Textos publicó La persona regresa, o novela, del poeta y profesor universitario Luis Moreno Villamediana (Maracaibo, Venezuela, 1966). Este poemario, novela de aprendizaje, autobiografía en verso o experimento vanguardista, continúa la propuesta del poeta: hacer nido en los márgenes, en lo liminal e inadaptado, con el fin de nunca estar del todo cómodo en la lengua y su disposición natural. Como nueva entrega de este antiproyecto, Moreno Villamediana nos da una traducción trastornada de la escritura de una vida y un álbum familiar.
¿Es posible ver entonces una faceta más íntima del autor en este autorretrato poético? Quizás. Como en todo archivo personal, en La persona regresa, o novela hay una transmutación de la memoria en letra y, sin embargo, también es posible contemplar una puesta en abismo donde cobran importancia las erratas, parodias, influencias, en suma, una imaginación y marginación que transgrede las fronteras de una vida narrada. Así, buscar a Luis Moreno Villamediana en este libro también es inquirir por un hipotexto ausente, por el reverso y al mismo tiempo un doble fantasmal de una vida.
Ya los epígrafes que dan inicio al libro son una especie de mapa de lo que espera al lector: la familia infeliz a su propio modo y la reescritura de una existencia, concebida como un juego de palabras o una borradura del usual “nosotros mismos”. Al avanzar por las primeras páginas vemos surgir entonces un personaje que se hace lengua y nos lleva de la mano por un recorrido familiar y biográfico: descubrimos el ser, el reconocimiento de lo propio, la institución familiar, las mudanzas y la “muerte”, pero este tránsito también incluye cosmovisiones, tecnologías, tradiciones y espacios fantasmales.
“Si en la tradición bíblica se encuentra un Adán que da nombre a las cosas y las determina, en La persona regresa, o novela tenemos su antagonista, esta voz autobautizada This, lo-cual, que solo interroga y se relata a partir de lo inservible y marginal.”
Así, lo que se abre en este libro es una cartografía personal emparchada también de elementos faltantes, informes e imposibles, porque sí, hacer el compendio de una persona, una biografía, no puede terminar en la fijeza de una estatua o una foto, vale primero que surja la pregunta ¿qué soy? y se haga acto, desborde el lugar aleatorio y oscuro donde el poeta tiene su memoria.
También hay algo de sacrilegio e irreverencia en esta manifestación. Si en la tradición bíblica se encuentra un Adán que da nombre a las cosas y las determina, en La persona regresa, o novela tenemos su antagonista, esta voz autobautizada This, lo-cual, que solo interroga y se relata a partir de lo inservible y marginal: “porque uno qué es sino el dibujo de un monstruo a toda hora en construcción”.
Por otro lado, el recuento/anécdota en su totalidad supone un retorno, una ida del presente a lo que se era y será contado, sin embargo, ¿no presenta este viaje una paradoja? En este regreso de la persona, más que un yo rememorado, está lo que sea posible dibujar como yo, con desatino y exuberancia, seres inexistentes y hallazgos imaginarios: “Tengo nostalgia de todo lo omitido”, insiste la voz poética, sin embargo, tal totalidad omitida participa en una continua sucesión de metamorfosis demoledoras de lo fijo, de cualquier prefabricación o dogma del “Ser”.
En la novela El lugar de Mario Levrero, el protagonista despierta en una habitación oscura, sin saber dónde, por qué o cómo llegó. En el intento de volver a su vida y su identidad, este personaje atraviesa los pormenores de un espacio imposible de comprender, onírico y elusivo. Menciono esta obra porque puede enlazarse a La persona regresa, o novela en una tradición moderna de retornos imposibles, “odiseas” raras que solo vuelven a un lugar que ya no existe. Fuera y lejos de la comunión entre hombre e identidad, solo queda entonces una pregunta, un signo de interrogación que debemos llenar con nosotros mismos.