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BOOK REVIEWS
Issue 34
Corazón lleno de liquen de Victor Noé Arandia
By Leonardo Rivas Lobo
“El título de la obra nos remite a una fundición entre el liquen que cubre a un corazón que late, aunque esa dualidad es la primera puesta en escena de las células que pululan alrededor de versos y poemas con títulos que dialogan con actrices.”
Poetry
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  • June, 2025

Chimbote, Perú: Santa Rabia Poetry, 2024. 81 páginas.

Corazón lleno de liquen de Victor Noé ArandiaVictor Noé Arandia (Valencia,1997) es un poeta venezolano con varios reconocimientos y publicaciones nacionales: ganador del I Concurso de Poesía Joven Andrés Bello convocado por la Asamblea Nacional de Venezuela en el 2016; también obtuvo el segundo lugar en el certamen de poesía venezolana Ecos de la Luz convocado por Ediciones Palíndromus y fue finalista del 4º Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas que promueven Banesco, Team Poetero y Autores Venezolanos. Actualmente se encarga de la cuenta Perfil Poético en Instagram, un espacio virtual que convoca al Concurso de Poesía Diversa y premia a poemas con temática LGBTQ+ escritos por jóvenes poetas de Venezuela. Noé nos presenta su primer poemario, Corazón lleno de liquen, editado por la editorial peruana Santa Rabia Poetry; este libro forma parte de su colección de poesía panhispánica y tiene un breve prólogo escrito por la poeta venezolana Oriette D’Angelo.  

El título de la obra nos remite a una fundición entre el liquen que cubre a un corazón que late, aunque esa dualidad es la primera puesta en escena de las células que pululan alrededor de versos y poemas con títulos que dialogan con actrices, personas cercanas al poeta, la cotidianidad, fotogramas de películas e ilusiones virtuales propias del siglo que corre. 

La lectura comienza después de un epígrafe de Ocean Vuong, con un poema sin título que es una suerte de poética interna o una declaración de intenciones del poeta, leemos: “Voy a escribir un libro en secreto, / detrás de los pasillos / de mis horas por cobrar.”. Ya desde el inicio se habla del acto de la escritura a espaldas de un deber; un oficio conjugado al margen del deber o el trabajo; más adelante, nos dice: “Pero voy a escribir, así sea con prisa, este libro. // Un libro seco y malhecho, / que pretende sonar a novela negra / a misterio de actriz rubia huyendo de su destino”. El poeta reflexiona sobre la imperfección de lo escrito, un libro inacabado que nos introduce a un tema que se propagará por las páginas como un hongo cándido: la actriz o el paradigma de alguien que actúa —¿el poeta? —. Surge el equilibrismo entre la escritura y lo que la costea. 

En la siguiente página aparece el montaje de la película/poemario, aparece un nuevo lenguaje: el cinematográfico. Leemos: “Interior, luz nocturna, plano abierto: la silueta de un joven sentado de espaldas en una silla de plástico roja es pobremente definida por la luz de una pantalla”. Estamos ante un plano de alguien que escribe a solas, sin mayores comodidades, en soledad, la declaración de intenciones acaso se materializa —o se mira o piensa— en esta presentación mínima del escritor que teclea con un ventilador girando y sonando. Este texto dialoga con la transgenericidad de un guion, ahora ese motivo de la actriz se expande al de una película: alguien escribe una obra. Un plano obsesivo se abre ante nosotros, espectadores inusitados, vemos/leemos el acto de creación. El texto/fotograma cierra así: “Transición violenta al negro”.

“Este primer poemario de Noé sorprende por la audacia, la sensibilidad y la variedad de lenguajes que presenta en sus páginas, un libro inusual y valioso en un sistema literario donde no abundan las primeras publicaciones de jóvenes poetas, dentro o fuera de Venezuela.”

