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Issue 11
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Three Poems from Sara Luna

  • by Tom Maver
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  • August, 2019

Nota del editor:

Sara Luna , la colección de versos de Tom Maver de la que se seleccionan estos poemas, obtuvo el primer premio en la categoría de Poesía del  Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes de Argentina. Estamos orgullosos de presentar estos poemas en  Latin American Literature Today .


El aroma del día en sus manos 1

De espaldas a mí, sus manos sostenían su rostro.
Había ensuciado los armarios, la encimera 
y parte del suelo, como si cambiara
de piel, preparándose 
para una ligera transformación. 
Apenas podía ver más 
y mientras cocinaba, cerraba los párpados 
con huevos batidos, como si fuera una prueba. 
Estaba atada a las cosas de este mundo, 
lo desconocido de cada uno.
La ayudó a aliviar el dolor de envejecer.
Sacó una máscara del horno
hecha de masa de hojaldre.
Se lo puso y se volvió hacia mí.
Me tiembla el pulso en las manos
cuando amaso, me dijo.
Mientras cortaba en dados un tomate, añadió: 
Todo tiembla,
no importa cuán pequeño sea, no importa cuán arrugado esté.
Luego me abrazó como los ciegos a tientas: para ver, 
y sentí que podía adormecerme
oliendo los restos de ajo y tomillo,
sabiendo que esos momentos habían ocurrido en el pasado, 
desde antes de que yo naciera,
desde cuando sostenía un cuenco frente a un ventana
en su cocina de campo,
golpeando, revolviendo mi vida.

1  Hay un parentesco entre la escritura y el arte de cocinar. Sara Luna cocinó y recordó su tierra natal, la olió, la probó y la comió en sus platos. Y yo, un año antes de viajar a Santiago, escribía y aparecían anécdotas, recuerdos, dicha de Sara Luna, sin que yo las tuviera en cuenta. Algo que vino de hace muchos años, o incluso antes de eso. Ella murió cuando yo era un adolescente. Ella me trajo la fugacidad, mi infancia, pero yo quería estar cerca de la suya. Por eso tomé un bus muy lejos, a ese lugar remoto para mis vacaciones de julio. Quería estar cerca de lo más lejano que tenía: su nacimiento.

 

Historia de la piel 2

Estoy espiando a mi madre
desnudando a su madre. 
Se quita la camisa, los zapatos,
la falda marrón. 
Su piel es opaca, la luz
sobre ella no puede iluminarla.
Se cubriría con flores
tal como es, envuelta
en una fina capa de arrugas.
Ella despierta algo en mi madre
y viceversa. 
Pienso en las ranas cornudas
que Loren y yo arrebatábamos 
de los pozos con agua y palos,
los recuerdos se hinchan, bajan
en nuestras manos.
Tenía piel de anfibio,
en medio de dos mundos.
Este es el ritual tardío 
de cambiarse de ropa,
de dejar algo atrás
antes de poner un pie en otra tierra.
Su hija sienta a mi rana cuerno de abuela
y la empuja con la palma de la mano para que vaya
y dé esos saltitos, mirando, 
tropezando con
ese pozo.

2  El espionaje es el primer acto del nieto. A cierta edad, la única forma de acercarse a las personas es a través de una mirilla.

 

Cosas escuchadas en su voz 3

Mi abuela se fue de su tierra natal
y muchos años después, cuando
se rompió la cadera y se quedó
a dormir en mi cuarto,
escuché 
entre sus ronquidos una respiración pesada, de antes de la ciudad,
como si 
regresara a su pueblo,
su voz dejado vacío.

The next day she told me
that she’d seen someone burning
her saints in her dreams,
and that she didn’t know if her life was to blame
or poverty or her abandoning beliefs
and then setting them on fire.

For years my grandmother lulled to sleep
the most bitter beasts of the woods.
And me, the last creature
under her care, I walk, I retrace
that voice, sniffing at her memory,
her face smooth like the inner rim of a bowl,
the way she’d walk to bed,
lay down and the world of sown land
would circle back to steal away the old woman
who was sleeping right next to me.

3  Recuerdo cuando Sara Luna vivía en casa mientras se curaba de una fractura de cadera. Durante esos meses justo antes de irme a la escuela secundaria, me detenía para verla dormir sin importar el sueño que tuviera, con la boca abierta. Un brazo sostenido por el otro colgando del borde de la cama, la palma de su mano abierta como si tan suavemente hubiera soltado algo. La otra alegría era el amanecer, cuando ella se levantaba para ir al baño y rozarse contra mi cama en la oscuridad: sosteniéndome, su orientación.  

Traducido por Olivia Lott

  • Tom Maver

Tom Maver (Buenos Aires, 1985) has published the verse collections Yo, la incesante nieve (Huesos de jibia, 2009), Marea Solar (Alción, 2016; Alto Pogo, 2018), and Nocturno de Aña Cuá (Llantén, 2018). Sara Luna, his latest verse collection, won First Prize for Poetry from the Fondo Nacional de las Artes, Llantén, 2019. He also translated Rosa by Chinese-American poet Li-Young Lee (Barba de abejas, 2015), Biografía de los saquitos de té by Westonia Murray (Llantén, 2017), and Qué son las islas by Hilda Doolittle. Along with Natalia Litvinova, he managed the Llantén press.

  • Olivia Lott

Olivia Lott is a translator and literary scholar. She is the translator or co-translator of Raúl Gómez Jattin’s Almost Obscene (CSU Poetry Center, 2022), Lucía Estrada’s Katabasis (Eulalia Books, 2020), and Soleida Ríos’s The Dirty Text (Kenning Editions, 2018). Her translations have received recognitions from Academy of American Poets, PEN America, and Words Without Borders. She holds a Ph.D. in Hispanic Studies and is a specialist in the 1960s in Latin America, neo-avant-garde poetry and poetics, and translation studies. Her scholarly writing has appeared in or is forthcoming from PMLA, Revista Hispánica Moderna, and Translation Studies. She is Visiting Assistant Professor of Spanish at Washington and Lee University. More information at www.oliviamlott.com.

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