Bogotá: Nueve Editores. 2023. 95 páginas.
Tentación del vértigo (Breves asedios de la condición incierta), un nuevo libro compacto de aforismos escrito por Alejandro Quin, plantea una pregunta sobre cómo una experiencia de incertidumbre que define radicalmente nuestra vida contemporánea se relaciona con la duda que define épocas pasadas. Este asunto de la duda histórica –resaltado en las observaciones introductorias que describen el libro como un registro de la decisión que toma el autor de abrirse a la plenitud de su incertidumbre– es una de las cuestiones más importantes de nuestro tiempo. El trabajo de Quin es un aporte valioso y esclarecedor a esta discusión.
Tentación del vértigo establece muchas afinidades con el pasado, una de las cuales es el hecho mismo de que sea este un libro de aforismos, un género que podría considerarse anacrónico. Más específicamente, Quin entabla una conversación con varios escritores de aforismos y fragmentos, pero quizás el diálogo más significativo se dé en la ya mencionada articulación que hace del valor de ser perseguido por la duda, mediante la cual a la vez se acerca y se aleja del pionero de la incertidumbre moderna, René Descartes. Un aforismo clave dice: “Como método hacedor del mundo, el cartesianismo ultrajó la duda al convertirla en camino a las certezas”. Si bien Quin se distancia de Descartes, queriendo al parecer cultivar principalmente la potencia creativa de la duda en lugar de erradicarla, se da aquí una tensión. Después de todo, el aforismo, especialmente en la medida en que funciona como máxima, es un medio diseñado para decir verdades concisas. Si en realidad está en paz con su duda, ¿por qué, para presentar estas meditaciones, elegiría justamente un medio que, a pesar de todo, consolida pequeñas certezas? El libro debe leerse como una exploración de esta ironía y de otras de este tipo, como las contradicciones y tensiones que impulsan el pensamiento.
Con respecto al género de la obra en sí, por ejemplo, uno debe preguntarse: después del posmodernismo, la deconstrucción derrideana, la invalidación de la gran narrativa y el fracaso de las visiones románticas del genio, ¿qué poder le queda a un libro de aforismos? La historia ha dictado que Quin no puede asumir la autoridad atribuida a otros escritores de aforismos y fragmentos: Gracián, Nietzsche, Kafka o Adorno. Y, muy consciente de esto, no sueña con hacerlo. De hecho, rechaza la certeza que dicha autoridad debía otorgar. Aun así, uno descubre que en este medio aparentemente invalidado y obsoleto hay algo que sigue surgiendo. El juego de contradicción y negación del aforismo parece contener una fuerza deconstructiva prototípica. La decisión de Quin de escribir un libro así es tan improbable como original: una repetición insólita de algo que se suponía que ya no era replicable, al estilo de Menard sólo en el mejor de los sentidos.
“AUNQUE LA AMBICIÓN INTELECTUAL DEL LIBRO ES SERIA, SU ENFOQUE SUBJETIVISTA LE PERMITE SER TAMBIÉN DIVERTIDO”
Bien informada, caracterizada por una notable erudición, pero con un tinte personal similar al de la escritura de Nietzsche, Tentación del vértigo es una memoria intelectual que, despojada de una narrativa biográfica, es a la vez más contundente y etérea que una memoria tradicional. Y aunque Quin es profesor, el libro documenta una vida mental cuyo alcance se extiende más allá de la academia. Una consecuencia positiva: es relativamente accesible y fácil de leer. Como académico, a veces sentí la urgencia de saber exactamente a qué textos responde Quin con cada aforismo. En lugar de notas a pie de página, el libro incluye un apéndice, “Dialogantes”, que enumera los textos filosóficos, literarios y musicales (sin mencionar las ciudades y los sucesos) con los que interactúa. Esta lista brinda una clave útil para decodificar los detalles contenidos en lo que puede verse como un mapa sincrónico o una constelación de una trayectoria intelectual y un ethos.
Aunque la ambición intelectual del libro es seria, su enfoque subjetivista le permite ser también divertido. Está marcado por una estética propia de una sensibilidad generacional que se encuentra en otras obras como Slacker de Richard Linklater y Coffee and Cigarettes de Jim Jarmusch. Una sensibilidad crítica del triunfo y a la vez interesada en la inteligencia: una sensibilidad caracterizada por la paradoja de disfrutar de la música triste, en solidaridad con los vencidos, y de negarse a renunciar a una cierta negatividad. En este sentido, las preocupaciones intelectuales de Quin están consistentemente vinculadas a cuestiones éticas. Encontramos en Tentación una confrontación íntima con una experiencia de duda que no puede separarse de lo que en otros lugares se ha descrito como la muerte de Dios: una ausencia no solo de certeza intelectual, sino también moral. A partir de esta posición privilegiada, abre su propio camino a través de la oscuridad y descubre, si no certezas, al menos juicios, afirmaciones, críticas y quizás verdades.
Traducción de Juliana Vásquez