Treinta años después de su muerte, el poeta, profesor universitario, crítico de arte y dramaturgo Enrique Lihn no ha dejado pasar el tiempo sin publicar al menos un título cada dos o tres años. Se trata de un logro enteramente póstumo, debido en gran parte a los lectores, amigos, editores e investigadores que conectaron con su obra y que, desde los primeros meses después de su muerte, se esforzaron por publicar los numerosos manuscritos y proyectos inconclusos que el autor de “ Porque estaba”, uno de los poemas más célebres y enfáticos de la literatura latinoamericana contemporánea, quedó atrás.
Desde Diario de muerte (1989) hasta el más reciente Enrique Lihn en la cornisa (2019), la bibliografía de y sobre Enrique Lihn no ha hecho más que expandirse en todos los sentidos imaginables en tres décadas: el cuento ( La República Independiente de Miranda , 1989 ). ); historietas ( Roma, la Loba , 1992; 2011); investigación académica ( Enrique Lihn. Escritura excéntrica y modernidad , 1995); ensayos críticos ( Enrique Lihn, vistas parciales , 2008); biografías sentimentales ( Lihn. Ensayos biográficos , 2016); una recopilación de entrevistas ( Enrique Lihn: Entrevistas , 2005); correspondencia ficticia ( Las cartas de Eros, 2016), y obras de teatro recuperadas ( Diálogos de desaparecidos , 2018), además de innumerables reediciones y ampliaciones de textos publicados en vida, conforman una obra impresionante desde cualquier punto de vista.
Miembro ilustre de la generación posparriana de los años 50, Lihn pertenece a un grupo de escritores y artistas que tuvieron que lidiar con el deber exigido a los intelectuales en los años 60, y contra la decepción y la diáspora que siguió a la llegada del autoritarismo y la pérdidas distópicas de la década de 1970. Esa misma presencia tediosa del entorno decidió su poesía desinstalada, autocrítica y metaliteraria, claramente vanguardista, pero cortada y agudizada por una situación de referencialidad que nunca abandonó las palabras de Lihn ni su propia vida. A los cincuenta años, en pleno exilio interno en el Chile de Pinochet, el poeta decide jugar con denuedo sus cartas y recurre a la performance, al video de campamento, a las lecturas en la calle y a los provocadores discursos públicos que pronto lo convierten en el principal agente contracultural del autoritarismo de los ochenta. Chile. La censura es su principal enemigo, pero, en lugar de oponerse a ella de frente, decide mimetizarse con ella, ser más paranoico y opresivo de lo que es, para vencerla o no mediante el arte de la palabra y la farsa dramática. Es el período final de la producción de Enrique Lihn, el más radical y caótico de todos, según el juicio de Christopher Travis en su imprescindible estudioResisting Alienation: The Literary Works of Enrique Lihn (2007), uno de los ensayos más completos sobre su obra, junto con el de Carmen Foxley dedicado a su poesía y el de Cynthia Morales, que se centra en su obra narrativa.
Sin pretender abarcar ni una fracción del enorme volumen de escritura y acción performativa que marcó la década final de la vida de Lihn, este dossier arroja luz sobre este período con materiales que buscan dar cuenta de la situación del sujeto poético al que siempre abordó. referido, así como señalar el horizonte actual de su poética situacional en el convulso ambiente cultural de la posverdad. Una carta de Lihn a Héctor Libertella, un fragmento de la entrevista recuperada de Claudia Donoso y recientemente publicada en el libro Enrique Lihn en la cornisa , y el texto del editor Andrés Florit, sobre el interés de la joven editorial Overol por publicar un libro póstumo e inédito. Lihn, comprende este esfuerzo.
“Soy un escritor y muchos escritores”, decía Lihn a Pablo Poblete en una entrevista de agosto de 1987, poco antes de su muerte, subrayando su aspiración hacia una literatura “agenérica”, capaz de vivir abiertamente su circunstancia histórica y hacerlo bajo el signo de su propia desinstalación. Treinta años después de este manifiesto oral, su hija, la actriz Andrea Lihn, inauguró en abril de este año en Santiago la Fundación Enrique Lihn, con palabras que se hicieron eco de ese anhelo: La Fundación que aquí nace, dijo, está en manos de todos, “ porque los nombres son del viento y las historias se escriben a mano; y la historia de mi papá se escribe entre todos, a mano alzada”.
Traducido por Adrián Demópulos