Los traductores Nick Caistor y Lorenza García han dado juntos forma a la ficción de Andrés Neuman en lengua inglesa. Para el dossier dedicado a la obra de Neuman, publicado en este número de Latin American Literature Today, hablé con Lorenza y Nick sobre su esfuerzo compartido para llevar el conjunto de la obra, en continuo desarrollo, de Neuman al inglés.
Arthur Dixon: Hasta la fecha, ustedes han traducido en colaboración tres novelas (Traveller of the Century, Talking to Ourselves y Fracture) y una colección de cuentos (The Things We Don’t Do) de Andrés Neuman. ¿Cuál ha sido el más difícil de traducir de los libros de Andrés hasta ahora y por qué? ¿Cuál ha sido el más gratificante?
Lorenza García: Todos han sido gratificantes y desafiantes de diferentes maneras. A Andrés le gusta experimentar con el género y la forma, saltando entre tiempos, lugares, géneros, edades, aunque su forma de pensar, de mirar el mundo a través de la ficción y la ficción misma, es más una constante.
Nick Caistor: Sí, Andrés a menudo dice que quiere que cada libro nuevo que escribe sea completamente diferente al anterior. Eso significa que, como traductores, tenemos que ser igualmente flexibles, asegurándonos de estar también abiertos a sorpresas.
A.D.: Las novelas de Andrés están llenas de diálogos —a veces están constituidas por diálogos casi en su totalidad— y él hace todo lo posible para distinguir a sus personajes en su discurso. ¿Cómo es traducir los diálogos en estos libros? ¿Cómo logran ustedes el mismo tipo de caracterización en el diálogo traducido? ¿Alguno de los personajes de Andrés ha sido particularmente memorable de traducir?
L.G.: ¡Hacemos nuestro mejor esfuerzo! Todo se trata del tono y la entonación y, por supuesto, del registro, de seguir los ritmos sin intentar forzar a los personajes a utilizar una especie de dialecto falso en el idioma de destino, que incluso en inglés pocos escritores son capaces de conseguir.
N.C.: Creo que Watanabe en Fracture es el más memorable, me parece el personaje más intensamente imaginado que Andrés ha creado hasta ahora.
A.D.: Al traducir el libro de poesía de Andrés, Vivir de oído, me he vuelto más consciente de cómo usa un lenguaje idiosincrásico en español, frases y construcciones que normalmente uno no diría, pero que, por esta razón, tienen mucho significado. Un ejemplo de Talking to Ourselves es el hermoso verso “sharing a sincere doing nothing”, del español, “La verdadera compañía es compartir un sincero no hacer nada”. ¿Cómo manejan estas peculiaridades sintácticas al traducir?
L.G.: Una vez más, se trata de seguir la intención del autor y ver si funciona. Si la frase diverge o es ambigua en el idioma de destino entonces buscamos una alternativa que evite caer en el cliché, que es precisamente lo que Andrés se esfuerza por evitar.
N.C.: Andrés mira de cerca nuestras traducciones, y la mayoría de sus comentarios se refieren a este empeño por evitar el cliché, por tratar de encontrar una nueva forma de expresar casi todo. Lo cual como traductor es genial, porque te obliga a mirar aún más de cerca el original.
A.D.: Todos los libros de Andrés están escritos en español. Dicho esto, se entiende que los personajes de El viajero del siglo están pensando y hablando en alemán, a menos que se indique lo contrario; y ciertos personajes de Fractura piensan y hablan en japonés, inglés o francés, todo mientras están escritos en español. ¿Este multilingüismo tiene algún impacto en la forma en que traducen los libros de Andrés?
L.G.: Realmente no. Él está usando un idioma y nosotros también. Cuando cambia la sintaxis, usa oraciones más largas o inserta expresiones extranjeras en los diferentes idiomas, nosotros lo seguimos.
N.C.: De nuevo, seguimos al autor. Andrés está imaginando todos estos personajes y creando un español que se ajuste a ellos, de modo que necesitamos hacer lo mismo en inglés.
A.D.: En Hablar solos y Fractura, Andrés enfatiza variedades regionales específicas del español y las diferencias entre ellas: español europeo vs. español argentino, etc. ¿Cómo reflejan estas diferencias cuando traducen al inglés?
L.G.: Esto se relaciona un poco con tu otra pregunta sobre el diálogo. Específicamente en Fracture usamos expresiones idiomáticas locales de la lengua de origen para tratar de mostrar que Mariela y Carmen son de Buenos Aires y Madrid, respectivamente, al igual que Andrés lo hizo al salpicar el idioma de Violet con expresiones francesas.
N.C.: Ayuda que Lorenza haya vivido por años en España, mientras yo viví en Argentina: creo que eso nos hace sensibles a las diferencias. Andrés ha escrito que siente que su idioma está siempre “en la frontera” entre los dos tipos diferentes de español que se hablan en los dos países, y eso es, de hecho, lo que le da tanto impulso a su trabajo.