El poema “Algoritmo infame (Revamp)” introduce otro lenguaje en el ecosistema del libro, el digital, leemos: “él sombrea autorretratos // impúdicos / virginales / sedosos // [Seleccionar todo > Nueva carpeta > Renombrar: Para ti]…”, ahora lo (im)personal es una extensión de lo virtual, más adelante: “(…) [Asunto: te extraño > Adjuntar] // [Advertencia: solo puedes seleccionar 10 imágenes] // elige: // sonrisa fálica / ángulo bajo / misterio roto. // [Cargando… 15%]”. El poema revela el envío de un correo en el cuarto negro de la escritura: un anhelo buscando a otro en internet. A la tensión entre la tercera persona y el lenguaje tecnológico se agrega otro registro, el de una prosa poética que asume el ansia que media entre un polo y otro: “Rasguña esos quince minutos antes de que llegue tu madre… Escucha con cuidado mientras tu piel se eriza por ser, por tener, por ser posesión y algo, ser algo y sentir”. De ahora en adelante, el porcentaje se intercalará con estos párrafos desenfadados: “Descalabra tu cuerpo en caracteres, megabytes, como frágil fibra de la realidad, y muerde tus labios… Yace pixelado tu cuerpo, el rastro de tu cara… Efebo, renderiza tu amor y esos labios y mejillas aporcelanadas”. La belleza afeminada se digitaliza y pasa a ser una migración sentimental en el plano de lo digital, la voz poética elabora un tríptico entre un tercero que mira y una pantalla mediando entre un hombre y otro.

La temática de la correspondencia digital se desarrolla a destiempo en el poemario, hay textos que apelan a esa otra lengua y sus impersonalizaciones para detonar escalas sentimentales entre el poeta y lo que acaso encierra u oculta la cámara oscura de la computadora. Hablo de los poemas: “Buscando a Kenji”, “Historial de conversación #1 o lo que nunca fue dicho” y “Manroulette”. El poemario se nutre de esas bifurcaciones, porque no hay apartados que pretendan limitar con fronteras de sentido estas y otras páginas, el liquen crece y reclama el silencio de palabras inermes como árboles o piedras.   

Al avanzar, nos topamos con el poema “Después de la rapsodia”, que lleva un epígrafe de la poeta venezolana Lydda Franco Farías, aparece de nuevo la meta reflexión, esa órbita de la escritura inacabada, el potencial dual del verso borrado y del escrito, leemos: “Aquí iba un poema majestuoso. // Ahora, la página está vacía, pero debes saberlo, / aquí iba un poema majestuoso hasta que ya no lo fue. // Y después de este poema, venía otro poema / que nadie entendía”. Al pasar a la siguiente página, nos topamos con “Manroulette”, allí el poeta nos presenta una escena de apuestas en un casino, un canto dividido en tres partes con guiños evidentes hacia el poemario El perdedor se lo lleva todo de la poeta venezolana Martha Kornblith, en el que también se hace un montaje sobre la fortuna y el azar que reina en los casinos, reales o metafísicos. Noé toma a las autoras que pueden incrustarse en su alfabeto particular, por eso aparece Kornblith. 

El poema “Psychoteque” es uno de los más extensos y posiblemente el más cinematográfico del poemario; nos narra las peripecias de una noche urbana, los (des)encuentros, deseos frustrados, con sus desgarros y hallazgos. Mientras que “El fin del amor” es una especie de coda, versos que se van acumulando y deformando hasta ser prosa poética y volver a la libertad de la página. El poeta nos dice: “Este poema no es más que un —extraño hurto— la precuela de una historia que aún no existe…” , aparece una nueva mujer, Felicia, la voz poética la presenta como una amiga, la mira con la confidencia de historias comunes. Después de este otro plano, viene el fin de la película/poemario: “Interior, luz diurna, plano detalle: vemos un teclado por el que se pasean los dedos de un joven, como si meditara las palabras”. Todo duró una noche, el libro es una secuencia que comienza con la escritura y cierra con el escritor borrando y abandonando lo que teclea en la pantalla.   

Este primer poemario de Noé sorprende por la audacia, la sensibilidad y la variedad de lenguajes que presenta en sus páginas, un libro inusual y valioso en un sistema literario donde no abundan las primeras publicaciones de jóvenes poetas, dentro o fuera de Venezuela. He tratado de presentarles esta película en la que se proyecta un corazón lleno de liquen. 

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Updated 06/27/2024 12:00:00
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