Caracas, 15 de octubre de 1997
Christopher Domínguez Michael
Revista Vuelta
México, D.F.
Estimado amigo:Le escribo porque recientemente terminé de leer Tiros en el concierto, uno de los libros de la segunda mitad de la Literatura mexicana del siglo V que realmente más me ha impresionado.
Apenas empecé a hojearlo, leer el índice de autores y temas que no desconozco del todo, detenerme en algunos pasajes y ver el sistema (todo un arte) de las citas, sentí inmediatamente que iba a interesarme. Pero no sabía hasta qué punto. Pensaba en una lectura placentera, de las que leo con frecuencia del autor. El libro ideal que iba a deleitarme aprendiendo, en medio de los malestares de una convalecencia posoperatoria, de la cual aún me resiento.
Pero este libro no hizo sino perturbarme. Apenas leí de un tirón los dos primeros capítulos (Reyes y, sobre todo, Vasconcelos), sentí que algo más intenso y dramático, aún oscuro, tenía entre mis manos. Salté a las “escenas del siglo V” y luego a los “Contemporáneos, los enemigos de la promesa” (helas) y no fue mucho el alivio.
“Pues no sigas leyéndolo por ahora”, me decía mi mujer, viendo que me desvelaba, como cuando me ve leer a Bloom y aun a Steiner. No era igual. Mi reacción no era polémica o en contra. Lo que sentía era que algo muy profundo (de los latinoamericanos) se estaba dilucidando en lo que leía.
No quiero dramatizar sombríamente mi lectura de su libro, pues creo que es lo más ajeno a sus intenciones. Su libro es como el (re)nacimiento de una verdadera conciencia crítica en la literatura de toda nuestra lengua. Lo veo como un ejemplo de lucidez valiente y me conmueve en él la inmensa comprensión y la piedad. Finalmente, es el placer trágico —después de una gran catarsis— lo que nos deja.
Así que le agradezco mucho el que me haya hecho enviar su libro, lo que considero como una distinción de amistad. Cuídese después de tan largo esfuerzo, y cuide su alma. Los zopilotes deben de estar rondándolo.
Reciba un más que cordial abrazo.
Guillermo Sucre

