El cisne
Pocas cosas conocemos del cisne: su cuello,
su falta de sentido del humor,
la elegancia con que cruza un lago.
Los escritores hablan de él como si les perteneciera,
de sus plumas como si fueran la salvación.
Está además su amor por Leda
que da sombra a todos los umbrales,
esperanza a los umbrales que desconocemos.
El mar
Muchas veces hablamos del mar
y sin embargo sólo abarcamos su apariencia:
cuerpos, veleros
o un brazo que nos saluda desde el agua.
El mar es sólo un reflejo que tiende a la melancolía,
un cuento de prestigio
que nos crea la nostalgia de vidas ajenas,
que no viviremos o que tal vez
vivamos con la sospecha de la eternidad.
El mar es una impostura,
una decisión arbitraria.
Tal vez por eso existe tantas veces.
Libro de viaje
Un viaje no es más que una forma de sentarse a la mesa,
una palabra dicha a tiempo
que a su pesar decide un cambio previsible.
Pero un libro de viaje ya es una irrupción:
el ojo que separa, la vanidad
del detalle,
una sentencia sobre el tiempo
o la impostura del vómito notable.
Y esto ya es demasiado para un proyecto efímero.
Rompo, por lo tanto, las anotaciones,
desactivo el estallido,
y dejo cada cosa en su lugar
mientras sigo de viaje
con la tranquilidad de haber dejado intacto al mundo
como si nunca nadie hubiera andado por él.