The Arid Sky. Emiliano Monge. Traducción de Thomas Bunstead. Brooklyn, New York. Restless Books. 2018. 209 páginas.
Listar las atrocidades que se llevan a cabo en The Arid Sky, traducción al inglés de El cielo árido, de Emiliano Monge es un recordatorio de que la humanidad nunca se va a quedar sin maneras de hacer daño. Las armas homicidas de las que se hace uso en esta novela corta e inquietante incluyen un pico, una caja de cerillas, las propias manos, y una variedad de armas de fuego. Y no solo es la gente la que sufre y muere. Los perros y los caballos también son objetivos. La violencia es profundamente angustiosa, pero no gratuita. Desde el punto de vista narrativo, los ríos de sangre están ahí por una razón.
El personaje principal de Monge es un malhechor llamado Germán Alcántara Carnero. Concebido en el México rural cuando su padre violó a su madre, Carnero se une a un grupo paramilitar de adolescente y comete un asesinato por venganza de joven. Es todavía joven cuando asume el control de un ministerio del gobierno, un puesto que ocupará —y defenderá ferozmente— durante décadas. Su vida, que se extiende a lo largo de gran parte del siglo XX, es una serie de sucesos horribles, la mayoría de ellos orquestados por el mismo Carnero. Envuelto en disputas sobre la tierra, la religión, y el poder, comete asesinatos, provoca incendios y lleva a cabo hurtos. Su chaqueta, escribe Monge, fue robada «hace años por el primer hombre que metió en su baúl de hierro y dejó que se muriese». Una gran cantidad de novelas nos invita a simpatizar con —o al menos a intentar entender— la mentalidad criminal. Esta, sin embargo, destaca a un personaje que parece ser incorregiblemente vil.
Es desconcertante ocupar unas doscientas páginas en compañía de una persona así, pero no estamos ante el estudio de un personaje estándar. La primera frase del libro anuncia que Carnero es la personificación de «la era en la cual vivió». Armado con esta pista, el lector puede desbloquear los elementos alegóricos de la novela. El cielo árido se publicó originalmente en el México natal del autor, y no es casual que su protagonista encarne la corrupción y la depredación que, en varios momentos, ha plagado su país y muchos de sus países vecinos, incluyendo los Estados Unidos. En la traducción de Thomas Bunstead, la prosa de Monge es clara, y su narración no lineal crea una sensación intensificada de imprevisibilidad.
Aunque a menudo este sea un relato desalentador, Monge está lidiando con temas universales. Su representación del poder descontrolado es una advertencia a la que siempre valdrá la pena prestar atención.
Kevin Canfield
New York
Traducción de Ana Márques García