Mensaje desde el reino sin la o
Aquí es td muy difícil,
amiga.
Ha desaparecid el café y el azúcar.
Y también la enhe
de mi máquina
que está a punt
de caramel.
Más fácil sería escribirte
en papir egípci.
N te precupes. Usarems ls quipus,
y ls verss de la Mistral
que de brasa ardiente
iluminan mi mesa
sin electricidad.
Y cuand te diga, de aquél,
juventud divin tesr
ya tú me habrás entendid.
En mi escritri
está la nvela francesa que me mandaste.
Gracias, amiga! Es muy interesante
esa náusea,
se parece un pc a la de mi mamá.
Ella también te manda saluds.
Recibe un bes incomplet.
Tu amiga de siempre,
María Dlres.
Volver con los caballos
Volver con los caballos
al comienzo de todo. Ir a su encuentro
por la ruta de los girasoles inquietos.
Con los caballos ser uno
antes que las nubes
se precipiten
en el fin del mundo.
Volver
en gloriosa partícula
de contemplación. Estarse
caballamente en la pestaña
del ojo distraído
en el gran diente rumiando la hierba.
Volver al galope del anca
pulsando el aire seco.
En la crin dividida o indomable
estarse como en su propio espasmo.
Volver
volver con los caballos
a cruzar la frontera
a pastar
a trotar
a eludir falsos obstáculos
e ilusorias ganancias
volver a cocear
a cabecear la espera
a sacudirse el moscón con la cola
a parir
el palpitante potrillo
una noche de tormenta.
Osos
Es breve
la hibernación del oso pardo.
Con el deshielo de las primeras aguas
ya se agita,
bosteza y se estira
pisoteando los brotes de lavanda.
Ruge fuerte y marca
con aspaviento de danza
su territorio.
Los vecinos se inquietan:
¡Domestique a su oso, señora!
No me importa.
Yo los desprecio
y les hago así.
Y durante todo el verano entonces
le rasco la espalda a mi oso,
todo el verano
con mis largas pezuñas encrespadas para eso
porque para eso las tengo
y para eso nací.
Y aunque el sol esté alto
sigue mi cabeza en la oscuridad de sus fauces
para la higiene matutina.
¡Peligroso viejo oficio!
Y después nos revolcamos al sol
señores de la montaña
y estornudamos aparatosamente
por tan extrema sensibilidad al polen
y nos mordemos hasta sangrar.
Sé que el invierno no me aturdirá.
Bajo el peso de su pelambre
no habrá frío ni soledad
aunque se aplasten las flores de lavanda.
Hacia el otoño nos iremos al norte
porque migrar es preciso.
A las altas tierras del pielroja y el bisonte
donde siempre es primavera.
Todo el salmón del río espera por nosotros.
Quiere ser devorado totalmente
ansioso de saltar del agua a la garganta.
Lo comeremos felices.
Felices lo comeremos.
Todo lo comeremos
Indios
cazadores
fotógrafos curiosos de National
Geographic
Todo el estado de Montana nos comeremos.
Nada nos detendrá.
Somos leyenda.