A.D.: La traducción en sí es un tema importante en mucha de la escritura de Andrés, especialmente en El viajero del siglo y Fractura. ¿Qué implicaciones tiene, como traductor, trabajar en libros que ponen tanto énfasis temático en la traducción?
L.G.: Como traductores colaboramos muy de cerca con Andrés en el borrador final y, ocasionalmente, este se convierte en un proceso de dos o tres vías. Su profundo entendimiento del papel del traductor, como lector, intérprete y escritor, es a la vez estimulante y satisfactorio.
A.D.: Traveller of the Century y Fracture son novelas largas (564 y 348 páginas, respectivamente), mientras que las historias de The things we don’t do son a menudo muy breves, a veces más “ficción flash” que los cuentos tradicionales. ¿Cuáles son algunas diferencias entre traducir un texto extenso y traducir uno corto? ¿Cambia el proceso de traducción en función de la extensión del texto?
L.G.: Con cualquier novela larga, el desafío es mantener una visión panorámica del conjunto, no desfallecer antes de la línea de meta. Permanecer alerta a los diversos hilos unificadores que lo atraviesan, imágenes, metáforas, tics lingüísticos, etc. Con un cuento hay menos espacio para la exposición, y una o dos palabras, que pueden parecer simples en la superficie, pueden decir mucho; de manera que el desafío es reproducir esa escasez y a la vez intensidad del lenguaje, un poco como la poesía.
N.C.: Sí, diría que la aproximación de Andrés a cualquier trabajo, por largo que sea, es básicamente poética, en el sentido de que usa las palabras con gran precisión e intensidad, y eso intentamos recuperarlo en nuestras versiones en inglés.
A.D.: El viajero del siglo es, en parte, un homenaje a la novela del siglo XIX y probablemente sea el resultado de muchas lecturas para captar el estado anímico de sus influencias más anticuadas. ¿Tuviste que leer o investigar mucho para poder traducir El viajero del siglo o cualquiera de los otros libros de Andrés?
L.G.: Probablemente ni más ni menos que Andrés, ya que ambos estamos lo suficientemente familiarizados con ese género como para poder identificar su estilo y tropos. Podría ser diferente si sus personajes estuvieran viviendo en un pueblo de chozas y usaran jerga callejera urbana.
N.C.: El viajero tal vez le deba más a Winterreise de Schubert que a las novelas del siglo XIX, pues allí es el sentido musical lo que parece más importante. Sin embargo, leí Elective Affinities de Goethe y encontré muchos ecos suyos en los personajes del libro de Andrés.
A.D.: Probablemente les hagan mucho esta pregunta, pero ¿cómo es su proceso de traducción en equipo? ¿De qué manera se diferencia del trabajo de forma independiente? ¿Qué sería distinto en sus traducciones de Andrés Neuman hasta ahora si las hubieran completado de forma independiente y no en equipo?
L.G.: Sin duda, habría habido algunas diferencias. Y, sin embargo, la razón por la que trabajamos juntos es precisamente porque coincidimos mucho en nuestras soluciones a los distintos problemas de traducción.
N.C.: En traducción, siempre es bueno tener un segundo par de ojos para ver si se ha entendido mal algo o se ha vuelto a caer en hábitos perezosos. Siempre es estimulante ver cómo otro lector cercano ha entendido el texto, y es genial tener a alguien con quien discutir y argumentar, ya que, de lo contrario, la traducción puede ser un asunto muy solitario. Debería agregar que muchas veces somos los tres, incluido Andrés, quienes estamos involucrados en la búsqueda de soluciones satisfactorias. Y en el mejor de los casos, también hay un diálogo con el editor.
A.D.: ¿Lees alguna vez tus traducciones después de su publicación? Si es así, ¿qué se siente? ¿Cómo se siente uno seguro de haber “terminado” una traducción, cuando siempre hay posibles cambios que hacer?
L.G.: Una vez leí un artículo de Zadie Smith en el que describía haber visto a autores en festivales literarios editando furiosamente pasajes de sus novelas publicadas antes de salir al escenario para dar una lectura. Creo que eso lo dice todo. Cualquier tipo de texto escrito está sujeto a interminables modificaciones y, como traductores, con frecuencia hacemos cambios en borradores anteriores que luego volvemos a cambiar en los siguientes. Entonces, sí, por esa razón mantengo como regla no mirar mis traducciones publicadas.
N.C.: Una traducción nunca está realmente terminada, pero es de esperar que se guarde algo de lo que se ha aprendido de una traducción específica, y eso ayude a mejorar la siguiente. Estoy muy interesado en todo el trabajo inconsciente que ocurre cuando traduces, y es fascinante leer una traducción publicada y pensar “¿de dónde diablos vino eso?”
L.G.: Sí, eso me ha pasado, y en el caso de nuestras co-traducciones, suelo pensar: “¡Vaya, eso es muy bueno, debe haber sido Nick!”. Felizmente, ese no es siempre el caso.
Traducción al español por Guillermo Romero